sábado, febrero 07, 2009

Lo mejor del 2008 porque lo digo yo

Buenasss. Cuánto tiempo... Una entrada en diciembre, ninguna en enero. Con un par, sí señor.

Yo y el otro Álex hemos estado pelín desconectados de este lugar, cada uno con sus compromisos y sus jaleos. Prometo ser más constante (no puedo hablar por Álex, pero sí por mí).

Una de las tradiciones del primer mes del año es la de hacer listas temáticas sobre el año anterior. Lo mejor y lo peor, lo anecdótico, lo estrafalario y lo más chachi guachis.

De todas las listas, las que espero con fruición son las musicales. Lo mejor del año anterior según sitios musicales como Mondo Sonoro, Pitchfork o Rockdelux, cuyos tres primeros números del año compro religiosamente para poder escuchar sus recopilaciones. Aunque se puedan descargar. El esfuerzo que hacen bien merecen esos poco más de quince euros, a pesar de que acabe mentándoles a sus árboles genealógicos a causa de omisiones flagrantes y su, a todas luces, sectaria posición pro-Primavera Sound anti-Summercase. No digo que no puedan tener razón, pero hombre, un poco más de análisis y menos entrañas.

Pero, como nunca llueve a gusto de todos, y cada uno tiene sus gustos, sus filias, sus fobias y sus placeres culpables, y dado que ningún año he visto una lista a mi gusto, pues ahí se la brindo a todos ustedes: mi top-ten del 2008. Elaborado con la inestimable ayuda de Last.fm y su scrobbling.

10. Glasvegas, Glasvegas
Estos debutantes de Glasgow se han descolgado con un disco de épica oscura, inquietante y comprometido socialmente. No es grupo de melodías facilonas, sino de más largo recorrido, de posos reminiscentes. Una promesa que se ha afianzado y que promete no ser el enésimo hype de los que hemos vivido en esta época vertiginosa, musicalmente hablando.





9. Ode to J. Smith, Travis

Un disco sorprendente por venir de quienes viene. Predomina la electricidad, sin descuidar una base armónica rica y estructurada, y se adentran en una narrativa más sórdida: la vida de un obrero y sus miserias cotidianas. No desaparece completamente la melancolía ni la belleza, pero quedan en un segundo término tras presenciar el arranque directo y valiente del disco.




8. Viva la Vida, or Death and All His Friends, Coldplay

Después del fiasco de X&Y (¡qué malo que es el disco, por los dioses de Kóbol!) y el gusto por la grandilocuencia y la "humildad", creí que, más allá del A Rush of Blood to the Head no me iba a interesar nada más de la banda de Chris Martin. Pues me equivoqué. Tampoco es que el disco sea la repanocha, pero contiene melodías extremadamente pegajosas, de esas que no se van del interior del cráneo ni con disolvente ni con mordiscos zombis. Ahora que parece que se han vuelto a meter en el estudio, y que Brian Eno le ha prohibido al cantante acercarse mientras los otros tres miembros componen, esperemos que el resultado mejore este sorprendente buen disco. Para muestra, la canción que le da título.

7. Red, Guillemots

Aunque inferior a Through The Windowpane, se le tiene que reconocer a esta banda cosmopolita su inquietud artística. Después de sus dos largos, creo que les queda por probar tan sólo la ópera y la jota. Echo de menos, respecto a su anterior trabajo, la sutileza en que Fife Dangerfield encaraba las piezas más suaves. El jazz, el soul, el disco y el rock grandilocuente se apelotonan uno tras otro, provocando en ocasiones una sensación de prisa que no acaba de hacerle bien. De todas formas, una obra meritoria, a la que le falta un single tan redondo como "Make-up Lovesong #43".



6. Skeletal Lamping, of Montreal

Divertidos, psicodélicos (pero no tanto como MGMT) y sorprendentes: cada canción de of Montreal es en sí una suite que bien podría dar para un CD, convenientemente troceada y alargada; pero no, los de Athens inventan y reinventan a cada estrofa, a cada vuelco de la melodía. Más enjundiosos que Scissors Sisters, sin lugar a dudas.




5. Santogold, Santogold

Nunca he sido mucho de música dance; sin embargo, el debut del proyecto Santogold, cuya cabeza visible es la de Santi White, irrumpió en el 2008 con una base rítmica negra y discotequera sobre la que se sustentan zarpazos más propios del rock y del noise, mucho más atractivo (aunque no por ello mejor, se entiende) para los aficionados al rock que la apuesta más étnica de M.I.A. (a la que, espero, la maternidad no la aparte de la música). La voz de Santi White hechiza ya a la primera escucha, preñada de convicción y vigor.


4. Narrow Stairs, Death Cab for Cutie

No sorprenderá tanto como Translantiscism, pero es toda una gozada dejarse perder por los paisajes acústicos y los personajes atribulados a los que Ben Gibbard da cancha en este disco. Impresionante la introducción de "I Will Posess Your Heart", cuatro minutos en los que no sobra ni una corchea.





3. Hold On Now, Youngster... y We Are Beautiful, We Are Doomed, Los Campesinos!

A todo volumen, a toda velocidad, con toda la carne puesta en el asador. El combo galés de nombre tan hispanicorrural empezó el año con uno de los títulos mejor recibidos por la crítica especializada. La sangre de la música exhuda vitalidad por los cuatro costados, y las letras alambicadas destilan acidez, sin la sutileza o la elegancia de Pulp, pero oye, de vez en cuando está bien dejarse de metáforas e ir al grano.
A finales del 2008 sacaron otro disco que, insistían, ni era un B-sides ni un segundo disco: un CD más documental que levantaba un poco el pie del acelerador sónico, pero que contenía una dosis de amargura inquietante. Si algo hay que criticarles sea una especie de horror vacui que, en ocasiones, puede llegar a hacer la escucha de sus canciones un pelín cargante.

2. Third, Portishead

Impresionante. Y nada más que añadir. Sería el número uno de esta lista, y de cualquier otra, si no fuera porque...:







1. The Rhumb Line, Ra Ra Riot

Estos muchachos de Syracuse (New York) me tienen robado el corazón desde el último Wintercase. Su disco de debut está compuesto de canciones que en cualquier otra mano (Coldplay, por ejemplo) habrían quedado ñoñas, pretenciosas y vacuas. Aquí no: son diez canciones bellas, delicadas, melancólicas a veces, optimistas en ocasiones, que invitan al oyente a escucharlas en una habitación a oscuras, con un flexo encendido, y dejarse conquistar por la ilusión y la cálida sinceridad con que están realizadas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno tu post, gracias. De hecho, me has descubierto a Los Campesinos. No escuchaba algo que me gustara tanto desde Belle & Sebastian.

Álex Vidal dijo...

Gracias a ti :) Mira, ya sólo por eso ha merecido la pena currarse el post ;)