Lo bueno de maquetar (o compaginar, como queráis llamarlo) es que, quieras o no, al final acabas viendo (aunque no del todo, eso nunca) los entresijos de la, llamémosle así, "arquitectura literaria".
Lo malo: aunque no estás leyendo, porque no estás leyendo, los acontecimientos narrados se te filtran como por ósmosis.
Como sabéis (y si no, deberíais), a principios de agosto se puso a la venta la edición de bolsillo de Juego de tronos (para más info, aquí).
Martin es una de mis debilidades lectoras. Y lo descubrí con Muerte de la luz, maquetándola para Gigamesh.
Me encantan los libros de bolsillo. Los encuentro más cómodos y manejables; también más baratos y, para los que tenemos la estantería a reventar, muy prácticos.
Así que me hice con un ejemplar, lo abrí para disfrutar del prólogo... Y ya voy por la página 200. Pero con un aliciente: me lo estoy leyendo. De verdad. Y, ¡por los dioses antiguos y nuevos!, qué gustazo sentir el viento frío del Muro en los huesos, el humo de los banquentes en Invernalia y Desembarco del Rey, el vozarrón de pendenciero del rey Robert y, sobre todo, las sensaciones de cada uno de los personajes. Y descubrir unas cuantas premoniciones que me habían pasado desapercibidas. Y disfrutar con detalles que había leído a vuela pluma. Y engancharme a la trama de nuevo.
Y, claro, encontrarme con alguna errata :(
miércoles, agosto 22, 2007
miércoles, agosto 15, 2007
Bailando hasta la extenuación (Summercase spin-off #02)
Me estoy adelantando a acontecimientos aún no narrados en este cuaderno de bitácora, pero las circunstancias me obligan a avisaros: !!! estarán de nuevo en concierto el 2 de noviembre (del 2007, se entiende) en la sala Razz Club (o sea, la sala grande) del complejo Razzmatazz de Barcelona.

Decidí ver a los !!! en vez de a Kaiser Chiefs porque a estos ya los había visto teloneando a U2 dos años atrás y porque, como ya comenté por aquí, la música de este grupo neoyorkaliforniano es visceral, sexual y orgánica, de esas que se te cuelan entre los huesos y te hace menear el esqueleto. Fui con las expectativas muy elevadas... y las superaron, vaya si las superaron, y con muchas, muchas creces. Aquello fue un sindiós de baile, sudor y extenuación. ¿Que no me creéis?
Must Be the Moon (Summercase 07 Barcelona)
Heart of Hearts (fragmento - Summercase 07 Barcelona)
Desafortunadamente, este concierto coincide, en fechas, con otro evento al que tenía previsto asistir: la HispaCon 2007. Pero, dado que cierto proyecto aún está en estado embrionario, que ya he visto muchas HispaCones, que estas se me van haciendo monótonas (porque el modelo no dé para más, porque no haya mucho más que tratar, porque no conseguimos que haya una auténtica financiación o porque, simplemente, me aburren) y que la música me tira más que estar encerrado entre cuatro (o dieciséis: la planta del pabellón Hassan II forma una estrella de ocho puntas)... Nos vemos el 2 de noviembre en el Razzmatazz.
Página web
MySpace targ

Decidí ver a los !!! en vez de a Kaiser Chiefs porque a estos ya los había visto teloneando a U2 dos años atrás y porque, como ya comenté por aquí, la música de este grupo neoyorkaliforniano es visceral, sexual y orgánica, de esas que se te cuelan entre los huesos y te hace menear el esqueleto. Fui con las expectativas muy elevadas... y las superaron, vaya si las superaron, y con muchas, muchas creces. Aquello fue un sindiós de baile, sudor y extenuación. ¿Que no me creéis?
Must Be the Moon (Summercase 07 Barcelona)
Heart of Hearts (fragmento - Summercase 07 Barcelona)
Desafortunadamente, este concierto coincide, en fechas, con otro evento al que tenía previsto asistir: la HispaCon 2007. Pero, dado que cierto proyecto aún está en estado embrionario, que ya he visto muchas HispaCones, que estas se me van haciendo monótonas (porque el modelo no dé para más, porque no haya mucho más que tratar, porque no conseguimos que haya una auténtica financiación o porque, simplemente, me aburren) y que la música me tira más que estar encerrado entre cuatro (o dieciséis: la planta del pabellón Hassan II forma una estrella de ocho puntas)... Nos vemos el 2 de noviembre en el Razzmatazz.
Página web
MySpace targ
sábado, agosto 04, 2007
Cuando conocía los secretos del Universo
En septiembre hará ya once años que aprobé el último examen (Mecánica Clásica de cuarto, cómo no, como casi todos los alumnos de aquellas promociones que teníamos como profesor a Joan Solà) y me titulé en Físicas.
Once años. ¡Guau! Cómo pasa el tiempo...
Como todos los recuerdos, estos están destilados por las sensaciones, idealizadas por la juventud: los sueños que urdía y que aún no habían empezado a caer, por el círculo de amigos que parecía que iba a durar eternamente, por los amoríos (dos sólo, ¿ein? Uno que acabó en calabazas y otro que aún dura y perdura y que mantenemos encendido desde hace doce años) y, sobre todo, volviendo a este caso en concreto, por los conocimientos que, momentáneamente, adquirí en los seis años que pasé en la UAB.
Momentáneamente porque, si hace once años podía calcular el movimiento orbital, comprender la deformación espaciotemporal en las inmediaciones de una estrella masiva o describir los orbitales mediante funciones de probabilidad, hoy no os sabría calcular ni una triste y sencilla trayectoria parabólica.
Pero hace once años me sentía como si, mirando a mi alrededor, pudiese declamar: "Universo, conozco tus secretos".
De chiquitín ya quise cursar físicas. Bueno, mi primera vocación fue veterinaria, pero a los siete u ocho años tuve un arrebato de sensatez, y con mis pocos redaños para matar una mosca y mi pulso más bien azaroso, me decanté por algo menos peligroso para los animales (quizá no me habría importado tanto si hubiese decidido ser cirujano). Mi ilusión era conocer aquellos secretos guardados en el interior de las estrellas, en la vastedad del océano de la noche. ¿Por qué? Bueno, para aquellos que no lo sepáis, ese amor por el Universo nació cuando, con cinco años, mi hermano me llevó al cine a ver:
Star Wars
(Sí, sí: Star Wars. La culpa de todo esto la tiene, en el fondo, George Lucas. Si cuando digo que soy friqui, lo digo con conocimiento de causa.)
Pero, si la vocación hubiese quedado restringida a ese impacto infantil, en bachillerato ya me habría dado de bruces con la realidad. Pero hubo otros estímulos, tanto externos (las revistas Algo 2000 y Muy Interesante -por aquel entonces, algo más científica y mucho menos sensacionalista-, la magnífica serie Cosmos, de Carl Sagan) como internos: el conocimiento de cómo funcionan las cosas en su sustancia más íntima. Pocas cosas me parecían, y me parecen, más maravillosas que la conexión entre las fuerzas nucleares y la combustión de las estrellas que nos permiten existir y preguntarnos y, poco a poco, ir desvelando la naturaleza de esas fuerzas.
Once años. Después, unos cinco meses de paro, dos meses de cursillo en Madrid, "becado" (o sea, 70.000 pesetas en negro pagados por la empresa) por ProfIT para recibir formación en Cobol, que después no me sirvió para el año largo que estuve desarrollando aplicaciones a medida en entorno Oracle (y en un entorno empresarial que, para esta cándida alma comunista, como que se la traía al pairo); tras eso, seis meses en Cruz-Verde bajo la dirección cuanto menos caprichosa de un inepto que simplemente quería comprobar cómo se desenvolvía un físico sin tutela en un laboratorio de ambientadores; dos años y medio ejerciendo de help-desk en Whirlpool (una experiencia maravillosa en cuanto a adquisición de conocimientos y, sobre todo, en aprender a tratar con un equipo humano; y que abandoné tan sólo porque el trepa que apartó de enmedio a dos superiores me tomó como una amenaza en el trabajo y ejerció lo que hoy se conoce como mobbing, y que entonces era, en mi caso, o me largo o le parto las piernas), y, finalmente, en Esta Santa Casa... lugar donde he sacado el máximo rendimiento de mis conocimientos al "corregir" a algún autor no demasiado versado en esto de la astronomía.
Y no me arrepiento en absoluto. Trabajo en mi afición, y eso es impagable (bueno, Alejo, eso no quiere decir que no agradezca aumentos...). Lo único que lamento es haberme olvidado de tantos secretos de la naturaleza.
Pero todo tiene arreglo.
Cuando estaba en el instituto, mis amigos me tachaban de loco por querer cursar una carrera de una materia tan difícil. Y, cierto es, cuando estás en el colegio y en el instituto y, un lunes por la mañana, por poner un ejemplo, entra un profesor o profesora, se planta ante la pizarra y empieza a desarrollar las ecuaciones del movimiento... como que desanima. A mí me desanimaba. Sólo más tarde te das cuenta (porque nadie te lo explica) que la cinemática y la dinámica son básicas para algo tan imprescindible en la ciencia como calibrar los detectores.
Porque si no detectas ningún movimiento, no eres capaz de interaccionar con la Naturaleza. Y la física trata de eso: describir la Naturaleza hasta su más íntimo detalle.
El problema es: ¿Cuándo se da cuenta el alumno? ¿En segundo, tercero de carrera? ¿Y qué hay de los alumnos que afrontan su primer curso de física en el colegio? Yo tenía claro qué carrera quería cursar, y consideraba la cinemática, la óptica y otros campos de la física como los obstáculos a vadear para que me enseñaran los secretos de la relatividad y de la cuántica, pero a los chavales de doce años, o a cualquiera que quiera acercarse a tan apasionante área del conocimiento, o se le muestra desde el principio los objetivos o, desde luego, no tendrán la paciencia de aprender hasta alcanzar el punto de comprensión necesario para que todo haga click en la mente y adquiera todo el sentido.
Transmitir la fascinación de la ciencia, y la pasión por ella (lo que implica, además, una perspectiva mucho más amplia, que va más allá de las frías ecuaciones) es lo que caracteriza a los buenos profesores.
Uno de ellos, uno de los más míticos, fue Richard P. Feynman. Un científico heterodoxo que no se preocupaba sólo por arrojar luz a lo desconocido, sino por hacer más inteligible y más fascinante para cualquiera que se acercase a escucharlo las materias más arduas.
