martes, noviembre 25, 2008

Una entrada rápida...

... para señalaros el nuevo banner que aparece ahí a la derecha, el de MEMPEC Movement. Que seguro más de uno y más de dos por aquí lo han sufrido, y no en silencio, precisamente, pero tan molestos como las almorranas...

domingo, noviembre 09, 2008

Sinceridad

Es una de las virtudes (e incluso cuando, más que una virtud, resulta un defecto) que más valoro en todos los ámbitos.

En el musical no lo es menos.

El viernes por la noche, Nuria y yo asistimos a la primera de las tres giras del festival Wintercase'08. Un servidor, como la gran mayoría de los asistentes (la mitad del aforo de la sala Razz 2; así a ojo unas seiscientas personas, no más), acudía para ver a los cabeza de cartel de esa noche, los galeses Los Campesinos! (el signo de admiración va incluido en el nombre; no se trata de ninguna muestra de hoygan). A estos los acompañan en esta gira los neoyorquinos Ra Ra Riot y, en Barcelona, se añadían los ganadores del concurso de maquetas Levi's, los riojanos Naive.

Así que, a eso de las ocho, llegamos a una sala que aún estaba vacía y a unos chavales por lo visto aburridos de afinar instrumentos mientras esperaban que el espacio se llenase un poquito. Justo en ese momento, el cantante dice: "Bueno, empezamos, ¿no?", se presentan y empiezan a soltar ráfagas de rock. Ya sabéis que los teloneros tienen la ingrata tarea de rellenar el silencio de música mientras el público acaba de tomarse unas birras en el bar de al lado; pero esta vez, aparte de sus "colegas de Logroño y Barcelona" que habían ido a verlos, su propuesta honesta, un rock directo, sin imposturas, claro, diáfano, <i>back to the roots</i> que se diría. Nos lo pasamos bien escuchándolos, y eso, para abrir una noche como la del viernes, ya es una buena señal. Y tan entregados estaban a la música que, excepto el bajista, no se dieron cuenta que, desde las bambalinas, la organización les reclamaban que desalojasen ya el escenario antes de la última canción.

SONGWRITER


Tras el cambio de instrumentos, a eso de las nueve menos cuartos saltaron al escenario seis jovencísimos músicos, con una pinta de niños buenos que no se aguantaba: los Ra Ra Riot. Había escuchado su disco dos días antes y sonaban bien, agradables, quizá un pelín demasiado solemnes y melancólicos como para divertir al público en directo. Pues no andaba yo equivocado ni nada.



Quizá fuera porque son canciones hechas para el otoño, y tocarlas en esta época les otorga ese brillo especial. Tocaron los temas de su cedé <i>The Rhumb Line</i> con una espontaneidad que parecía eliminar cualquier barrera entre artista y público, entre escenario y pista, entre un lado y el otro de la valla. Serán jovencísimos, pero no novatos, y aunque en su contra juegue la escasa envergadura del vocalista, Wes Miles, sí que es cierto que sabe dotar la letra de delicadeza y sinceridad. Y aunque sus melodías, acariciadas por violín y violoncello, hablan de tiempos perdidos y de amigos que se fueron (el batería y compositor original falleció antes de grabar su álbum de debut, y a él está dedicado), su base rítmica golpea y transmite una pulsión que incita al baile, a disfrutar el momento, al <i>carpe diem</i>.

Tomad nota: Ra Ra Riot son un grupo al que seguirle la pista. Ah, y estarán de vuelta por Barcelona el próximo verano, según dijo Wes al finalizar la actuación, y me comentó de nuevo cuando charlamos brevemente a la salida del concierto.



Ya cerca de las diez les toco el turno a Los Campesinos! Si me sorprendió la sinceridad de las dos propuestas anteriores, la espontaneidad de Naive y la melancolía optimista de Ra Ra Riot, ¿qué decir de los de Cardiff? Estos tocan a saco, como si la vida les fuese en ello. Canciones verborreicas, pletóricas, preñadas de ironía y rabia, guitarras electrificadas que combinan perfectamente con un violín que nos retrae al folk de taberna, un cantante, Gareth Campesinos!, que se desgañita frase sí y frase también, y una cantante, Aleksandra Campesinos!, que embelesa con su voz etérea. Ahí ya fue un saltar y no parar de principio a fin. Y aunque ya es un lugar común que todos los grupos digan que el público de Barcelona es genial y que les encanta tocar aquí (tanta coincidencia es sospechosa), digo yo que si el cantante, en la que tenía que ser la última canción del <i>show</i>, <i>Sweet Dreams, Sweet Cheeks</i>, acaba cantando desde mitad de la pista, después lo sigue uno de los guitarras, y este acaba haciendo equilibrios con la guitarra sobre la valla, mientras los dos cantantes y el otro guitarra rematan el tema subidos sobre los monitores puestos de pie, y cuando ya han encendido las luces de la sala regresan para tocar un bis inesperado, algo habría en su afirmación.

Sinceridad.


(Vaya, a esto lo llamo yo grabar con una steady cam :D Por otra parte, quizá la mejor forma de transmitir el dinamismo del grupo.)

Me encantan las bandas sinceras. Esa noche la disfruté como pocas.

Ah, y la muestra de que charlé (apenas fuese apenas un minuto y a ráfagas) con los chicos de Ra Ra Riot:



Todo un gustazo, por cierto, comprar el CD y darle el dinero en mano a los artistas (en este caso a la violinista Rebecca Zeller).

Postdata: Documentándome un poquito para esta entrada me he encontrado, a través de Last.fm, el siguiente enlace donde se puede descargar las actuaciones de Ra Ra Riot y Los Campesinos! Pero, si podéis, compradles los discos...

P.D.2: "Barcelona, sois <i>fucking</i> asombrosos." -Uno de Los Campesinos! :)

viernes, octubre 31, 2008

No sabremos qué es la ciencia ficción, pero...

