Recapitulemos: quizá uno de los mayores problemas de este país, si no el que más, es el aumento desbocado del precio de la vivienda. Factores: múltiples. En resumen, una sola palabra: especulación.
Largo y tendido se ha hablado del endeudamiento de las familias, los pelotazos urbanísticos, el blanqueo de dinero, el crecimiento descontrolado, la falta de suelo edificable, etcétera. Pero en este mundo tan interconectado, a veces las consecuencias son insospechadas.
El pasado lunes, una avioneta se estrelló contra una grúa sin señalizar y sin los permisos correspondientes, que al parecer pinchaba en la servidumbre aeroespacial del Aeropuerto de Sabadell (es decir, en la zona aérea reservada al vuelo, tanto al acceso como al despegue de las instalaciones).
El aeródromo está situado en el extremo noroccidental de Sabadell, entre esta ciudad, Sant Quirze, Badia y Cerdanyola. Los vecinos de la zona exigen el cierre o el traslado del aeropuerto, dada su proximidad a los núcleos de población. No debe haber ni doscientos metros entre la pista y las viviendas más cercanas y, lógicamente, su seguridad está en entredicho. La de los vecinos y la de los usuarios.
Pero...
El Aeropuerto de Sabadell se inauguró oficialmente en 1934, aunque en 1925 ya se usaban algunas pistas provisionales (ver aquí). Sabadell ha sido, junto con Terrassa, la ciudad más importante del Vallès, uno de los centros textiles más importantes del país. Pero su desarrollo masivo, así como el de las ciudades del Cinturón de Barcelona, conoció su etapa más desbocada entre las décadas de 1950 y 1960. Y actualmente, dada la escasez de terreno y la avidez conque, de un solar, de unos baldíos, de unos prados o incluso de un corredor biológico, se alzan edificios/colmena como champiñones, dadas estas condiciones, la urbe ha rodeado el aeródromo. Hoy en día puedes caminar desde Sabadell a Montcada sin salir de la ciudad. Nuestros padres y abuelos recuerdan, sin embargo, las viñas y los bosques que cubrían el Vallès.
El uso del aeródromo ahora se considera peligroso. Sin embargo, parece que nadie tiene en cuenta que no han sido los responsables del aeródromo los que han acercado tanto los edificios a las pistas, cuando lo lógico es que el perímetro de seguridad sea lo más amplio posible. Se alzan voces que apuntan al lado equivocado, que no nos va a devolver la vida de los cuatro jóvenes que alzaron el vuelo y se toparon con una grúa sin permisos en un pasillo aéreo que debería estar libre, ni va a aliviar el dolor de unas familias que, a esas horas, creían que sus maridos, novios, hijos, iban a quedar a tomar un café, acompañar al piloto y volver a casa a cenar.
Sirva esta entrada como humilde y sincero homenaje a estos cuatro jóvenes, y un recuerdo muy especial para Toni. Descansen en paz.
jueves, octubre 27, 2005
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