Así que, para todo aquel que siempre se ha sentido cohibido bajo la aparente complejidad de la física, o tiene curiosidad por entender la "filosofía de la naturaleza" sin necesidad de comprender multitud de fórmulas, Seis piezas fáciles puede ser un buen inicio. Extracto de un libro más "completo", Lecciones de física, este título que hace poco ha aparecido en edición de bolsillo es un extracto de las clases magistrales que el premio Nobel impartió durante dos cursos en la asignatura de Introducción a la Física. Un enfoque que se aparta, como comentaba, de la línea ortodoxa (la de las fórmulas) y se dedica a explicar los fenómenos de la naturaleza que yacen tras la teoría. Desde por qué la evaporación enfría un líquido hasta los rudimentos de las cuatro fuerzas (que conocemos; nunca se sabe del todo) fundamentales: ojalá mis profesores de instituto, y más de tres o cuatro de la facultad, hubiesen sabido transmitir esa fascinación y no se hubiesen dedicado a vomitar fórmulas sin más; quizá no se me habrían olvidado tantas cosas.
Si deseáis comprender los "secretos de la física", no lo dudéis: haceos con este libro. Aunque no nos engañemos, la física no es tan sencilla, como, eh, no sé (a ver qué digo para no molestar con la comparación)... como ser jefe de realización en televisión, pero os aseguro que el esfuerzo acaba siendo gratificante. Y mucho más sencillo que aquellas lecciones de cinemática del bachillerato.
Once años. ¡Guau! Cómo pasa el tiempo...
Como todos los recuerdos, estos están destilados por las sensaciones, idealizadas por la juventud: los sueños que urdía y que aún no habían empezado a caer, por el círculo de amigos que parecía que iba a durar eternamente, por los amoríos (dos sólo, ¿ein? Uno que acabó en calabazas y otro que aún dura y perdura y que mantenemos encendido desde hace doce años) y, sobre todo, volviendo a este caso en concreto, por los conocimientos que, momentáneamente, adquirí en los seis años que pasé en la UAB.
Momentáneamente porque, si hace once años podía calcular el movimiento orbital, comprender la deformación espaciotemporal en las inmediaciones de una estrella masiva o describir los orbitales mediante funciones de probabilidad, hoy no os sabría calcular ni una triste y sencilla trayectoria parabólica.
Pero hace once años me sentía como si, mirando a mi alrededor, pudiese declamar: "Universo, conozco tus secretos".
De chiquitín ya quise cursar físicas. Bueno, mi primera vocación fue veterinaria, pero a los siete u ocho años tuve un arrebato de sensatez, y con mis pocos redaños para matar una mosca y mi pulso más bien azaroso, me decanté por algo menos peligroso para los animales (quizá no me habría importado tanto si hubiese decidido ser cirujano). Mi ilusión era conocer aquellos secretos guardados en el interior de las estrellas, en la vastedad del océano de la noche. ¿Por qué? Bueno, para aquellos que no lo sepáis, ese amor por el Universo nació cuando, con cinco años, mi hermano me llevó al cine a ver:
Star Wars
(Sí, sí: Star Wars. La culpa de todo esto la tiene, en el fondo, George Lucas. Si cuando digo que soy friqui, lo digo con conocimiento de causa.)
Pero, si la vocación hubiese quedado restringida a ese impacto infantil, en bachillerato ya me habría dado de bruces con la realidad. Pero hubo otros estímulos, tanto externos (las revistas Algo 2000 y Muy Interesante -por aquel entonces, algo más científica y mucho menos sensacionalista-, la magnífica serie Cosmos, de Carl Sagan) como internos: el conocimiento de cómo funcionan las cosas en su sustancia más íntima. Pocas cosas me parecían, y me parecen, más maravillosas que la conexión entre las fuerzas nucleares y la combustión de las estrellas que nos permiten existir y preguntarnos y, poco a poco, ir desvelando la naturaleza de esas fuerzas.
Once años. Después, unos cinco meses de paro, dos meses de cursillo en Madrid, "becado" (o sea, 70.000 pesetas en negro pagados por la empresa) por ProfIT para recibir formación en Cobol, que después no me sirvió para el año largo que estuve desarrollando aplicaciones a medida en entorno Oracle (y en un entorno empresarial que, para esta cándida alma comunista, como que se la traía al pairo); tras eso, seis meses en Cruz-Verde bajo la dirección cuanto menos caprichosa de un inepto que simplemente quería comprobar cómo se desenvolvía un físico sin tutela en un laboratorio de ambientadores; dos años y medio ejerciendo de help-desk en Whirlpool (una experiencia maravillosa en cuanto a adquisición de conocimientos y, sobre todo, en aprender a tratar con un equipo humano; y que abandoné tan sólo porque el trepa que apartó de enmedio a dos superiores me tomó como una amenaza en el trabajo y ejerció lo que hoy se conoce como mobbing, y que entonces era, en mi caso, o me largo o le parto las piernas), y, finalmente, en Esta Santa Casa... lugar donde he sacado el máximo rendimiento de mis conocimientos al "corregir" a algún autor no demasiado versado en esto de la astronomía.
Y no me arrepiento en absoluto. Trabajo en mi afición, y eso es impagable (bueno, Alejo, eso no quiere decir que no agradezca aumentos...). Lo único que lamento es haberme olvidado de tantos secretos de la naturaleza.
Pero todo tiene arreglo.
Cuando estaba en el instituto, mis amigos me tachaban de loco por querer cursar una carrera de una materia tan difícil. Y, cierto es, cuando estás en el colegio y en el instituto y, un lunes por la mañana, por poner un ejemplo, entra un profesor o profesora, se planta ante la pizarra y empieza a desarrollar las ecuaciones del movimiento... como que desanima. A mí me desanimaba. Sólo más tarde te das cuenta (porque nadie te lo explica) que la cinemática y la dinámica son básicas para algo tan imprescindible en la ciencia como calibrar los detectores.
Porque si no detectas ningún movimiento, no eres capaz de interaccionar con la Naturaleza. Y la física trata de eso: describir la Naturaleza hasta su más íntimo detalle.
El problema es: ¿Cuándo se da cuenta el alumno? ¿En segundo, tercero de carrera? ¿Y qué hay de los alumnos que afrontan su primer curso de física en el colegio? Yo tenía claro qué carrera quería cursar, y consideraba la cinemática, la óptica y otros campos de la física como los obstáculos a vadear para que me enseñaran los secretos de la relatividad y de la cuántica, pero a los chavales de doce años, o a cualquiera que quiera acercarse a tan apasionante área del conocimiento, o se le muestra desde el principio los objetivos o, desde luego, no tendrán la paciencia de aprender hasta alcanzar el punto de comprensión necesario para que todo haga click en la mente y adquiera todo el sentido.
Transmitir la fascinación de la ciencia, y la pasión por ella (lo que implica, además, una perspectiva mucho más amplia, que va más allá de las frías ecuaciones) es lo que caracteriza a los buenos profesores.
Uno de ellos, uno de los más míticos, fue Richard P. Feynman. Un científico heterodoxo que no se preocupaba sólo por arrojar luz a lo desconocido, sino por hacer más inteligible y más fascinante para cualquiera que se acercase a escucharlo las materias más arduas.
Así que, para todo aquel que siempre se ha sentido cohibido bajo la aparente complejidad de la física, o tiene curiosidad por entender la "filosofía de la naturaleza" sin necesidad de comprender multitud de fórmulas, Seis piezas fáciles puede ser un buen inicio. Extracto de un libro más "completo", Lecciones de física, este título que hace poco ha aparecido en edición de bolsillo es un extracto de las clases magistrales que el premio Nobel impartió durante dos cursos en la asignatura de Introducción a la Física. Un enfoque que se aparta, como comentaba, de la línea ortodoxa (la de las fórmulas) y se dedica a explicar los fenómenos de la naturaleza que yacen tras la teoría. Desde por qué la evaporación enfría un líquido hasta los rudimentos de las cuatro fuerzas (que conocemos; nunca se sabe del todo) fundamentales: ojalá mis profesores de instituto, y más de tres o cuatro de la facultad, hubiesen sabido transmitir esa fascinación y no se hubiesen dedicado a vomitar fórmulas sin más; quizá no se me habrían olvidado tantas cosas.
Si deseáis comprender los "secretos de la física", no lo dudéis: haceos con este libro. Aunque no nos engañemos, la física no es tan sencilla, como, eh, no sé (a ver qué digo para no molestar con la comparación)... como ser jefe de realización en televisión, pero os aseguro que el esfuerzo acaba siendo gratificante. Y mucho más sencillo que aquellas lecciones de cinemática del bachillerato.
Powered by ScribeFire.
jueves, julio 26, 2007
El verano del Summercase (2.ª parte)
Nos encontramos los sospechosos habituales (por orden alfabético Jordi, Juanma, Kaoss, Nuria y servidor) en el exterior de la carpa de la Terminal S tras el concierto de Guillemots, buscando el alivio de la brisa (que traía a su vez los efluvios de la depuradora del Besós) y de la cerveza en vaso de plástico. El caudal de público era claramente neto hacia el interior de la carpa, y para cuando PJ Harvey apareció en escena se podía decir que estaba llena hasta... los soportales, donde, ya acuclillados sobre los bloques de cemento o colgados en la estructura, los que ya no cabían bajo la lona buscaban un buen ángulo de visión.
Permanecimos a la derecha, mirando en dirección al escenario, cerca de la pantalla situada junto a la carpa por aquel lado. Jordi y Juanma se aventuraban de vez en cuando a la linde del espacio, para salir enseguida abofeteados por la calor asfixiante ¡y mojados por las gotas que se desprendían del interior de la lona! Sí, damas y caballeros; el calor era tan intenso que la humedad se condensaba, resbalaba y caía cual lluvia de sudor (no es así exactamente, puesto que los componentes más pesados del sudor no se evaporan como el agua; aun así, la impresión era realmente... bueno, dejémoslo). A medida que PJ Harvey desgranaba un repertorio que no por íntimo era menos sobrecogedor, chicos y chicas abandonaban el recinto empapados en sudor, algunos con síntomas evidentes de deshidratación, y al pasar al lado dejaban tras de sí una estela de bochorno que parecía consumir el aire a nuestro alrededor, como si tras ellos hubiesen dejado abierta la puerta al Infierno. Mediado el recital, un grupo de cinco personas pasó delante nuestro, y el último me dijo:
Por lo menos, que el buen humor no decaiga.
.jpg)
Y a pesar de las vaharadas avernales, el típico alto que se te pone siempre delante estés donde estés y te entorpece la visión, a pesar de la distancia al escenario y del barullo en derredor, aun así, la actuación de Polly Jean alcanzó cotas de intensidad que no recordaba en la vida. Ataviada con un vestido blanco con mangas largas de encaje, bordados y fruncidos, más cercana en suntuosidad a Björk que a la imagen de una sexualidad enfermiza que otorga su figura enjuta, guitarra cruda y voz desnuda, rasgada, brutalmente sincera: letras sobre el sexo, el amor obsesivo, las relaciones insanas, que caldearon el ambiente hasta una completa adoración que, insisto, no he visto ni en los conciertos de U2. Polly Jean se vio superada al acabar "Rid On Me", y al dejar la guitarra empezó a deambular por el escenario, musitando "gracias" en impecable castellano una y otra vez, desarmada como una niña agasajada en una celebración familiar. Y, a pesar de las tres canciones, si mal no recuerdo, que en mitad del set entonó al piano, nuevas composiciones del próximo álbum que tuvo la cortesía de presentarnos en directo, la intensidad y la maestría fueron de matrícula.