La ciencia ficción abre horizontes que no le cabe explorar: sus símbolos son las leyendas que en los antiguos mapas trazaban la geografía de las ignorancias. Con su ironía y su optimismo, su ingenuidad y su crítica, su terrorismo y su esperanza, la ciencia ficción invita a pensar. Aunque su ciclo acabe sin estruendo, no sólo habrá vencido las resistencias del mundo de la cultura, sino que habrá sido capaz de renovar la capacidad de asombro del hombre contemporáneo.

Pablo Capanna, Ciencia ficción: Utopía y mercado

Pertenece a las conclusiones del último capítulo de su ensayo. Si os perdéis los referentes (las leyendas, las características y la historia del género), id a comprar su libro (publicado por Cántaro en Argentina: no debe ser difícil de conseguir). Absolutamente recomendable. No: imprescindible.

Venga. ¿Qué esperáis? Saltad. Hop. Hop. Hop.

Post-scriptum: pues parece que, en su página web, sí que es difícil de conseguir. No aparece en su tienda virtual. Me da como cosa ser tan descarado y decir que en la librería Gigamesh podréis encontrar algún ejemplar. Quizá en Cyberdark. Id probando.

jueves, octubre 23, 2008

Doblepensar, doblentradas, doblestafa

AC/DC no han sido nunca santo de mi devoción, pero ¡qué caramba!, son un grupo mítico. Igual el Black Ice World Tour puede que sea la última ocasión de disfrutarlos en directo.

¿Quién se iba a pensar que, en cuatro horas, iban a agotar todo el papel para sus conciertos en España? Bueno, Gamerco, que las ponía a la venta a través de la red de cajeros multiexpendedores ServiCaixa. Porque con la experiencia que llevamos últimamente (U2, Madonna, Bruce Springsteen, Björk..., joé, ¡si hasta Héroes del Silencio agota en horas!) sería un pelín ingenuo suponer que no va haber una avalancha de compradores que vayan a colapsar el servicio. Pero ya estamos acostumbrados: como en este país ni tenemos una banda ancha decente, ni una infraestructura adecuada, ni nos quejamos cuando nos pasan estas cosas...

De la noticia que apareció ayer en la prensa, me quedo con la siguiente frase (fuente El Periódico):

Fuentes tanto de ServiCaixa como de Gamerco apuntaron que atender a una demanda tan alta era imposible, aunque aseguraron que el sistema funcionó correctamente.

Ni el mejor Orwell, mirusté. Digo yo que, si atender la demanda era imposible, el sistema entonces no funcionó correctamente. Un funcionamiento correcto implica un servicio correcto y fluido hasta que se agotan las entradas. Si los cajeros se colgaban, si los servidores estaban sobresaturados, si se excedió el ancho de banda, el funcionamiento no es correcto. Un servicio por el que, por cierto, se desglosa unos gastos de gestión sobre el valor de la entrada que ronda unos seis euros. Seguro que ni a los que se tiraron cuatro horas delante de la pantalla y consiguieron la entrada a última hora pagarían 6 euros al acomodador de un cine al que no le funciona la linterna y los conduce a través del sistema de aire acondicionado, la sala de máquinas, los baños y la trastienda de las chuches para decirles, una vez los sienta en un sitio que ni siquiera era el suyo a mitad de proyección, que su sistema de localización de asientos funciona correctamente. Valiente caradura. Con este servicio de venta de entradas, más valdría volver a los talonarios y las colas ante las tiendas de discos (ay, no, que ya sólo queda la Fnac...)

En fin, felicidades para los que conseguisteis entradas. Porque para unos cuantos, para escuchar el Highway to Hell han tenido que sufrir todo un calvario...

martes, octubre 14, 2008

Para mis amigos de PubliSistemas, la Cope y la EMT



Y a todos mis amigos madrileños, considerad este blog como una pequeña marquesina virtual al lado de vuestra estación de Metro, vuestra cafetería favorita o cualquier otro emplazamiento de vuestra vida cotidiana.

domingo, octubre 12, 2008

Tetas, tiros y descargas

Acabo de ver un tiro en la cabeza.

La película, La hora de la araña; la cadena, creía que Telecinco (sí, la que enjuició y ganó a LaSexta por el affaire Sé lo que hicisteis, disimulándolo con alguna excusa peregrina sobre derechos intelectuales o así), pero no, es Antena 3. Hay tan poca diferencia... Ayer, a esta misma hora, también en Antena 3, vi un par de tetas en primer plano, pertenecientes a una bailarina de un club de strippers. La peli... buf, ni sé cómo se llama. Un momento que busco... Si es que los bodrios que dan en Antena 3, que todos además están cortados por el mismo patrón... Vale, Mentiras y traición. Todo un peliculón, hoygan.

¿Me molestan estas escenas? Pues la del tiro en la cabeza, sí. Con los años, he desarrollado una sensibilidad exacerbada a las escenas de violencia, sobre todo a las gratuitas, y cuanto más crueles, peor. Así que, esta noche, seguramente tendré alguna pesadilla (metafóricamente hablando: es decir, ahora mismo siento una corriente de empatía con respecto a la víctima nada agradable. Alguna neura que se escapa de mi control). La de las tetas no me molestó en absoluto, aclaro :)

Sin embargo, ¿no había un horario de protección de la audiencia infantil o similar?

Esta entrada tiene tres objetivos:

1. Romper con el bloqueo de unas cuantas semanas sin escribir por aquí. El bloqueo: muchos proyectos (mucho mirar al futuro) y bajo rendimiento (no centrarme en el aquí y ahora: una de las cosas de la filosofía zen que debería estar aplicando a rajatabla);

2. Demostrar la incongruencia y la hipocresía de los políticos y los directivos (que son los que pagan, y ordenan, me temo, a los programadores de las parrillas), que demuestran que la educación infantil les importa tanto como un mojón en el camino;

3. Que con una programación tan aburrida, tan orientada al cotilleo, la casquería, la bazofia y el fútbol, pues oye, que ya me estoy descargando el S03E03 de Dexter (sí, dije que me molestaba la violencia gratuita: si la obra es buena y el guion lo pide, puedo -con reparos- soportarlo; si la peli es mala, entonces ya me dan arcadas) para vencer el tedio y el sopor de las ondas de televisión españolas.

