jueves, agosto 24, 2006

Lenguaje televisivo

Lo siento, chic@s: otro artículo de El Periódico que podéis leer en abierto sólo hoy, y a partir de mañana, si os registráis en su página web. Pero me ha parecido lo suficientemente interesante para demostrar cómo el lenguaje se pervierte en el sentido que comentaba en un post anterior: en el sentido racista.

Se empieza con asunciones de esta índole, y se acaba así. Nada descabellado, habida cuenta que el lunes pasé un susto de infarto cuando vi una mochila sola en el tren. Hasta que no vino el chico que había ido a hablar con sus amigos en la otra punta del vagón a recogerlo, os juro que me pasó de todo por la cabeza. Víctima del miedo que nos meten a machamartillo.

3 comentarios:

la hambrienta lúcida dijo...

Es la sicosis que causan los medios de comunicacíón, claro que no hay que quitarle crédito a los señores terroristas...

En realidad no sé si el lenguaje se pervierta, lo que sí creo es que las mentes enfermizas contagian al lenguaje y lo hacen figurar como pervertido.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con norka, nunca está de más estar un poco alerta ante situaciones inesperadas. Desgraciadamente hay mucho loco suelto (sin antender a razas o idologias)

Pero en cuestión de trenes me preocupan actualmente más esos jóvenes "nativos" de aquí con estética skin que es sabido ya han producido algunos altercados en los trenes de cercanias a las horas menos frecuentadas. Generalmente viernes o sábados a última hora de la tarde (antes de ir a la disco supongo). Y por altercado me refiero a intimidaciones, robos, pintadas o desperfectos en los trenes.

Álex Vidal dijo...

Eno: si la situación es inesperada, no sabes lo que va a pasar, así que no tiene sentido ponerse paranoico. Si uno está alerta, es porque teme que se repitan situaciones que sigan un cierto patrón, como lo de las mochilas en el tren, la pistola en el avión o cualquier situación que ya se conozca. Pero me temo que la táctica consiste en introducir estos modus operandi, y dejar que la bola de nieve ruede a través de los medios para infundir el miedo y la paranoia. Esa es la cuestión: hace tres años, ver esa mochila no me habría preocupado lo más mínimo, y racionalmente estaba seguro de que era una paranoia... y, sin embargo, esperaba verme los sesos desparramados de un momento a otro. Esto no es nada sano, la verdad.