Así que, aunque me gusten más otros grupos:
PJ Harvey, 13/07/2007, 22:00h, Terminal S: 10,0
Al finalizar el concierto, decidimos separarnos: Nuria y yo íbamos a avituallarnos; el resto de SA, a la Terminal E a ver The Flaming Lips, grupo no demasiado de mi agrado. Me las prometía felices, pensando que a las once de la noche no habría tanta cola en las barras de los bares... Diez minutos para comprar los tíquets; media hora para conseguir dos tristes bocatas de pan recién descongelado, con miga en mazacote, tortilla de patata helada y con restos de cáscara de huevo en el interior. Menos mal que la cerveza... bueno, sigue siendo cerveza y ayuda a deshacer el bolo alimenticio.
Así, pues, escuchamos las cinco primeras canciones viéndoles el culo a los que se agolpaban para atraer la atención de los camareros. Aunque me dijeron que el espectáculo del grupo de Wayne Coyne, los "Morritos calientes", fue el más vistoso del festival, musicalmente era calcado a las grabaciones; y, a mí, la psicodelía me gusta... la justa. Sí, para mí el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band es uno de los diez mejores discos de todos los tiempos, y el Your Satanic Majesties Request me parece absolutamente soporífero. Lo dicho: psicodelia, la justa.
Os dejo un pequeño preview de un asistente al concierto, que ha colgado en YouTube:
Nuria estaba rendida, así que nos echamos en uno de los dos parterres del recinto para digerir "aquello" con tranquilidad, pero soy un culo de mal asiento, sobre todo teniendo en cuenta que faltaba menos de una hora para ver a los Arcade Fire, la convencí para ir a tomar posiciones ante el escenario de la Terminal O.
Sí, si, posiciones: del escenario a la torre de sonido la muchedumbre ya era bastante tupida. Me quedé a unos diez metros del escenario, frente a la pantalla izquierda. Menos de un cuarto de hora para el inicio de la actuación, Nuria se vio superada por el ambiente (apretujones, empujones, los Tíos Altos que Siempre Se Ponen Delante, sofoco) y se retiró hacia el exterior. Así que ahí me quedé, solo, armado de valor, de ganas de saltar y de codos para responder a algún americano beodo que no sabía comportarse en un concierto.
Y salieron. Y el mundo ya no volvió a ser igual.

PJ Harvey se ganó a un público entregado de antemano, pero la expectación generada por estos muchachos canadienses no tiene parangón. Creo que mi voz ya se había desgarrado al acabar "Keep the Car Running", pero después encadenaron "No Cars Go", y cuando creían que se iban a cascar el Neon Bible entero, dieron un golpe de timón emocional y atacaron "Haiti". Fueron a por todas, tan intensos como Polly Jean, pero sin contención: rabia y lírica para subrayar las tensiones sobre un mundo que no les gusta. Recordemos que, tras el Funeral, u once formas diferentes de encarar la muerte, Neon Bible es un disco extrovertido, en cuanto que la mirada brota del interior de los compositores a un mundo donde se juega con las creencias, con la credulidad y con la comunicación.
Tan intensos se muestran en el escenario, tan contundentes, tan emocionantes, que desde mi punto de vista el sonido fue demasiado arrollador, una apisonadora sónica que nos ganó a todos en sentimiento, pero que se dejaron en algún punto los ricos matices de su música.
Y para ejemplo de intensidad, esta actuación en el show de Jonathan Ross:
El set fue:
Os juro que en "Rebellion (Lies)" estuve a cerca de sufrir el síndrome de Stendhal pero, como bien dijo Juanma, tuvieron un fallo imperdonable: que la actuación acabó.
Arcade Fire, 13-14/07/2007, 00:40h, Terminal 0: 9,6
Salí del mogollón exhausto, ronco, cansado... y muy feliz. ¿Qué grupo iría a ver a continuación, que se acercase siquiera a la intensidad de Polly Jean y Arcade Fire?
(continuará)
Permanecimos a la derecha, mirando en dirección al escenario, cerca de la pantalla situada junto a la carpa por aquel lado. Jordi y Juanma se aventuraban de vez en cuando a la linde del espacio, para salir enseguida abofeteados por la calor asfixiante ¡y mojados por las gotas que se desprendían del interior de la lona! Sí, damas y caballeros; el calor era tan intenso que la humedad se condensaba, resbalaba y caía cual lluvia de sudor (no es así exactamente, puesto que los componentes más pesados del sudor no se evaporan como el agua; aun así, la impresión era realmente... bueno, dejémoslo). A medida que PJ Harvey desgranaba un repertorio que no por íntimo era menos sobrecogedor, chicos y chicas abandonaban el recinto empapados en sudor, algunos con síntomas evidentes de deshidratación, y al pasar al lado dejaban tras de sí una estela de bochorno que parecía consumir el aire a nuestro alrededor, como si tras ellos hubiesen dejado abierta la puerta al Infierno. Mediado el recital, un grupo de cinco personas pasó delante nuestro, y el último me dijo:
-Mira, os hemos dejado cinco puestos ahí dentro. Podéis entrar y quedaros con ellos.
-No gracias, ya os los guardamos.
-No vamos a volver a entrar, así que en serio, es para vosotros.
-Te lo agradezco un montón, pero en serio que me sabría mal y os lo guardamos. Además, ya se ve bien desde aquí.
-Como quieras, ya te digo que los podéis aprovechar.
Por lo menos, que el buen humor no decaiga.
.jpg)
Y a pesar de las vaharadas avernales, el típico alto que se te pone siempre delante estés donde estés y te entorpece la visión, a pesar de la distancia al escenario y del barullo en derredor, aun así, la actuación de Polly Jean alcanzó cotas de intensidad que no recordaba en la vida. Ataviada con un vestido blanco con mangas largas de encaje, bordados y fruncidos, más cercana en suntuosidad a Björk que a la imagen de una sexualidad enfermiza que otorga su figura enjuta, guitarra cruda y voz desnuda, rasgada, brutalmente sincera: letras sobre el sexo, el amor obsesivo, las relaciones insanas, que caldearon el ambiente hasta una completa adoración que, insisto, no he visto ni en los conciertos de U2. Polly Jean se vio superada al acabar "Rid On Me", y al dejar la guitarra empezó a deambular por el escenario, musitando "gracias" en impecable castellano una y otra vez, desarmada como una niña agasajada en una celebración familiar. Y, a pesar de las tres canciones, si mal no recuerdo, que en mitad del set entonó al piano, nuevas composiciones del próximo álbum que tuvo la cortesía de presentarnos en directo, la intensidad y la maestría fueron de matrícula.
Así que, aunque me gusten más otros grupos:
PJ Harvey, 13/07/2007, 22:00h, Terminal S: 10,0
Al finalizar el concierto, decidimos separarnos: Nuria y yo íbamos a avituallarnos; el resto de SA, a la Terminal E a ver The Flaming Lips, grupo no demasiado de mi agrado. Me las prometía felices, pensando que a las once de la noche no habría tanta cola en las barras de los bares... Diez minutos para comprar los tíquets; media hora para conseguir dos tristes bocatas de pan recién descongelado, con miga en mazacote, tortilla de patata helada y con restos de cáscara de huevo en el interior. Menos mal que la cerveza... bueno, sigue siendo cerveza y ayuda a deshacer el bolo alimenticio.
Así, pues, escuchamos las cinco primeras canciones viéndoles el culo a los que se agolpaban para atraer la atención de los camareros. Aunque me dijeron que el espectáculo del grupo de Wayne Coyne, los "Morritos calientes", fue el más vistoso del festival, musicalmente era calcado a las grabaciones; y, a mí, la psicodelía me gusta... la justa. Sí, para mí el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band es uno de los diez mejores discos de todos los tiempos, y el Your Satanic Majesties Request me parece absolutamente soporífero. Lo dicho: psicodelia, la justa.
Os dejo un pequeño preview de un asistente al concierto, que ha colgado en YouTube:
Nuria estaba rendida, así que nos echamos en uno de los dos parterres del recinto para digerir "aquello" con tranquilidad, pero soy un culo de mal asiento, sobre todo teniendo en cuenta que faltaba menos de una hora para ver a los Arcade Fire, la convencí para ir a tomar posiciones ante el escenario de la Terminal O.
Sí, si, posiciones: del escenario a la torre de sonido la muchedumbre ya era bastante tupida. Me quedé a unos diez metros del escenario, frente a la pantalla izquierda. Menos de un cuarto de hora para el inicio de la actuación, Nuria se vio superada por el ambiente (apretujones, empujones, los Tíos Altos que Siempre Se Ponen Delante, sofoco) y se retiró hacia el exterior. Así que ahí me quedé, solo, armado de valor, de ganas de saltar y de codos para responder a algún americano beodo que no sabía comportarse en un concierto.
Y salieron. Y el mundo ya no volvió a ser igual.

PJ Harvey se ganó a un público entregado de antemano, pero la expectación generada por estos muchachos canadienses no tiene parangón. Creo que mi voz ya se había desgarrado al acabar "Keep the Car Running", pero después encadenaron "No Cars Go", y cuando creían que se iban a cascar el Neon Bible entero, dieron un golpe de timón emocional y atacaron "Haiti". Fueron a por todas, tan intensos como Polly Jean, pero sin contención: rabia y lírica para subrayar las tensiones sobre un mundo que no les gusta. Recordemos que, tras el Funeral, u once formas diferentes de encarar la muerte, Neon Bible es un disco extrovertido, en cuanto que la mirada brota del interior de los compositores a un mundo donde se juega con las creencias, con la credulidad y con la comunicación.
Tan intensos se muestran en el escenario, tan contundentes, tan emocionantes, que desde mi punto de vista el sonido fue demasiado arrollador, una apisonadora sónica que nos ganó a todos en sentimiento, pero que se dejaron en algún punto los ricos matices de su música.
Y para ejemplo de intensidad, esta actuación en el show de Jonathan Ross:
El set fue:
Keep the car running
No cars go
Haiti
Poupee de Cire
Black Mirror
Laika
Ocean of Noise
Tunnels
Power Out
Rebellion
Intervention
-bises-
(Antichrist Television Blues)
Wake up
Os juro que en "Rebellion (Lies)" estuve a cerca de sufrir el síndrome de Stendhal pero, como bien dijo Juanma, tuvieron un fallo imperdonable: que la actuación acabó.
Arcade Fire, 13-14/07/2007, 00:40h, Terminal 0: 9,6
Salí del mogollón exhausto, ronco, cansado... y muy feliz. ¿Qué grupo iría a ver a continuación, que se acercase siquiera a la intensidad de Polly Jean y Arcade Fire?