Feliz domingo.

martes, septiembre 16, 2008

Corbatas

En mi primer trabajo me obligaban a llevar corbata.

Antes sólo lo había llevado a alguna boda y por exigencias del guion. La primera corbata que me compraron, la que llevé el día de mi comunión (sí, todos tenemos un oscuro pasado), era de las de falso nudo y goma para ajustarla al cuello. ¡Si en mi boda llevé cuello mao para no usarla!


Y diréis que no es para tanto, que te acostumbras a ella y que, en el entorno laboral habitual es común. Que lo mío son ganas de destacar, pereza o incluso madurez.

Mi problema con las corbatas tienen dos vertientes:

1. Vertiente física: Tengo un cuello bastante recio, y no estoy acostumbrado a ceñírmelo. Jamás he cerrado el botón superior de la camisa cuando la uso, pues lo habitual es que vista camiseta (más cómoda), así que cuando he tenido que disfrazarme de persona elegante, he tenido que dejar el nudo de la corbata suelto, e incluso ocultando el botón desabrochado, para evitar la sensación de ahogo.

2. Vertiente ideológica: ¿Acaso una corbata me ha de hacer más serio, más profesional, más eficiente? Yo creía que eso se demostraba a través del trabajo realizado, y no amoldándose a una apariencia profesional predefinida. Porque se trata de eso: de apariencias.

Así que con acudir limpio, despierto y sonriente al trabajo no había suficiente: había que vestir corbata. Vestido o traje para las chicas, pero para los chicos, corbata. Y daba igual que no conjuntase con el pantalón y la camisa: en ese sentido, cometí auténticas barbaridades cromáticas y ninguno de los directivos (el director general, Pepe, y sobre todo la directora de recursos humanos y a la sazón su esposa, Pilar, el poli bueno y la poli mala del buen vestir para el consultor y el programador) tuvo ni una sóla queja. Ahora, una zapatilla deportiva, unos tejanos, una camiseta, y en diez minutos eras el hazmerreír de la central en Las Rozas.

A los dos meses mi incorporación (con una "beca", que no era más que un cursillo en horario laboral por el que pagaban 70.000 pesetas en negro), me destinaron (con nómina y alta en la Seguridad Social) a la sucursal en Barcelona, por aquel entonces un despacho en dos alas en un edificio de l'Eixample, con apenas seis personas programando en Cobol, cuatro (yo entre ellas) en Oracle, y una secretaría. El director de la oficina vivía en Madrid, así que, una vez al mes, volaba a Barcelona y ocupaba su despacho durante unos cuatro días en total.

Como, a pesar de no ser el mejor programador del mundo (es lo que tiene la intrusión laboral), me llevaba muy bien con mis compañeros (sobre todo con el equipo de trabajo de Oracle, con los que trabé muy buena amistad), me permitieron hacer algo que alguno de ellos ya llevaba años haciendo: guardar la corbata en un cajón para ponérmela cuando Carlos, el director de la sucursal, aparecía por la puerta, y quitármela cuando la cerraba tras él.

A fin de cuentas, me valoraban por el trabajo que desempeñaba, y al cabo de un año y un mes, fui yo quien, harto de un entorno laboral, la programación a medida para clientes financieros, que no me motivaba; de la competitividad rampante (otro día hablaré del chulito que entró como consultor raso y, digamos que haciendo uso de su apariencia física -jugador de balonmano-, consiguió que Pilar lo nombrase director de la sucursal por delante de otros cuya valía profesional -su trabajo- no se merecía el ostracismo), y de aguantar un ambiente viciado por el humo del tabaco.

Más adelante, en otro trabajo, demostré que mi profesionalidad no tenía nada que ver con la forma de vestir. Cuando ofreces servicio como help-desk, el usuario valora que le ofrezcas una solución. Y que lo escuches. Ahí también hice muy buenos amigos. Y que mi compañero de trabajo, trajeado él, emprendiese una campaña de acoso y derribo: se sintió amenazado por mi eficiencia y con mi buena relación con el personal. En fin, él se quedó con el puesto de director de IT, y yo desembarqué en otro trabajo más divertido donde, me parece, la apariencia es lo de menos.

O no.


¿Hay corbatas en el género? Sin lugar a dudas, sí. Porque hay gente que lee género (fantasía, ciencia ficción, terror, aunque la madre del cordero de todos los debates es la CF) que tenga apariencia de género. Que tenga una corbata bien vistosa, clásicota; mucha nave, mucha tecnojerga, mucha apariencia pseudocientífica. Hay gente que huye de las corbatas más hard como de la peste, señalándolos con dedo acusica. Las suyas son corbatas respetables, de marca. También hay obras vestidas con corbatas más al gusto mainstream, que mezclan con descaro lo mejor de ambos mundos, o que directamente usan una corbata con bermudas tejanas, camiseta rota y tirantes. Que se ríe de las convenciones. Y es que la risa es buena, es sana, es subversiva ¿Y qué importará la corbata, si lo que buscamos es una obra que cumpla, por lo menos, con unos requisitos mínimos? Vistámonos con ellas o deshagámonos de ellas, pero no permitamos definir las obras sólo a través del color y el corte de la corbata. Los requisitos a los que hacía referencia son los que conforman la narrativa: trama, temas, tono, personajes, conflictos, resoluciones, etc, elementos que conforman la obra con independencia del género. Por eso me subleva, tanto como que me obliguen a vestir con traje y corbata para pogramar en una sala cerrada "para ofrecer una buena imagen" a unas visitas que no van a dignarse a pasar entre unos currantes, que el lector o espectador discrimine una obra porque aparezcan o no naves espaciales; porque los efectos especiales sean espectaculares o sólo sean renderizaciones cutres; que la obra sea española, americana o iraní; porque los personajes estén de buen ver o sean más feos que pegarle al padre; porque salgan tetas, pollas y culos o dejen de salir; o por cualquiera de las apariencias por las que nuestros prejuicios corbateriles lleva a cerrar la tapa del libro, a cambiar de cadena o a buscar un burger abierto y hacer caso omiso a la narración y los elementos que mencionaba antes, que el lector/espectador disfrutaría si no fuera por esas apariencias, esos prejuicios.

lunes, septiembre 15, 2008

Puente de septiembre en Invernalia

... o, cuanto menos, se le parecía...

