Así que, aunque no me falta originalidad (ni modestia), lo que sí que me falta es tiempo. Ah, me corroe la angustia, casi como a Charlie Gordon cuando se percata de que el tiempo se acaba.
Surfeando por uno de los blogs más interesantes que conozco, Guerra Eterna, me encuentro con esta interesante entrada. Y me ha recordado los mitos que circulan por ahí sobre la integración, o más bien sobre la falta de integración.
Todos sabemos que los mitos (bueno, digámoslo con mayor propiedad, las leyendas urbanas) arraigan en terrenos donde campa la ignorancia. Sí, lo siento, es así de duro. Y no creáis: es difícil no caer en la trampa; nadie nace enseñado, y existen muchas facetas de la vida cotidiana que se nos antojan llenas de claroscuros, cuando no son completamente crípticas. Por algo existen los abogados :)
Así, pues, uno de esos mitos, tal como indica Íñigo, es el de la integración. Pero ¿quién no ha caído ante la falacia de que los inmigrantes pueden montar un negocio con más facilidad porque se lo subvencionan el estado? Sí, se lo subvencionan como a cualquier ciudadano autónomo que factura al año menos de una cantidad: exactamente la misma subvención que recibí el último año en que fui autónomo. O si cumplen cualquier otra de las condiciones que se indican aquí.
Este es un ejemplo: hay muchos más, que, con un poco de tiempo, intentaré señalar por aquí.
«Pero es que un amigo me ha asegurado que le han dicho de fuentes fidedignas que a los inmigrantes...». Sí, hombre, todos hemos caído en esa falacia. Si un amigo te lo asegura, ¿vas a poner sus afirmaciones en tela de juicio? Más cuando, como comentaba, la información es escasa, confusa y, en ocasiones, farragosa. Pero investigando un poco tendríamos que ser capaces de discernir el grano de la paja. Pero, en realidad, somos presa fácil de la ignorancia. Asumámoslo.
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