(continuará)
Powered by ScribeFire.
martes, julio 24, 2007
Canción de amor maquillada número 43 (Summercase spin-off #01)
La mezcolanzano es exclusiva de la música de este grupo canabrasiesconglés. Sus miembros tienen una formación musical de lo más diversa, y por eso su conjunción resulta de lo más fresca. Su propuesta no es, por ello, sorprendente en lo musical, pero sí curiosamente sincera en su ejecución.
Y a pesar del sonido deslavazado de la Terminal S en el primer día del Summercase, no puedo dejar de recomendar su único largo, Through the Windowpane, y aconsejar seguir sus pasos, porque me huelo que van a dar mucho de qué hablar en un próximo futuro.
Guillemots:
Fyfe Dangerfield - teclados, voz
MC Lord Magrao - guitarras
Aristazabal Hawkes - contrabajo, voz
Greig Stewart - batería
MySpace
Cuaderno de bitácora
Esto... otro cuaderno de bitácora (WTF?)
Página web (con registro)
Made Up Love Song #43
Trains to Brazil
Annie Let's Not Wait (de la Blogothèque)
Y a pesar del sonido deslavazado de la Terminal S en el primer día del Summercase, no puedo dejar de recomendar su único largo, Through the Windowpane, y aconsejar seguir sus pasos, porque me huelo que van a dar mucho de qué hablar en un próximo futuro.
Guillemots:
Fyfe Dangerfield - teclados, voz
MC Lord Magrao - guitarras
Aristazabal Hawkes - contrabajo, voz
Greig Stewart - batería
MySpace
Cuaderno de bitácora
Esto... otro cuaderno de bitácora (WTF?)
Página web (con registro)
Made Up Love Song #43
Trains to Brazil
Annie Let's Not Wait (de la Blogothèque)
Powered by ScribeFire.
lunes, julio 23, 2007
El verano del Summercase (1.ª parte)
All those ... moments will be lost in time, like tears...in rain.
No llovió precisamente el fin de semana del Summercase, pero antes de que aquellos momentos de un fin de semana mágico se desvanezcan... bien, para eso creé este cuaderno de bitácora. Por desgracia, los recuerdos son por naturaleza imprecisos, falsos si nos atenemos a un criterio restrictivo de lo que sería un registro temporal (sólo al alcance, por el momento, de las grabadoras de vídeo, y según y como ni aun así), así que, como todo en esta página, las impresiones están tamizadas por el punto de vista del autor de estas líneas, para bien o para mal.
Y es una pena, insisto, porque fue un fin de semana memorable, de aquellos que te gustaría revivir cada poco tiempo. Como el primer beso, el paso de una estrella fugaz o aquel verano de ligue ocasional. Momentos que se pierden con el tiempo...
... pero démosle una patada en el culo a la melancolía musical, pues los grupos que acudieron a la cita están más que vivos (bueno, si quitamos The Jesus and Mary Chain y O.M.D., que me huelo que no están para demasiadas alegrías).
Viernes a las 18.05h, preso de una impaciencia netamente irracional, arrastro a Nuria hacia la entrada del recinto del Fòrum bajo un sol de justicia. Hubiese danzado por lluvia, pero no me sé los pasos. 18.15h, más o menos: pasamos el primer control; revisión de mochilas y tal. Aparece el primer signo de desorganización: un personaje, megáfono en mano, vocifera que la puerta de la derecha es para abonos, y la de la izquierda es para pases de un día. Cuando llega mi turno, le pregunto al segurata si podemos pasar con el abono, y le muestro la entrada, adquirida a través del Tel-Entrades. El segurata me responde, con una sonrisa sardónica, que eso es un abono. Le repito que si puedo pasar, que... No me deja acabar la pregunta: "Aquí pone abonament, és que està en català." Ya, como si yo fuese de Bosnia-Herzagovina. Golpecito amical en el hombro y empujón pa'entro. Maldigo el día en que, en mi código genético, mis padres omitieron el don del habla. En fin. Segundo control: jovencitos de la organización que pasan las entradas por un lector de código de barras... Y nuestras entradas no disponen de esos códigos. ¡Casunlolla! Si compré los abonos el primer día en que se pusieron a la venta y en un puesto autorizado. Le muestro las entradas. Efectivamente, nos mandan a una cola de una cincuentena de personas que esperan bajo el susodicho sol de justicia ante una única ventanilla que canjea las entradas previa comprobación. Comprobación que, como os podéis imaginar, no es cosa de dos segundos. Así que pasamos casi una hora en la cola, y eso que llegamos nada más abrir el recinto; a saber cuánto tardarían en canjear todas las entradas. Suerte, además, que llevaba el comprobante de la compra porque, por lo visto, los abonos adquiridos a través del Tel-Entradas no eran nada fáciles de comprobar, a tenor de los compradores a los que pidieron mantenerse cerca de la taquilla mientras la esforzada taquillera seguían canjeando entradas.
Así, pues, me perdí la actuación de Fionn Regan, la única que, por cuestión de solapamiento de horarios, tenía intención de ver en la carpa de la Terminal N.
Mientras esperábamos a que asomasen por el recinto Juanma, Jordi y Kaoss, Nuria y yo nos sentamos en las gradas de la Terminal E, coronada por el mar de fondo, para ver a The Hidden Cameras. Al ser el primer grupo cabeza de cartel del festival no le hizo justicia: empezaron la actuación con las gradas a medio ocupar y la explanada muy holgada para los asistentes. Una lástima para un conjunto con un sonido nítido, a medio camino entre el folk yel pop à la Belle & Sebastian, que salen a divertirse (siete músicos y un entertainer más seco que una mojama, tocados con capa y capucha como espermatozoides tamaño XXL, saltando y coreando sin un respiro) y a divertir a la audiencia. Así que, al acabar su set, Joel Gibb espetó un "Hey you, those on the seat, get up your fucking assess and come down to dance" antes de atacar "Ban Marriage". Dado que Juanma puntuó las actuaciones en su bitácora, no voy a ser menos en este crossposteo.
Hidden Cameras, 13/07/2007, 19:20h, Terminal E: 8,0
Una de los grupos que más gente congregó al inicio del crepúsculo barcelonés eran Editors, aunque a mí, su sonido excesivamente lánguido y pesado no me convence, así que convencí a Nuria para ir a ver a Guillemots. Su álbum Through the Windowpane es una mezcolanza exquisita de melodías delicadas, armonías jazzísticas, visceralidad a medio camino entre el blues y el ragtime y toques sinfónicos -aunque a partir del último tercio las composiciones se tornan más difusas y mediocres- que hacen de este combo una de las atracciones más exóticas del festival. Para mi sorpresa (y para decepción de Nuria), el sonido en directo es contundente, más visceral si cabe y sin concesiones. Fyfe Dangerfield aporreaba el teclado como poseído por el espíritu de Jerry Lee Lewis (que el rock conserve por muchos años aún en este mundo) y su potencia vocal me recordaba a un Peter Gabriel dejado de tonterías. Por desgracia, el sonido fue mucho más infame si cabe que en el de Hidden Cameras, estropeando gran parte de la rica textura musical. Para mí, el descubrimiento musical del Summercase... del sábado.
Guillemots, 13/07/2007, 20:45h, Terminal S: 8,5
Tras el concierto nos encontramos con Juanma, Jordi y Kaoss, nos tomamos la primera cerveza y esperamos en el exterior de la "carpa del infierno" a que apareciese la dama del indie...
(continuará)
Powered by ScribeFire.
sábado, julio 21, 2007
Qué es democracia, me preguntas, clavando en mis labios tu censura azul
Y después llaman intolerantes a los que pusieron el grito en el cielo con las caricaturas de Mahoma. Al menos, aquellas ilustraciones tenían la dudosa virtud (no por haberlo conseguido, sino porque no era su intención) de haber ofendido a todo un conjunto de creyentes (no todos, claro) de una religión (aunque las religiones no hayan traído más que excusas para matarse y para abusar de menores, y arrimarse al ascua que más calienta).
Pero ¿esto, ofensivo?

¿Acaso no se va a poder opinar que la monarquía me parece una institución anacrónica? ¿Que se dude de un cargo asignado por herencia en vez de por sufragio universal? ¿Discriminatorio además a causa de la ley sálica? ¿Y no podamos quejarnos del gasto en representación de la Casa Real que, como todos sabemos, se invierte en "campamentos"? En un país en que se tacha al presidente de asesino, a los mafiosos del ladrillo se les come la... se los agasaja, se veneran a cupletistas y se cobran cánones por delitos potenciales de los mileuristas melómanos.
Pues anda y que vengan a clausurarme el blog, jueces de un país en que la gente se toma todo a la brava y se ulceran el estómago tragándose bilis.
Rancios, espongiformes y antidemócratas.
Viva la libertad.
Pero ¿esto, ofensivo?

¿Acaso no se va a poder opinar que la monarquía me parece una institución anacrónica? ¿Que se dude de un cargo asignado por herencia en vez de por sufragio universal? ¿Discriminatorio además a causa de la ley sálica? ¿Y no podamos quejarnos del gasto en representación de la Casa Real que, como todos sabemos, se invierte en "campamentos"? En un país en que se tacha al presidente de asesino, a los mafiosos del ladrillo se les come la... se los agasaja, se veneran a cupletistas y se cobran cánones por delitos potenciales de los mileuristas melómanos.
Pues anda y que vengan a clausurarme el blog, jueces de un país en que la gente se toma todo a la brava y se ulceran el estómago tragándose bilis.
Rancios, espongiformes y antidemócratas.
Viva la libertad.
miércoles, julio 11, 2007
Di "no"; es fácil
Pequeños gestos dan lugar a grandes cambios. Quizá no sean estos los suficientes para desviar el curso en esta autopista al infierno en el que parece que estamos embarcados, pero oye, si no se intenta no se consigue.
Un gesto tan simple como rechazar una bolsa de plástico... ¿Que es cómoda? Dudo que sea cómodo acumular 233 bolsas al año en casa. En mi caso, con mochila o zurra al hombro, ¿qué necesidad hay? También existen bolsas de tela reutilizable que incluso se usan y anuncian en diversas campañas de márketing. ¿Que te miran mal? Hasta que te acostumbras. Y no vaciles por salir con los libros en la mano; tienes el ticket de la compra que demuestra que no eres un mangante. ¿Que no contamina? Permitidme que lo dude más aún; si es que ojos que no ven,
No creo que sea necesario llegar al nivel de nuestros vecinos irlandeses si todos nos ponemos. Pero la medida del gobierno de la Isla Esmeralda es sin lugar a dudas ejemplar.