De Carcassonne, septiembre 2008


... pues, entre sus paredes, parecía que ya había llegado el invierno...

De Carcassonne, septiembre 2008


Agosto, Diada, la Mercè... Espero retomar el blog un poquito más en serio cuando pase el minotauro :)

jueves, septiembre 04, 2008

Pintan bastos, y reciben los mismos


La crisis está aquí, y ha venido para quedarse. O eso apuntan los más agoreros y/o alarmistas (con los medios de comunicación que nos hemos ganado, no veo yo mucha diferencia).

El refranero popular es una fuente inagotable de dichos, valga la rebuznancia, populares. Una de ellas, que ilustra lo que quiero comentar, es aquella de que, cuando se hunde el barco, las ratas huyen primero. O algo así. No estoy muy puesto en el refranero, lo reconozco. Hoy, el partido que parecía huir de propuestas populistas (no sé por qué me persiguen los adjetivos derivados del latín populus en materia social... eh... uh..., rectifico, que acabo de acordarme de los 400 euros de "regalo" por votarlos... El partido que parecía huir de medidas populistas en materia de inmigración hoy pega un vuelco y, aprovechando el miedo a la crisis, pega el portazo a la inmigración. La "legal", se entiende.

("Santiago y cierra España", le faltó decir.)

A poco que uno piense, se da cuenta de:

1) Le arrebata, en el momento adecuado, esta arma electoral (la del miedo a los foráneos) a los populares (populus, populi);
2) Además, deja a los partidos a su izquierda (un territorio que queda cada día más amplio, a juzgar por los derroteros sarkozianos que está tomando el gobierno de ZP) en terreno enfangado, porque si un partido nominalmente socialista y obrero argumenta que, ante el paro rampante, los españoles van primero, ¿quién se lo va a rebatir?

Pero claro, a uno le da cierta grima que, tras un año aproximadamente de cantar que viene el lobo (léase la crisis), esta medida vaya a aportar algo. Porque, en caso de que usted o yo nos quedemos en el paro, y no procedamos de la hostelería, la construcción o la limpieza, ¿aceptaríamos un trabajo precario en estos ramos? Sí, usted, el profesional de la arquitectura, o de la informática, ¿se ve amenazado por hordas indias, magrebís o chinas? Porque esta es la lectura que, si uno no se esfuerza en discriminar, parece desprenderse de las palabras de Corbacho (el Celestino, el ministro, no el José, aunque sean de la misma ciudad).

Las causas de las crisis parecen bastante más complicadas que una hipotética saturación del mercado laboral del país; algo que, en situaciones de bonanza, es en sí un oxímoron, como creo (y si me equivoco, dejo a historiadores y sociólogos que me ilustren) que ocurrió en Cataluña, Madrid y Euskadi entre los decenios de los años cincuenta a los setenta.

Sin embargo, a los políticos de barra de bar y tertulianos de sofá no nos va eso de analizar la situación socioeconómica del país con profundidad: no lo hacen los políticos, lo vamos a hacer nosotros, que recogemos sólo las migajas ideológicas que en forma de titulares nos van soltando a través de los medios amigos, o convenientemente tergiversadas (que tampoco es tan difícil) por los hostiles.

Dice Juan Varela:

Pero es más fácil gritar los españoles primero y olvidarse de las ingratas tareas de regular mejor el mercado laboral, aumentar la inspección, flexibilizar la contratación para mejorar la calidad y posibilidad de nuevos empleos en lugar de rebajar siempre cotizaciones y salarios, y educar a los españoles en las consecuencias irreversibles de la globalización y el desarrollo económico.
El mercado laboral es internacional, no local, y los hijos del estado del bienestar están ubicados en las partes altas de la pirámide laboral y social. O son capaces de encontrar trabajos de mayor calidad por su educación y especialización o deben competir con las nuevas clases trabajadoras que surgen de una inmigración que siempre, siempre, es sinónimo de riqueza.
Porque esa es la otra cara de la inmigración. Obedece tanto a las duras reglas del mercado que se frena cuando no hay trabajo y aumenta cuando una economía crece.
Con la única excepción de la inmigración de la desesperación. La que muere todos los días en las costas de África y España antes de malvivir en sus países.



Quizá la depuración de un mercado que ha vivido del pelotazo del ladrillo durante tanto tiempo (y que ha hecho oídos sordos durante ese tiempo y más a las voces que advertían del santo fostión que nos esperaba), que ha dilapidado las ayudas comunitarias (¿alguien dijo lino), que ha descuidado la formación, el I+D y que ha permitido un desequilibro tan radical en sus territorios (no, no estoy haciendo coña con las reivindicaciones de Cataluña y Extremadura: las ayudas comunitarias y los fondos de cohesión estaban, se supone, para que todos viviésemos bien, ¿no?) habría desactivado propuestas tan lamentablemente demagógicas y populistas, haciendo que quien las verbaliza se ruborizase hasta las cachas ante las risotadas del respetable.