Un gesto tan simple como rechazar una bolsa de plástico... ¿Que es cómoda? Dudo que sea cómodo acumular 233 bolsas al año en casa. En mi caso, con mochila o zurra al hombro, ¿qué necesidad hay? También existen bolsas de tela reutilizable que incluso se usan y anuncian en diversas campañas de márketing. ¿Que te miran mal? Hasta que te acostumbras. Y no vaciles por salir con los libros en la mano; tienes el ticket de la compra que demuestra que no eres un mangante. ¿Que no contamina? Permitidme que lo dude más aún; si es que ojos que no ven,
No creo que sea necesario llegar al nivel de nuestros vecinos irlandeses si todos nos ponemos. Pero la medida del gobierno de la Isla Esmeralda es sin lugar a dudas ejemplar.
¿Quién es más tonto?
En esta bendita tierra a puente entre dos mares y dos continentes, polémicas como esta no se suelen dar, quizá porque los músicos ya tienen bastante con lidiar con una industria anquilosada que se lame las heridas de su propia estulticia (los que, a través de la SGAE, nos condenan a priori por el simple hecho de comprar una tarjeta de memoria) y para los que sólo los triunfitos y otras hierbas dispares merecen promoción; y, aunque nos joda, seguimos dando pábulo al tópico de ser un país de tonadilleras y toreros, y a estos, la música rock les trae al pairo.
En el Reino Unido esto ya es harina de otro costal, y el género de la crítica musical, a pesar de estar siempre cuestionado, es mucho mayor, tiene más experiencia... y acostumbra a morder con dientes de acero.
Aun así, entre el análisis riguroso y la boutade digna del Houellebecq más desaforado la línea puede llegar a ser muy tenue. Y si el comentarista tiene ganas de hacerse notar, la línea acostumbra a quedar muy atrás (o muy adentro, quién sabe).
Claro que, tanto en las Islas como en los States, también pululan los músicos bocazas, de esos que aprovechan las ruedas de prensa para poner el ventilador a toda potencia frente a una pila de estiércol y, de paso, hacerse publicidad gratis (y siento si os ha venido a la cabeza a los Gallagher; es que, a veces, pienso muy fuerte...).
Así que en The Guardian han publicado un artículo sobre los discos más importantes de la historia del rock... sobrevalorados, según la visión de unos cuantos iluminados del panorama rock.
Podría hacer mi análisis, pero me temo que sería sesgado... Así que voy a ir de listillo: mis apuestas son:
Medalla de bronce: Billy Childish, por confundir rock con ruido y ritmo acelerado. El Sgt. Pepper's ha demostrado su influencia en miles de artistas a lo largo de las décadas, desde los Rolling Stones y su Their Satanic Majesties Request hasta los mismísimos Franz Ferdinand.
Medalla de plata: Tjinder Singh, por su superficialidad a la hora de escuchar las letras del Dark Side of the Moon.
Medalla de oro: Green Gartside. Si Funeral es plano, yo soy un rodaballo. Cantar a la muerte desde la esperanza, la alegría, el alivio, la rabia, el dolor, la negación; usar las cuerdas en una obra de rock contemporáneo no tan sólo sin que chirríe, sino integrándolos como un instrumento más en esto del rock; cambios de tempo y de compás a tenor del sentimiento, y no como acumulación de recursos; arisco pero compacto; si todo esto es plano y previsible, que me diga a qué academia de música fue que no mandaré a mis niños.
Por otra parte, no puedo más que darle la razón a Wayne Coyne (la capacidad musical de Nirvana siempre fue, digamos, limitadita); los Beach Boys siempre me parecieron monótonos, y el sonido de The Strokes creo que caducará pasado mañana, con lo que no debería estar en la lista de discos más influyentes.
Así que, ya veis, nunca llueve a gusto de todos. ¿Qué opináis?
En el Reino Unido esto ya es harina de otro costal, y el género de la crítica musical, a pesar de estar siempre cuestionado, es mucho mayor, tiene más experiencia... y acostumbra a morder con dientes de acero.
Aun así, entre el análisis riguroso y la boutade digna del Houellebecq más desaforado la línea puede llegar a ser muy tenue. Y si el comentarista tiene ganas de hacerse notar, la línea acostumbra a quedar muy atrás (o muy adentro, quién sabe).
Claro que, tanto en las Islas como en los States, también pululan los músicos bocazas, de esos que aprovechan las ruedas de prensa para poner el ventilador a toda potencia frente a una pila de estiércol y, de paso, hacerse publicidad gratis (y siento si os ha venido a la cabeza a los Gallagher; es que, a veces, pienso muy fuerte...).
Así que en The Guardian han publicado un artículo sobre los discos más importantes de la historia del rock... sobrevalorados, según la visión de unos cuantos iluminados del panorama rock.
Podría hacer mi análisis, pero me temo que sería sesgado... Así que voy a ir de listillo: mis apuestas son:
Medalla de bronce: Billy Childish, por confundir rock con ruido y ritmo acelerado. El Sgt. Pepper's ha demostrado su influencia en miles de artistas a lo largo de las décadas, desde los Rolling Stones y su Their Satanic Majesties Request hasta los mismísimos Franz Ferdinand.
Medalla de plata: Tjinder Singh, por su superficialidad a la hora de escuchar las letras del Dark Side of the Moon.
Medalla de oro: Green Gartside. Si Funeral es plano, yo soy un rodaballo. Cantar a la muerte desde la esperanza, la alegría, el alivio, la rabia, el dolor, la negación; usar las cuerdas en una obra de rock contemporáneo no tan sólo sin que chirríe, sino integrándolos como un instrumento más en esto del rock; cambios de tempo y de compás a tenor del sentimiento, y no como acumulación de recursos; arisco pero compacto; si todo esto es plano y previsible, que me diga a qué academia de música fue que no mandaré a mis niños.
Por otra parte, no puedo más que darle la razón a Wayne Coyne (la capacidad musical de Nirvana siempre fue, digamos, limitadita); los Beach Boys siempre me parecieron monótonos, y el sonido de The Strokes creo que caducará pasado mañana, con lo que no debería estar en la lista de discos más influyentes.
Así que, ya veis, nunca llueve a gusto de todos. ¿Qué opináis?
martes, julio 03, 2007
Los que no cunden con el ejemplo
La gestión ambiental exige un grado de compromiso que comienza en las jerarquías máximas de las organizaciones empresariales y se transmite con hechos hacia los niveles menores: solamente habrá gestión ambiental creíble y seria si dicho compromiso existe
Eduardo Mondino, Defensor del Pueblo de Argentina, en el texto de la denuncia interpuesta ante el Tribunal Supremo contra 17 compañías petroleras, entre ellas la española Repsol, por daños ecológicos continuados (y evitables) en cinco provincias argentinas (que suman 900.000 kilómetros cuadrados).
El texto íntegro de la noticia, aquí.
miércoles, junio 27, 2007
Premioz
Creo que ya os he contado que me hice fiel lector de Amos Oz antes de leerme ningún libro suyo: fue a raíz de una charla que impartió en el festival literario Kosmòpolis 2004. Su claridad intelectual y su humanismo me dejaron boquiabiertos. Eso, y la lectura de un fragmento de su obra Una historia de amor y oscuridad que reseñé aquí mismo.
Pues hoy le han concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Y me alegro por él, a pesar de que el concepto del premio en sí sea un pelín poco filantrópico, porque es un autor que se merece ser leído (que es lo mejor que le puede pasar a un escritor).
Y hablando de escribir...
Pues hoy le han concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Y me alegro por él, a pesar de que el concepto del premio en sí sea un pelín poco filantrópico, porque es un autor que se merece ser leído (que es lo mejor que le puede pasar a un escritor).
Y hablando de escribir...
martes, junio 26, 2007
No quise decir que lo dije...
... y si no lo dije, pues lo digo ahora.
¡Que más política en favor de la vivienda y menos choriceo, hostias, o este país se va a la... al garete!
(Que qué vago soy, ¿verdad?, que no me curro un post. Pues es que, como digo muchas veces, estudié física porque la economía no la entiendo. Pero sí sé que la política nos está dejando con el culo al aire a un interés del Euribor más diferencial.)
Si queréis más y mejores análisis, pasaos por La moqueta verde, plis.
Y en la próxima entrada, hablaremos del Gobierno.
¡Que más política en favor de la vivienda y menos choriceo, hostias, o este país se va a la... al garete!
(Que qué vago soy, ¿verdad?, que no me curro un post. Pues es que, como digo muchas veces, estudié física porque la economía no la entiendo. Pero sí sé que la política nos está dejando con el culo al aire a un interés del Euribor más diferencial.)
Si queréis más y mejores análisis, pasaos por La moqueta verde, plis.
Y en la próxima entrada, hablaremos del Gobierno.
domingo, junio 24, 2007
¡En marcha!
Verano. Días largos, largos atardeceres que invita a morosos paseos por las calles, y a dejar a la mente vagabundear por los vericuetos de la imaginación.
Esas horas que nos regala la estación también permite fijar imágenes; en mi caso, perder la vista en Collserola, o pasear por las calas de Calella, o conducir lejos de la ciudad, marca, atrae e inspira. Y la cercanía de las vacaciones permite mantener una agenda en blanco, la promesa de tiempo para otros proyectos.
Un proyecto del que nada puedo decir por el momento, pero que el viernes arrancó con un primer capítulo que, ¡oye!, no me quedó tan mal después de todo.
Por fin, ¡en marcha!
Esas horas que nos regala la estación también permite fijar imágenes; en mi caso, perder la vista en Collserola, o pasear por las calas de Calella, o conducir lejos de la ciudad, marca, atrae e inspira. Y la cercanía de las vacaciones permite mantener una agenda en blanco, la promesa de tiempo para otros proyectos.
Un proyecto del que nada puedo decir por el momento, pero que el viernes arrancó con un primer capítulo que, ¡oye!, no me quedó tan mal después de todo.
Por fin, ¡en marcha!
Powered by ScribeFire.
miércoles, junio 20, 2007
¡He venido aquí para hablar de mis libros!
No es que quiera emular a Paco Umbral; si os fijáis en la columna de la derecha, sección Etiquetas, esta entrada en la decimoquinta del apartado Libros... mientras los comentarios sobre política pasan de la veintena (21 entradas escritas al calor de la rabia y de la mala follá)... ¡y 47 dedicadas a la música! (Simple Minds y Arcade Fire coparán unas 15 entradas cada uno, me imagino; no tengo ganas de contarlas ahora).
Esto, para un aspirante a escritor, resulta:
1. Mala señal, pues no le dedico lo suficiente a la práctica de la escritura ni tan siquiera en este cuaderno de bitácora; y se supone que un escritor ha de tener siempre las "manos calientes". Por tanto, empiezo a ser un "escritor frustrado". Y, además, de vez en cuando reseño libros. Ah, el tópico del crítico...
2. No leo tanto como debiera y me gustaría;
3. Y, aun así, ¿hablo más de música que de literatura? Vale: también soy un músico frustrado (tantos años repitiendo 2.º de piano... Nunca fue mi instrumento).
Así que, de todos los libros que han ido apareciendo en la sección "Últimas lecturas", os dejaré unas breves líneas sobre la impresión que me han causado.
Crónicas del Gran Tiempo, Fritz Leiber
Mi primera lectura de Leiber (sí, ya; uno tienes sus ignominiosas lagunas...). Un conjunto de relatos llenos de matices que van desde lo encantador hasta lo aterrador, pero destacable, sobre todo, por rodear al gran personaje, la Guerra del Tiempo, dejando traslucir un detalle aquí y otro allá, revelando apenas lo suficiente para que nuestra imaginación se maraville con un concepto que supera cualquier escala. Eso sí: como gran parte de la ciencia ficción editada en este país en los setenta y ochenta, traducción francamente mejorable...
Jabberwock 1, varios autores
Si el principal problema de una antología de relatos estriba en la calidad dispar de los cuentos contenidos, no os quiero ni decir lo que puede llegar a ser una antología de ensayos. Impresionante la crítica de Disch a los maniqueísmos y al feminismo militante en la CF; con Kessel me divertí más escuchando su crítica de El juego de Ender; muy interesantes los artículos de Pedraza, Merino y Somoza. Y el problema de "criticar las críticas"... pues como en cualquier crítica: la capacidad de análisis y la imparcialidad, dos de las virtudes que más estimo en un análisis de una obra, y que en algún caso queda empañado por un tratamiento de condescendencia con respecto algunos títulos.
Manifiesto comunista, Karl Marx y Friedrich Engels
Hablando de ignominiosas lagunas... Grande en ideas, fundamental en su época: hoy no deja de ser un panfleto desfasado que, evidentemente, no resulta aplicable a las circunstancias actuales. Aun así, me temo que El capital tiene mucha más enjundia. Al fin y al cabo, poco de lo que estudié en filosofía de COU aparece en este libro, cuya fuerza reside en la popularidad y en la capacidad de aglutinar a los movimientos obreros de la segunda mitad del siglo XIX.
La pesta, Albert Camus
Inconmensurable. Un descenso a los infiernos de una comunidad que sirve para reflejar el esfuerzo, la abnegación y el sacrificio de unos seres humanos; una postura, la del autor, de desvincular el amor, la pasión, y la solidaridad de sus secuestradores por excelencia: el dogma y el fanatismo.
Y, además, en el prólogo descubro que yo soy existencialista: sobre su filosofía, el prologuista dice:
Existencialismo: veo que esta actitud me define mucho mejor :)
Matadero cinco, Kurt Vonnegut
O cómo escribir como te da la gana, contando lo que te da la gana y, al acabar, transmitir mientras te cuelga la risa bobalicona de los labios uno de los alegatos más brutales contra la barbarie del hombre contra el hombre, con el bombardeo de Dresde como telón de fondo. Palabras mayores. Y divertido, además. Y con extraterrestres de por medio.
Yo, de mayor, quiero ser como Vonnegut.
Esto, para un aspirante a escritor, resulta:
1. Mala señal, pues no le dedico lo suficiente a la práctica de la escritura ni tan siquiera en este cuaderno de bitácora; y se supone que un escritor ha de tener siempre las "manos calientes". Por tanto, empiezo a ser un "escritor frustrado". Y, además, de vez en cuando reseño libros. Ah, el tópico del crítico...
2. No leo tanto como debiera y me gustaría;
3. Y, aun así, ¿hablo más de música que de literatura? Vale: también soy un músico frustrado (tantos años repitiendo 2.º de piano... Nunca fue mi instrumento).
Así que, de todos los libros que han ido apareciendo en la sección "Últimas lecturas", os dejaré unas breves líneas sobre la impresión que me han causado.
Crónicas del Gran Tiempo, Fritz Leiber
Mi primera lectura de Leiber (sí, ya; uno tienes sus ignominiosas lagunas...). Un conjunto de relatos llenos de matices que van desde lo encantador hasta lo aterrador, pero destacable, sobre todo, por rodear al gran personaje, la Guerra del Tiempo, dejando traslucir un detalle aquí y otro allá, revelando apenas lo suficiente para que nuestra imaginación se maraville con un concepto que supera cualquier escala. Eso sí: como gran parte de la ciencia ficción editada en este país en los setenta y ochenta, traducción francamente mejorable...
Jabberwock 1, varios autores
Si el principal problema de una antología de relatos estriba en la calidad dispar de los cuentos contenidos, no os quiero ni decir lo que puede llegar a ser una antología de ensayos. Impresionante la crítica de Disch a los maniqueísmos y al feminismo militante en la CF; con Kessel me divertí más escuchando su crítica de El juego de Ender; muy interesantes los artículos de Pedraza, Merino y Somoza. Y el problema de "criticar las críticas"... pues como en cualquier crítica: la capacidad de análisis y la imparcialidad, dos de las virtudes que más estimo en un análisis de una obra, y que en algún caso queda empañado por un tratamiento de condescendencia con respecto algunos títulos.
Manifiesto comunista, Karl Marx y Friedrich Engels
Hablando de ignominiosas lagunas... Grande en ideas, fundamental en su época: hoy no deja de ser un panfleto desfasado que, evidentemente, no resulta aplicable a las circunstancias actuales. Aun así, me temo que El capital tiene mucha más enjundia. Al fin y al cabo, poco de lo que estudié en filosofía de COU aparece en este libro, cuya fuerza reside en la popularidad y en la capacidad de aglutinar a los movimientos obreros de la segunda mitad del siglo XIX.
La pesta, Albert Camus
Inconmensurable. Un descenso a los infiernos de una comunidad que sirve para reflejar el esfuerzo, la abnegación y el sacrificio de unos seres humanos; una postura, la del autor, de desvincular el amor, la pasión, y la solidaridad de sus secuestradores por excelencia: el dogma y el fanatismo.
Y, además, en el prólogo descubro que yo soy existencialista: sobre su filosofía, el prologuista dice:
Camus partía de una concepción del hombre rigurosamente no-trascendente: Dios negado o eludido, el hombre es el único valor absoluto del hombre.
Existencialismo: veo que esta actitud me define mucho mejor :)
Matadero cinco, Kurt Vonnegut
O cómo escribir como te da la gana, contando lo que te da la gana y, al acabar, transmitir mientras te cuelga la risa bobalicona de los labios uno de los alegatos más brutales contra la barbarie del hombre contra el hombre, con el bombardeo de Dresde como telón de fondo. Palabras mayores. Y divertido, además. Y con extraterrestres de por medio.
Yo, de mayor, quiero ser como Vonnegut.
Powered by ScribeFire.
lunes, junio 18, 2007
Sobre la crítica
El trabajo crítico oscila entre el análisis despersonalizado [androide] y la empatía comprometida. Una postura equilibrada, que intente eludir ambos extremos, quizás podría ser calificada con una vieja palabra: "simpatía".
Pablo Capanna, Idios Kosmos. Claves para Philip K. Dick
domingo, junio 17, 2007
La banda sonora de una vida #03: "The Kick Inside Of Me", Simple Minds
Os preguntabais cuándo iba a incluir una canción de Simple Minds en esta serie de posts, ¿verdad? Je, yo también. No lo tenía previsto, pero esto va a rachas: al fin y al cabo, es un cuaderno de bitácora y es inevitable que las actualizaciones sean desencadenadas por estímulos externos. El detonante fue la emisión de este anuncio (como no me gusta expandir virales por ahí, cuando pinchéis el link, recordad: la cerveza es más sana que cualquier refresco de cola). Aunque no soy tan mayor como los personajes que aparecen en la publicidad (esas risas, capushos, que os oigo...), sí que es cierto que he caído de nuevo en la trampa de la nostalgia.
Creo que ya lo he comentado alguna vez: la música, por desgracia, es, por sí misma, un ancla a un momento que, enseguida, se convierte en pasado, como bien narran Haruki Murakami en Tokio Blues o George R.R. Martin en El rag del Armagedón.
Mi reacción al ver el anuncio, sentado en el sofá, cenando en la mesa pequeña, al llegar al logo y sonar el estribillo, fue inevitable: alcé los y empecé a ondearlos, en un remedo del gesto que tanto Jim Kerr como el público, al menos en Barcelona y Valencia (no los he visto es más lugares: quién sabe si, algún día, iré a verlos a su casa, Glasgow, o a Dublín, donde vive Charlie Burchill, gracias a las líneas aéreas de bajo coste), para mayor diversión de Nuria, que aún flipa con mi amor a un grupo que se quedó anclado en los ochenta a causa de una paupérrima producción musical a partir del Street Fighting Years (para mí, a pesar de ser el primero de los discos que cosechó un discreto éxito o un sonoro fracaso, según el punto de vista, y de pecar de grandilocuencia, para mí, insisto, es su mejor obra).
Porque, recordémoslo, Simple Minds le disputó a U2 el cetro de grupo revientaestadios en los ochenta, como bien demuestra esta actuación, quizá el punto más álgido de su carrera, en el Live Aid:

En 1981 irrumpieron en listas con "Love Song", una canción de aristas electrónicas bien afiladas, Kraftwerk acelerado con eurodance. A finales de 1982, limaron esas asperezas rabiosas para abrazar a los new romantics y crear perlas en las que Mick MacNeil derrochaba talento en los teclados: "Promised You A Miracle", "Someone, Somewhere In Summertime", "Glittering Prize" y la más pasional "New Gold Dream (81, 82, 83, 84)". Precisamente en 1984, grabaron bajo la batuta de Steve Lillywhite, el productor de la trilogía épica de U2 (Boy, October y War) Sparkle in the Rain, donde los de Glasgow demostraron, a mi parecer, que en cuestión de épica, eran tan ardientes o más que los chicos de Bono, pero con un mayor dominio melódico e instrumental. Las guitarras de Charlie Burchill pasaron a primer plano, pero se notaba la contundencia y versatilidad de Mel Gaynor en las baterías, y Derek Forbes pulsaba el bajo como un demonio (además de hallar un ritmo de esos sencillos, carne de hit, indispensable para que "Waterfront" irrumpiese en el top y fuese indispensable en todos los conciertos a partir de entonces).

Entonces, en abril del 85, los chicos de Jim Kerr entraron por primera vez en las listas estadounidenses a la vez que daban la primera paletada a su tumba al sacar como single la tonada compuesta por Keith Forsey y Steve Schiff "Don't You (Forget About Me)".
Después de semejante éxito de ventas, siguieron la senda del sonido más comercial fichando a Bob Clearmountain y Jimmy Iovine para producir Once Upon A Time. El wall of sound que impregna todo el disco es impresionante, pero acaba enmascarando el talento musical de sus componentes y acallando, en cierta medida, la rabia desbordada del Sparkle in the Rain y la suntuosidad y sensualidad romántica del New Gold Dream. En cuanto a las letras, Jim Kerr entra a saco en el terreno político, pero el mensaje no podría ser más simplón. Ahí le cedieron el testigo a U2, más maduros y poliédricos en An Unforgettable Fire, y ya no le volvieron a disputar la posición.