Pero, claro, eso exige un esfuerzo. Empezando por la clase política y acabando por nosotros mismos, hijos catódicos del tomate y el fútbol. Panem et circenses, populi.

domingo, agosto 31, 2008

miércoles, agosto 06, 2008

Centrifugando (o sea, a vueltas con el agua)

Como bien apunta Manu, Aigües de Barcelona subirá el precio del agua, a causa de la falta de liquidez (jaja) causada por el aumento del ahorro del consumo por parte de los ciudadanos, solicitada (casi exigida, que ya me parece bien, con una penalización por el derroche de agua) a causa de la sequía que amenazó el suministro de agua en el Àrea Metropolitana (y con unos efectos colaterales yo diría que peores: el descenso del caudal de la cuenca del Ter, la batalla demagógica para impulsar la mierda del Plan Hidrológico Nacional, como siempre tirando de tópicos y de nacionalismos de todo pelaje...).

Hablando de demagogia, voy a hacer uso de un poquito de ella, ya que: 1) no soy periodista; 2) con el calor no tengo ganas de investigar; 3) a pesar de las vacaciones, tampoco dispongo de tanto tiempo que perder; 4) el calor me produce una mala leche acojonante. Allá donde haya un dato erróneo, impreciso o incompleto, dejo a la buena voluntad del lector su corrección. Así como que me demostréis que estoy meando fuera de tiesto. Como digo, es, simplemente, una rabieta veraniega de consumidor apaleado además de corneado.

Este razonamiento se podría aplicar también a otros servicios, aunque el caso del agua es más sangrante: podemos pasar, si nos proponemos, de luz y de telefonía, pero a menos que tengamos un terreno y un acuífero del que echar mano, no darse de alta del suministro de agua puede tener unos efectos perjudiciales:

1) a nivel social: al quinto día sin ducha, creo que hasta los amigos del alma huirían de tu presencia;
2) a nivel de salud: vale que se puede comprar agua mineral en el súper, pero supongamos que usas el agua del grifo por lo menos para el puchero y para lavar los platos.

Estaremos de acuerdo en que el agua es un bien primordial. Un derecho que no se le puede negar a ningún ciudadano.

Durante un tiempo, las empresas encargadas del suministro (y aquí es donde no estoy seguro) dependían del Estado, ya fuese porque eran empresas públicas, o bien porque, dada su naturaleza, su actividad estaba regulada.

Llegó una época en que las empresas y los servicios públicos se privatizaron (como pasó con Telefónica, Iberia, Endesa, etc.).

Como empresas privadas, su actividad se encamina a conseguir beneficios. Es lo que tiene el capitalismo. No voy a dar juicios de valor sobre el asunto.

Pero sucede que, por lo que yo sé, y corregidme si me equivoco, en el Àrea Metropolitana no tienes más opciones para acceder al bien primordial llamado suministro de agua que a Aigües de Barcelona, propiedad del Grupo Agbar.

Grupo que cuenta con más de un centenar de empresas. Aparte de inversiones, prestación de otros servicios y demás.

Por tanto, como ciudadano del Àrea Metropolitana que quiere beber, comer y ducharse y no tiene para abrirse un pozo, me veo obligado a pagar las inversiones de un holding empresarial en vaya usted a saber qué negocios. ¿Y cómo me lo pagan? Subiéndome las tarifas del agua cuando los beneficios para seguir con sus negocios, más allá del suministro del bien básico que debería tener garantizado, descienden porque, por una vez, nos preocupamos por asegurarnos el suministro y por cuidar un poquito, un poquito, el medio ambiente.

Si quieres agua, finánciame mis beneficios y mis inversiones.

¿Se puede saber qué mierda de razonamiento es este?

El verano del Daydream, y de Ben Harper, y de Bruce Springsteen

Cada vez estoy más convencido de que, de pequeño, no debería haber sido tan vago, debería haber cambiado el piano por la guitarra o el bajo, y debería haberme lanzado a la carretera.

Pocos veranos (en el sentido más amplio: temporada de verano, desde mediados de junio, antes del solsticio) había disfrutado con tanta y tan buena música). A excepción de algunos bodrios que nos colaron en el festival ad hoc que les montaron a nuestros adorados chicos de Oxford, Radiohead.

Creo que en algún sitio lo comenté: uno de mis escritores más admirados es Jarvis Cocker. Y las obras que ha escrito, cada una de ellas se comprime en canciones de cuatro minutos de media. Aun así, si una canción no tiene el arrope adecuado en su rabia, o amor, o pasión, o lujuria, de melodía y arreglos (y talento, mucho talento), pues acabas arrojando perlas al abrevadero.

La contrapartida es que ¡se lo deben pasar tan bien sobre el escenario! A veces parece que incluso mejor que el público. El ejemplo sería ver a Ben Harper completamente superado por los vítores y aplausos tras "In the Colors", cinco minutos en los que se quedó estupefacto, cinco minutos de claca, en los que sólo pudo articular un par de thank you y golpearse el corazón. O a Bruce Springsteen jaleando al público, pidiéndole más y más, y señalar un reloj imaginario el 20 de julio cuando ya rebasaba las tres horas de concierto y aún no había encarado el último bis. Y vaya bis.

No cabe duda que, en cuanto a inmediatez de la comunicación, y la retroalimentación entre el artista y el público, la música está en cabeza; aparte de ser altamente gratificante. Incluso llorar como una magdalena en "Brilliant Disguise" tiene algo de gratificación íntima que pocas cosas en este mundo han conseguido darme. Tanto como para... ¿os habéis dado cuenta? Sí, dos de los enlaces anteriores corresponden a los set lists de los dos conciertos de Bruce Springsteen en Barcelona. Sí, el 19 de julio fue mi primer concierto del Boss. Y el 20 de julio..., el segundo. Conseguir las entradas del concierto del 19 fue todo un espectáculo, como comenté por aquí. Pero en la entrada vi un montón de gente deshaciéndose de sus entradas al precio de salida. Mucho reventa que se tuvo que comer los mocos gracias a la estrategia de la promotora de reservar unos miles de entradas para poner a la venta semanas antes del evento. Pero también gente de a pie que tenía un familiar o amigo que no podía asistir. Así que el domingo, tirados en el sofá, Nuria me dijo: "¡Cómo me gustaría ver otra vez un concierto del Boss!". A lo que dije: "Pues vamos a probarlo".