Pero demos un paso atrás y volvamos a 1984.
Sparkle in the Rain hace gala de un sonido crudo y visceral; las guitarras de Burchill, como comentaba anteriormente, toman preeminencia sobre los teclados, aunque MacNeil aporta un brillo mágico que brota a espuertas entre lacerazo y lacerazo eléctrico. Sin embargo, la épica no es la apocalíptica con un toque de esperanza que cantaban Bono & Co., sino una actitud de rebeldía optimista: la profusión de lights, glistens, brilliants, sparkles, y big wheels that turn around resulta, a todas luces (valga la redundancia), sintomática de la intención del disco.
Os recomiendo que os asoméis aquí a los grandes singles extraídos del álbum:
Con todo, siempre hay un lado oscuro que a Kerr gusta de explorar: los recuerdos que dejan los muertos y el territorio, entre sobrenatural y terrenal, que hay entre el mundo de los vivos y lo que cada uno considere como su más allá. Esperanza, pero también amargura. Y una sensación obtusa, impregnada de hiel, que patea y patea en un rincón cenagoso entre el corazón y la cabeza.

El cierre de Sparkle in the Rain nos muestra dos visiones de este tema: la primera visceral y que cierra con un paroxismo de voces e instrumentos arremolinándose en un paroxismo sónico que culmina de forma abrupta; la segunda, instrumental, de ritmo menos acelerado pero cautiva de atmósfera tensa y opresiva, donde los fantasmas casi se respiran. Es la primera de estas visiones la que os dejo a continuación. Una canción que, durante una época, me acompañó para huir de mis propios fantasmas, para asumir ciertos dolores como inevitables y para seguir, para reconocer la esperanza más allá de la rabia.
Así, pues, os dejo con una de las canciones que más me gustan de Simple Minds y que nunca se comercializó como single:
Creo que ya lo he comentado alguna vez: la música, por desgracia, es, por sí misma, un ancla a un momento que, enseguida, se convierte en pasado, como bien narran Haruki Murakami en Tokio Blues o George R.R. Martin en El rag del Armagedón.

Porque, recordémoslo, Simple Minds le disputó a U2 el cetro de grupo revientaestadios en los ochenta, como bien demuestra esta actuación, quizá el punto más álgido de su carrera, en el Live Aid:
En 1981 irrumpieron en listas con "Love Song", una canción de aristas electrónicas bien afiladas, Kraftwerk acelerado con eurodance. A finales de 1982, limaron esas asperezas rabiosas para abrazar a los new romantics y crear perlas en las que Mick MacNeil derrochaba talento en los teclados: "Promised You A Miracle", "Someone, Somewhere In Summertime", "Glittering Prize" y la más pasional "New Gold Dream (81, 82, 83, 84)". Precisamente en 1984, grabaron bajo la batuta de Steve Lillywhite, el productor de la trilogía épica de U2 (Boy, October y War) Sparkle in the Rain, donde los de Glasgow demostraron, a mi parecer, que en cuestión de épica, eran tan ardientes o más que los chicos de Bono, pero con un mayor dominio melódico e instrumental. Las guitarras de Charlie Burchill pasaron a primer plano, pero se notaba la contundencia y versatilidad de Mel Gaynor en las baterías, y Derek Forbes pulsaba el bajo como un demonio (además de hallar un ritmo de esos sencillos, carne de hit, indispensable para que "Waterfront" irrumpiese en el top y fuese indispensable en todos los conciertos a partir de entonces).

Entonces, en abril del 85, los chicos de Jim Kerr entraron por primera vez en las listas estadounidenses a la vez que daban la primera paletada a su tumba al sacar como single la tonada compuesta por Keith Forsey y Steve Schiff "Don't You (Forget About Me)".
Después de semejante éxito de ventas, siguieron la senda del sonido más comercial fichando a Bob Clearmountain y Jimmy Iovine para producir Once Upon A Time. El wall of sound que impregna todo el disco es impresionante, pero acaba enmascarando el talento musical de sus componentes y acallando, en cierta medida, la rabia desbordada del Sparkle in the Rain y la suntuosidad y sensualidad romántica del New Gold Dream. En cuanto a las letras, Jim Kerr entra a saco en el terreno político, pero el mensaje no podría ser más simplón. Ahí le cedieron el testigo a U2, más maduros y poliédricos en An Unforgettable Fire, y ya no le volvieron a disputar la posición.
Pero demos un paso atrás y volvamos a 1984.
Sparkle in the Rain hace gala de un sonido crudo y visceral; las guitarras de Burchill, como comentaba anteriormente, toman preeminencia sobre los teclados, aunque MacNeil aporta un brillo mágico que brota a espuertas entre lacerazo y lacerazo eléctrico. Sin embargo, la épica no es la apocalíptica con un toque de esperanza que cantaban Bono & Co., sino una actitud de rebeldía optimista: la profusión de lights, glistens, brilliants, sparkles, y big wheels that turn around resulta, a todas luces (valga la redundancia), sintomática de la intención del disco.
Os recomiendo que os asoméis aquí a los grandes singles extraídos del álbum:
Con todo, siempre hay un lado oscuro que a Kerr gusta de explorar: los recuerdos que dejan los muertos y el territorio, entre sobrenatural y terrenal, que hay entre el mundo de los vivos y lo que cada uno considere como su más allá. Esperanza, pero también amargura. Y una sensación obtusa, impregnada de hiel, que patea y patea en un rincón cenagoso entre el corazón y la cabeza.
El cierre de Sparkle in the Rain nos muestra dos visiones de este tema: la primera visceral y que cierra con un paroxismo de voces e instrumentos arremolinándose en un paroxismo sónico que culmina de forma abrupta; la segunda, instrumental, de ritmo menos acelerado pero cautiva de atmósfera tensa y opresiva, donde los fantasmas casi se respiran. Es la primera de estas visiones la que os dejo a continuación. Una canción que, durante una época, me acompañó para huir de mis propios fantasmas, para asumir ciertos dolores como inevitables y para seguir, para reconocer la esperanza más allá de la rabia.
Así, pues, os dejo con una de las canciones que más me gustan de Simple Minds y que nunca se comercializó como single:
The Kick Inside Of Me
You put the storm out, that's up in my head
You put the call out
Beside of me, kick up inside of me
And you steal the world and live to survive
And shake out the ghosts and then you turn around
In spite of me, kick up inside of me
One for the first time
Two for the last time
Three for the thrill and
Four for the last time
As far as I can see, you're gonna
Move deep deeper deep inside of me
Kick away my life kick away
You put the fear in me, kick away, kick away
As far as I can see you move deep deep inside of me
Take me away, take me away, up to another day
Open up the way, lead me away in the pouring rain
In the pouring rain
You put the storm out, that's up in my head
You put the call out
Beside of me, kick up inside of me
And we steal the world and live to survive
Shake out the ghosts and turn around
In spite of me, shake up the ghosts inside of me
One for the first time, two for the last time
Three for the thrill, and four for the last time
As far as I can try, you're gonna
Move deep deeper deep inside of me
Take me away, ah ah ah until another day
Take me away, kick away
As far as I can see you put the fear inside of me
Kick away
La patada dentro de mí
Calmas la tormenta que ruge en mi cabeza,
enciendes las alarmas
a mi alrededor, me revuelves por dentro
y robas el mundo y vives para sobrevivir,
y desempolvas los fantasmas y entonces te largas
a mi pesar, me revuelves por dentro.
Uno para la primera vez,
dos para la última,
tres para la amenaza y
cuatro para la última vez,
por lo que puedo ver, vas a
calar hondo, más hondo, hondo dentro de mí.
Patea mi vida, patea
Me inculcas el miedo, patea, patea
por lo que veo entras dentro, muy dentro, dentro de mí.
Sácame, llévame a otro día,
ábreme el paso, condúceme lejos bajo la lluvia torrencial,
bajo la lluvia torrencial.
Calmas la tormenta que ruge en mi cabeza,
haces saltar las alarmas
a mi alrededor, me revuelves por dentro
y robas el mundo y vives para sobrevivir,
y desempolvas los fantasmas y te largas
a mi pesar, me revuelves por dentro.
Uno para la primera vez, dos para la última,
tres para la amenaza y cuatro para la última vez,
por lo que puedo ver, vas a
calar hondo, más hondo, hondo dentro de mí.
Sácame, ah ah ah hasta otro día,
sácame de aquí, aparta de una patada,
Por más que lo intento, metes el miedo dentro de mí
Patea
Powered by ScribeFire.
domingo, junio 10, 2007
Karel Čapek - Life and Work, Ivan Klíma
Quizá, estimado lector, no te veas con ánimo de leer un libro tan implacable como 1984 pero te apetezca adentrarte en una obra donde queden patentes la estupidez y la estulticia humanas; un libro que hable sobre los efectos de la avaricia y la ambición sin límites: el totalitarismo, el nacionalismo, el capitalismo salvaje, la alienación de la ciudadanía, la pleitesía al progreso a cualquier precio, la depredación del hombre sobre la naturaleza y sobre el propio hombre, la guerra como salida inevitable... Y, si además, quieres disfrutar de una lectura divertida, amena en su amplia variedad de registros, desde una ironía que, a pesar de la seriedad del transfondo, no abandona una mirada empática, entonces tu libro es La guerra de las salamandras.

Su autor, Karel Čapek, ha sido injustamente relegado a un segundo plano ante la obra de otros contemporáneos suyos, autores en lenguas mucho más difundidas, como Orwell o Huxley en inglés, o Kafka (autor checo en lengua alemana). En una época convulsa como fue la primera mitad del siglo XX, Čapek se distinguió por un tono más optimista, sin por ello dejar de reflejar con marcada lucidez los peligros que acechaban a una humanidad que el progreso superaba por todas partes y que, con armas cada vez más poderosas, caía presa del fanatismo. En ese sentido, está más emparejado con otro compatriota suyo, Jaroslav Hašek.
Čapek demostró desde bien joven ser un espíritu inquieto, gran trabajador, que cultivó en su relativamente corta vida todos los géneros literarios. El fetichista cienciaficcionero lo recordará por ser el padre del término robot (sugerido, por cierto, por su hermano mayor Josef), que apareció en la obra teatral R.U.R.. Pero ese es un detalle menor: en su extensa bibliografía abundan las recopilaciones de prensa, libros de viajes, obras teatrales, ensayos políticos, cuentos.
No puedo ocultar mi admiración por un autor cuya mirada, lúcida, irónica y entrañablemente humana, me cautiva. (Eh, incluso Alejo me permitió prologar La guerra de las salamandras; aunque el prólogo no valga mucho, ¡joder, es que estoy que reviento de orgullo!) Por eso compré, vía Amazon, la biografía que encabeza el post.