Y qué fácil que resultó.

Aun con la espectacularidad y la entrega del de Nueva Jersey, de los tres (en realidad, cuatro) conciertos me quedaría con el de Ben Harper: mucho más cercano que los Radiohead (que qué fríos que son los joíos, pero qué buenos que son) y menos estruendoso que los terawatts de potencia del equipo de sonido en el Camp Nou. Rock con mucho soul, ramalazos de blues y reagge, convicción, pasión y delicadeza. Ben Harper and the Innocent Criminals es, de los tres grupos, con mucho el más versátil.

Pero qué verano :)

domingo, julio 20, 2008

Felicidad

Por desgracia, tuve pocas ocasiones (y tranquilidad cero: qué poco queda de aquellas sesiones de literatura zen) para plasmar en fotografías un aspecto que, después de un mes de trabajo a destajo, quebraderos de cabeza y alguna que otra decepción (una muy fea de la imprenta que imprime los libros de cartoné, que son la antítesis de Reinbook, una gente maravillosa que ama lo que hace y que, a Quique y a mí, nos demostraron con creces), hace que el esfuerzo haya merecido la pena, mucho, mucho más allá del éxito de las convocatorias en la Jaume Fuster y en el NH Pódium:

Las sonrisas de los que conseguía una dedicatoria, unas palabras siempre amables, y unas fotos con George R.R. Martin.

Obviamente, estos actos forman parte de una visita promocional del autor, y estoy seguro de que la inversión realizada para traer al autor a España se verá cubierta con creces. O igual no, aunque lo dudo. Pero, igual que cuando nos dejamos un pastón para ir a ver, por ejemplo, a Bruce Springsteen en el Camp Nou, la entrega, la pasión y la lírica de una noche de rock bajo la luna barcelonesa será lo que llevaremos siempre en la memoria y, sobre todo, en el corazón.

Esa sensación era la que me acompañaba el viernes por la noche, tomando unas tapas y unas cañas con mi MJ ;) y con unos cuantos amigos mientras George & Parris cenaban en el restaurante de al lado con más fans (toda una compañía de asshaítas) y colaboradores de la casa: la satisfacción de haber contribuido, aunque sea mínimamente, a repartir felicidad entre unos cuantos cientos de lectores.

Todo ha merecido la pena.

Algunas fotos, por aquí y aquí. Y surfeando, seguro que encontráis más...

jueves, julio 17, 2008

Casos particulares II: el idioma (II)

Como decía en una entrada anterior, el uso del idioma (català/castellano/inglés/árabe/whatever) en mi entorno es de lo más natural que uno se pueda echar a la cara.

Cosa diferente es el uso como arma arrojadiza que hacen los políticos. Y los imbéciles. Perdón por ser reiterativo.

Creo que ya lo he comentado alguna vez: la Política, así, en mayúsculas, como concepto teórico de trabajo en pos de la comunidad, e incluso en algunas de sus aplicaciones prácticas, me apasiona. Por desgracia, la Política se encuentra infectada de políticos poco hábiles, arribistas o, en el peor de los casos, politicuchos demagogos como este que, en vez de invertir sus esfuerzos en trabajar, desde la oposición (que no es poco), por el bien de Cataluña, pues no, se dedica a denigrar a Montilla por su poca grasia (que diría mi madre con su acentillo sevillano) al hablar catalán.

¿Un desliz? Lo dudo. Siempre que he oído una intervención de Felip Puig ha sido en términos despectivos, irónicos o demagogos. Nunca le he oído una propuesta, nunca una crítica desde los fundamentos de la política o de sus territorios adyacentes (economía, justicia, industria). Ojo, que digo "desde los fundamentos": los argumentos demagógicos son realmente fáciles de perpetrar. Lo haría hasta yo, fijaos qué os digo...

Evidentemente, las reacciones no tardarán en surgir. Aparte de abonarle el terreno a La Caverna derechona, los catalanes de a pie tenemos que afearle semejante comportamiento. Ya lo hacen en el editorial de El Periódico de hoy.

¿Y el caso particular? ¿Os he dicho que mi madre tiene acentillo? Pues hará más de treinta años que hizo las maletas y se vino a Barcelona, para dos años más tarde recalar en Cerdanyola del Vallès, a instancias de mi padre, que hizo la mili en Figueres y decidió buscar trabajo donde había posibilidades de prosperar. Y eso no era en su Sevilla natal. Mi madre, que nació en 1930 y sufrió la Guerra Civil y la posguerra, vivía en un corral de vecinos muy humilde con sus siete hermanos (contando los hermanos fallecidos, hubiesen llegado a ser trece). Sobrevivir no era nada fácil, y antes que enviarla a la escuela, al ser la hermana mayor, mi abuela la obligaba a fregar, a cocinar y a cuidar de sus hermanos pequeños. Apenas le llegó el colegio para enseñarle a leer y a hacer las cuentas.

Y con veintitantos años vino a Cataluña. Lejos de la familia, sola en casas, el mundo se le venía encima. Y en un lugar con otro idioma, aunque reprimido desde la dictadura. Ella, a pesar de su breve escolarización, se esforzó por hablar en catalán... hasta que una vecina se le rio, como acaba de hacer Puig, por su dicción. ¿Y qué quería, que a los dos meses, o incluso al año, hablase como Pompeu Fabra?

Mi madre entiende a la perfección el catalán, hasta el punto de ser incapaz de distinguir si el canal de televisión que tiene sintonizado es TVE, TV3 o cualquier otra. Pero no lo habla. "De mí no se ríe nadie. No lo hablaré, pero que sepáis que a mí no me vais a tomar el pelo, porque lo entiendo todo", le espetó a tan estúpida vecina. Por tan malos vecinos y por tan malos políticos, mi madre no habla catalán. Que lo sepas, Felip Puig.

lunes, julio 07, 2008

Una buena noticia

Así, a vuelapluma, y que quizá fastidie a uno de esos usureros de la cultura que tanto gusta de imponer cánones y recaudar por silbar melodías:

La mitad de las descargas por BitTorrent son de series de TV

(Fuente: The Inquirer; leído en el boletín diario del CERT)

sábado, julio 05, 2008

Casos particulares I: el idioma

Pues nada, como si no tuviese suficientes cosas que hacer, pues inicio una nueva serie de entradas en este vuestro cuaderno de bitácoras. Una serie sobre vivencias particulares que no dejan de ser eso, particulares, cuya intención es, en la medida de esta mirada particular, romper con generalismos, por desgracia demasiado habituales, que distorsionan, desde la ignorancia, el aforismo descerebrado, el partidismo y la tendenciosidad (todos pecados comunes, muy comunes, del que no nos salvamos) una realidad mucho más rica, diversa y, por desgracia, empañada por lo anterior.

Vivo en Cerdanyola del Vallès, como ya sabréis. Mis padres nacieron en Sevilla y, allá por los años sesenta, vinieron a Cataluña en busca de una vida mejor. Soy catalán, castellanoparlante por mi educación familiar, y casi casi bilingüe tanto por la educación recibida como por el entorno en el que vivo. Atesoro como oro en paño la capacidad de expresarme en ambas lenguas, aunque por escrito no domino el catalán como me gustaría, como lo hago en el castellano con un cierto... estilo. Pesado, recargado, reiterativo, pero un estilo :)

Por fortuna, tengo un círculo de amigos apreciable (tanto en el sentido cuantitativo como en el cualitativo). Tan diverso es que ahora mismo no sabría deciros el portentaje castellanoparlantes/catalanoparlantes que hay en él. Y en ningún caso son grupos segregados: lo habitual es que, en cualquier quedada, estén mezclados. Matrimonios incluidos. También cuento con amigos holandeses, con los que hablo en castellano o inglés, indistintamente; un amigo irlandés, una italiana (también en inglés), y seguro que me dejo a alguien es este mundo tan cosmopolita y políglota.

Comunicarme con todos ellos, independientemente del idioma, es todo un placer. El placer de la amistad.

Mi vivencia particular:
Mi familia, por sus raíces, es castellanoparlante. Nuria es castellanoparlante, con ascendentes catalanoparlantes (abuelo materno lleidatà, abuela materna de la Franja de Ponent; abuelo paterno leonés, abuela paterna --que cuenta con 107 años y medio, y con un estado de salud diría que mejor que el mío-- valenciana). Algunos de sus tíos hablan catalán, otros castellano, y uno francés.

Con Nuria acostumbro a hablar en castellano. A veces hablamos en catalán, sin patrón alguno. Las palabras cariñosas acostumbramos a decírnoslas en catalán. No sé por qué: supongo que por su sonoridad. A mí, t'estimo suena menos impostado que te quiero, pero vamos, como el verde me gusta más que el azul y no dejan de ser ambos colores.

Tengo amigos castellanoparlantes con los que hablo en castellano. Ningún problema.

Tengo amigos catalanoparlantes con los que hablo en catalán. Ningún problema.

Tengo amigos catalanoparlantes a los que conocí hablando en castellano, y nos cuesta a ambos cambiar al catalán. También me ha pasado con amigos castellanoparlantes a los que conocí en catalán. Cuesta un poco menos, pero nos encontramos más cómodos en catalán. Cosas de la inercia, en ambos casos.

Lo más divertido es cuando estamos en pandilla: si hablo mirando a un catalanoparlante, empiezo hablando en catalán, pero si me giro y la siguiente persona es castellanoparlante, en mitad de la frase ya he cambiado de idioma; si sigo girando la cabeza, pues el idioma en que prosigo la charla dependerá de la otra persona. Si hablo mucho rato (cosa que no suele pasar más que en este cuaderno de bitácora) puede que ya empiece a cambiar al tuntún.

¿Qué es más destacable que me ha ocurrido con el uso del catalán y del castellano? Unas risas que no veas.

¿He tenido alguna vez algún problema? Pues..., la verdad es que no.

¿Me han pedido alguna vez que cambie de un idioma a otro? Pues la verdad... No. Incluso sé de una amiga que se harta de pedirme que le hablemos en catalán, aunque sea madrileña, para poder adaptarse, y se queja de que somos una panda de tolerantes y que así no aprenderá nunca el catalán si no es yendo a clases particulares. Puede :)

Al fin y al cabo, a mí, duro de oído que soy, cuando le digo a alguien que me interpela que por favor me repita lo que ha dicho, indefectiblemente me lo repite en castellano, aunque haya empezado en catalán y yo le haya pedido, también en catalán, que me lo repita. Y después no hay quien le haga cambiar al catalán.

Estas son las anécdotas más destacables en un entorno con dos idiomas para comunicarse. Absoluta normalidad.

Así que nadie venga a decirme a mí, a mí, que están vulnerando mis derechos. Ya me valgo yo para defenderme si alguien lo hiciese. Que no es mi caso.

Otra cosa es, después, cómo unas vivencias privadas (como es el uso privado de la lengua propia, y el uso social de las lenguas oficiales) se usan como arma arrojadiza por los partidos políticos, y por plataformas no políticas, pero casi, para obtener rendimientos electorales. Porque no veo a ninguna, absolutamente ninguna de las fuerzas políticas, que defienda cualquiera de las posturas por el interés común, la verdad.

Álex dixit ;)

domingo, junio 15, 2008

Uno de esos días...

Hace dos semanas en las que el sol es aquello que cuelga del otro lado de la ventana.

Estoy exhausto. Y la primera víctima es la Semana Negra. He decidido no ir. Lo siento por Martin, lo siento por mis amigos, pero que al primero lo pasee otro, y los segundos que disfruten de su presencia. Qué ganas de descansar, descansar de absolutamente todo.