Aun así, no deja de ser una obra interesante para conocer algunas de las claves del autor checo a la hora de abordar su narrativa. Ni de lamentar sus últimos días como una de las voces más lúcidas, denostado por colegas que abrazaron alguno de los radicalismos que, proféticamente, acabaron de rasgar el mundo que conocía tal como preveyó.
sábado, junio 02, 2007
1984, de George Orwell
Implacable.
Quizá sea el adjetivo más preciso para describir en una palabra una de las distopías más famosas de la literatura. Recordemos la tesis de 1984: un estado totalitario, simbolizado por el Gran Hermano (una líder de efigie severa y paternal, cuya vida y obras son asumidas casi como un acto de fe), controla de manera férrea el pensamiento de la población, según su clase (proletario, miembro del Partido Exterior y miembro del Partido Interior), sirviéndose para ello de una ilusión de un pasado triunfal que seguramente no existió, y defendiéndolo de un enemigo perpetuo y traicionero en una guerra sin inicio ni fin.
Tras el conato de rebeldía y de autoafirmación del protagonista, Winston Smith, el lector cae presa de la implacabilidad con la que, una tras otra, toda esperanza de Smith de tener un espacio propio, un lugar para poder pensar per se, de una mínima libertad de elección, de opinión, de pensamiento e incluso de amor es aniquilada en pos de un bienestar global cuanto menos dudoso -aunque no se permite dudarlo, claro está-, y el resultado es un personaje completamente alienado, despojado de su yo más íntimo y profundo en favor del Estado. Una aniquilación sistemática, precisa, y aterradora por tratarse, precisamente, del objetivo del Estado, contra el que el individuo lucharía, si luchase, en vano.
1984 es un título imprescindible (sí, sí: imprescindible; así, sin paliativos), paradigma de unos tiempos convulsos cuya influencia aún se deja notar en nuestro sistema político y nuestra vida cotidiana. George Orwell, como bien apunta Juanma Santiago en su ensayo (serio y riguroso; no como esta entrada, que no deja de ser una lectura personal), planteó el texto como una llamada de atención sobre los totalitarismos; y, aunque estéticamente la Oceanía del libro se presente como un trasunto del estalinismo que gobernaba con puño de acero y gatillo rápido en la URSS, los rasgos fundamentales resultan comunes a todo tipo de totalitarismo: ortodoxia, anulación de libertades, empobrecimiento cultural, ejecuciones sumarias, estado perpetuo de miedo. Orwell, comunista idealista que sufrió en sus carnes el mordisco de las balas fascistas en la guerra civil española, y en el alma la usurpación de un ideal de igualdad social por la revolución bolchevique (que estuvo a punto de costarle la vida en Barcelona, sumida en una guerra civil dentro de la guerra civil), echó el resto en una novela en la que proyectó, de forma desgarradora y, repito, implacable, la evolución lógica del poder cuando deriva del servicio al hombre a ser un fin en sí mismo. Ninguna consideración, ni la vida, ni tan siquiera el amor, suponen un mínimo obstáculo en su objetivo.
Antes hablaba del terror procedente de la indefensión del individuo ante el Estado; pero cuando el libro adquiere su completa amplitud (es decir, cuando realizamos la lectura en clave política), lo que resulta absolutamente terrorífico es cuando reconocemos, en las actitudes, en los recursos y en las acciones de la sociedad totalitaria que narra Orwell actitudes, recursos y acciones identificables en nuestra vida cotidiana, muy alejada de la visión, errónea, de 1984 como si del desarrollo lógico de un modelo de totalitarismo en concreto se tratase. Una visión esta que se daría o desde el aferramiento a unas posiciones ideológicas consideradas infalibles (precisamente uno de los pilares de la sociedad descrita), o desde una lectura superficial, atendiendo únicamente a la consistencia del mundo creado por el autor, error que aqueja con frecuencia al aficionado (lector o escritor) de ciencia ficción, tan deslumbrado por el entorno tecnomágico que infravalora la metáfora. 1984 advierte sobre las "futuras tendencias" de aniquilación del individuo a través de la alienación por los mecanismos que el poder -que en un cierto punto devino tiranía-, independientemente de los objetivos marcados inicialmente y, por tanto, del signo político que sirvió como embrión.
¿Cuáles son esos mecanismos, la base sobre la que se sustenta el poder? La Oceanía de 1984 sustenta su "grandeza" manipulando la historia directamente; la labor del protagonista, Winston Smith, es la de retocar la hemeroteca de forma que el pasado sea siempre como el gobierno quiere que haya sido. El control de la información como una de las bazas más importantes para ejercer el poder vivió, con el Ministerio de Propaganda de Göbbels y las purgas soviéticas, dos episodios esperpénticos en la realidad (más si cabe que la metáfora orwelliana). El autor ya veía el denominado "cuarto poder" como uno de los factores determinantes para cumplir los objetivos de dominación. Y qué duda cabe que, de forma un poco más sutil (sólo un poco, y no, desde luego en nuestro país), esta estrategia se lleva a cabo hoy en día.
Para que la manipulación sea efectiva, además de la propaganda se ha de suprimir, en la medida de lo posible, el razonamiento crítico. Oceanía (y los otros estados, según se deduce) lo consigue en dos frentes: ofreciendo a los proles una diversión acrítica, orientada a los instintos más bajos, que les haga olvidar las penurias (y cita, textualmente, el fútbol como una de ellas), y combate las disensiones que puedan surgir en los miembros del Partido Exterior a través de diversos medios de control y coacción: no tan sólo la vigilancia a través de las telepantallas (hoy en día, una gran metáfora sobre la televisión y la videovigilancia), sino a través de mecanismos de "aceptación social" (las buenas costumbres de antaño, vamos), diversas actividades de "obligada voluntariedad" (me vienen a la cabeza los grupos de escoltas vinculados al Opus, la asistencia a la iglesia de los domingos y similares en nuestro país; también las juventudes hitlerianas, la ortodoxia del Polit Buró...), la divulgación de rumores sobre terribles castigos por actitudes heterodoxas, etcétera.
Qué duda cabe que, para mantener el poder, lo ideal es crear (manipulación informativa) y mantener (eliminar la disensión) una ilusión de efectividad allí donde es necesario; y los puntos "oscuros" de esa ilusión, rellenarlos con cortinas de humo o, incluso, pervirtiendo el razonamiento. Ahí es donde aparece el concepto del doblepensar, tan sumamente irónico y tan a la orden del día; el típico "Donde dije digo, digo Diego" cuyos ejemplos creo que ni siquiera es necesario recordaros. (Bueno, sí, qué puñetas: la ilusión de las armas de destrucción masiva iraquianas, una excusa que se ha cobrado ya cerca de medio millón de vidas. Y aquí hay quien ni se inmuta ni se despeina por ello -excepto cuando conduce saltándose el límite de velocidad y en estado de embriaguez-. Este sea, quizá, el ejemplo más esperpéntico, pero el doblepensar no es ni mucho menos exclusivo de la derecha, aunque sí donde se lleva, y se vanagloria de ello, con mayor descaro en este país.)
Otra de las herramientas utilizadas por el poder, y que complementa al "pan y circo" de manera mucho más visceral, es el uso de la amenaza externa (recordemos de nuevo las armas de destrucción masiva, pero también el terrorismo, la inmigración, el adversario político demonizado) para unir, olvidando las carencias del día a día, a los ciudadanos en su adhesión al poder y en contra de un enemigo. Un recurso que, en la novela, llega a ponerse a la altura de los espectáculos permitidos para solaz de las masas. En la sublimación del instinto gregario del hombre, que busca en el grupo la supervivencia, no cabe duda de que es una de las tácticas de las que más se abusa hoy en día. Actualmente disponemos de muchos Dos Minutos de Odio, donde dejamos que la ira fluya contra quien consideramos la reencarnación del mal, ya sea adversario político, país vecino o, más venenoso si cabe, raza o religión foránea.
Insisto que, actualmente, y salvo excepciones (mucho más preocupantes que el momento y lugar donde nos toca vivir, por otro lado), el estado totalitario del Gran Hermano no es una proyección verosímil de futuro... pero sí que muchos de sus elementos están presentes hoy en el control del ciudadano. Un control que va desde la anulación de la conciencia crítica con espectáculos cada vez más denigrantes (y resulta irónico que el paradigma de la televisión espectáculo bochornoso de este país se titule, precisamente, Gran Hermano; Orwell debe de estar retorciéndose en su tumba por ello) o estupidizantes, hasta el cada vez más desvergonzado circo político en que se han sustituido los programas de gobierno (que deberían defender la mejora de la sociedad, siempre desde la defensa de un ideario ideológico que busca como objetivo la igualdad social) por la burda amenaza apocalíptica del contrincante demonizado.
Así, pues, en semejante tesitura, en la que el ciudadano se muestra cada vez más desengañado (de ahí la alta abstención en las últimas cuestiones) de una clase política que ha soltado amarras de la realidad que aquel vive, y orienta sus esfuerzos a convencer, mediante el insulto y el discurso apocalíptico, de las bonanzas del voto a su formación en contraposición a las demás para conseguir o mantenerse en el poder, es donde 1984 deviene una lectura casi diría necesaria: para poder desbrozar el grano de la paja, para desenmascarar actitudes engañosas y manipuladoras, para no dejarse llevar por las corrientes del pensamiento pastoreado con la vara periodística y para concienciarnos de que, aun hoy en día, queda mucho camino por recorrer para conseguir una democracia plena y absolutamente sincera.
1984 puede pecar de un exceso de didactismo: en mi opinión, es el esfuerzo más genuino de un intelectual tremendamente comprometido con un mundo que se fue cuesta abajo tras dos guerras mundiales y con el horror del Holocausto y que, después de la conferencia de Yalta, estableció un modelo bipolar de mundo que acabó propinando el tiro de gracia a las utopias de justicia e igualdad. La sensación de amarga y definitiva derrota impregna la obra de principio a fin, y nos deja entrever a un hombre asimismo derrotado, que no ve esperanza en la sociedad tal como la conoce sino que prevé, como mucho, que la máxima aspiración que le queda es sobrevivir, malvivir, oprimido bajo la estructura que la misma sociedad había creado para, en teoría, proteger a sus ciudadanos y que, en realidad, ha pervertido sus valores fundamentales.
Implacable, sí; y desasosegante. E imprescindible.
viernes, junio 01, 2007
Feliz cumpleaños
40.º aniversario de la aparición del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band*, de The Beatles.
(Felicidades, y gracias, John, Paul, George y Ringo. Por muchos años más de la mejor música.)
*Próximamente, en su tienda iTunes más cercana.
(Felicidades, y gracias, John, Paul, George y Ringo. Por muchos años más de la mejor música.)
*Próximamente, en su tienda iTunes más cercana.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)