No sólo el cansancio ha hecho que estos días, además, se me desate la rabia. Sí, estoy rabioso. En esta situación, sé que lo único que mejora es mi escritura. Pero como no tengo tiempo, me toca ajo y agua. Así que no me acariciéis, que muerdo. ¡Roar!

Como de algo me ha de servir el blog (que hace tiempo que tengo abandonadito; bueno, tenemos: no sé qué andará haciendo el otro colaborador) que sirva de desahogo. Este es uno de esos días, por desgracia demasiado frecuentes últimamente.



Lo mejor de la semana: Radiohead, en compañía de mi sobrino y de Juanma. Y de otras 20.000 personas que pasaban por allí, muy arrejuntaditos todos :) Otro día lo comento (con dedicatoria a Gabriella y Víctor, of course, que los echamos de menos).

viernes, mayo 23, 2008

Tres minutos de música y referencias friquis

Apenas a unas horas vista del tercer Día del Orgullo Friki, me ha llegado un aviso del sitio oficial de Weezer (grupo que sigo desde su Blue Album, y cuyo Red Album -sí, son así de originales, los chicos- está al caer), avisando de que el grupo acaba de colgar en YouTube el videoclip del primer single: "Pork and Beans".



Toda una delicia friqui, geek, nerd y cualquier adjetivo "rarito" que se os ocurra.

Feliz Día del Orgullo Friki. Que la Fuerza os acompañe.

(Espero que, de una vez, me pueda sacar esa espinita clavada y pueda por fin ver a los californianos de "Buddy Holly" en directo.)

miércoles, mayo 21, 2008

Estulticia

Y pongo este título para:

1) suavizar lo que realmente pienso;
2) para identificar a los sujetos del colectivo en cuestión, que van a tener que buscar la definición. Del título y de algunos términos más...

La cuestión es que, como a muchos otros, los personajes malotes me seducen: House, Shark, Barney, Risto... Sí, soy de ese tanto elevado por ciento de la población al que OT le repatea las gónadas pero, ¡ey!, que conecta con la cadena amiga sólo para ver como el esade porfía con los concursantes. El destino de estos me la trae bastante al pairo.

Si no conocéis la mecánica del concurso, pues mira, tampoco hace falta y no os voy a hacer perder el tiempo más de lo que hacéis leyendo esto. Concretando: ayer expulsaron a una chica a la que el público, por otra parte, ha demostrado durante galas y galas una execrable falta de respeto. Es este, por cierto, otra consecuencia del aspecto que os quiero ilustrar, que se recoge en el vídeo siguiente (un pretendido "divertimento" recopilando alguna de las joyas de la joven susodicha) entre los minutos 4:30 y 4:50 (os recomiendo ahorraros el resto). Helo aquí:



De la docena de concursantes, tres (a bote pronto, en una estadística grosera, un 25% de la población) que se vanagloria de no haber leído nunca un libro. Y aquí se supone que se forjan los "ídolos" de una generación determinada, comprendida en el target de los productos de Vale Music.

No leen nunca un libro. ¿Y pretenden ir de rositas por la vida? No es de extrañar que la dicción del inglés sea, las menos veces, horripilante, cuando no patética; que la impostura de unas cáscaras vacías impere en conversaciones insustanciales; que se caiga en la indolencia, en la impertinencia, la imprecisión y la superficialidad. Y, de rebote, que la esencia artística quede deslavazada y desnaturalizada, pues un artista que no cultiva su talento (y se cultiva a través de la cultura) no tendrá nada que transmitir.

Ojiplático me quedé ayer. Y Risto, de esto, no dijo nada. Espero una buena reprimenda la semana que viene.

Editando: Pero para antología, la analogía de Risto entre la elección de "Smells Like Teen Spirit" para su perpetración por dos triunfitos y ciertos actos íntimos de otro tipo de ídolos. Minuto 0.30 del metraje:

domingo, mayo 18, 2008

Juego de tronos: el placer de la lectura

Que no me ponga a pontificar, me dice spaceface. Ya sabe que no es lo mío: yo soy más de razonar, de exponer argumentos, de no dar nunca frases lapidarias.


Juego de tronos es un libro in-dis-pen-sa-ble. Una obra maestra. Y si no lo es, es una obra maestra del entretenimiento más adictivo.

Ya, os diréis que qué credibilidad puedo tener, teniendo cierto interés en que la obra se venda como churros. No es interés: es la hipoteca; en serio ;)

Tonterías aparte, el jueves acabé por primera vez de leer el título antes mencionado. Sí, sí, como lo leéis: la primera vez que me lo leo; esto es: llevo el libro en la bolsa, lo saco en el trayecto del cercanías, en mis ratos libres tras la comida, en el sofá o en la cama, y lo leo secuencialmente, sin insertar correcciones, sin unificar nombres, sin preocuparme por líneas demasiado cortas, por criterios ortotipográficos, por un quítame de aquí esa línea viuda ni nada relacionado con la producción.

Lo bueno es que, aunque me sabía casi todo el texto (exceptuando algunos capítulos más densos, más descriptivos), la lectura ha sido todo un placer, de principio a fin. He vuelto a emocionarme como la primera vez con ciertos episodios...

... y dejad de leer a partir de aquí si sois de los más suspicaces a la hora de interpretar un dato genérico como un spoiler concreto...

..., como la boda de Daenerys (que me arreboló como si estuviese... bueno, eso), la coronación de Viserys (los vellos como escarpias, otra vez), la emboscada en el Desembarco del Rey, la visión de Arya en el Gran Septo de Baelor (aún creía que Martin no sería capaz de hacer lo que hizo con cierto personaje), la Declaración de Independencia, la batalla del Vado, el nacimiento... Tantos y tantos sucesos que, cada vez que mis ojos se posan en ellos, ya sea por pura lectura, ya por cuestiones de trabajo, me arrastran y me obligan a leerlos de nuevo, eso, eso quiere decir algo.

Si no lo habéis leído, os sugiero que lo comprobéis. Pocas veces un libro me ha gustado tanto como para no poner límites a su relectura.