viernes, agosto 12, 2005

Arañazos

Iba caminando yo el lunes por la Ronda Cerdanyola (mi pueblo cuasinatal; es decir, como casi todos los vallesanos nací en el complejo hospitalario Parc Taulí de Sabadell pero mis padres vivían en Cerdanyola)...

Como decía antes del paréntesis, iba caminando yo, camino de casa de mi madre, cuando mis ojos se desviaron a la derecha, hacia el sur, hacia donde el Turonet (cast.: Colinita) domina el barrio de Les Fontetes y desde el que se puede ver toda la plana suroccidental del Vallès, cuando me di cuenta del zarpazo que le han dado a la cima.

Resulta que están construyendo un nuevo colegio pero, por lo visto, la elección del terreno no ha sido la más adecuada. Para el colegio igual sí, pues se alza justo al lado del instituto Forat del Vent; pero para ello han removido parte de la cima, ajando a su paso parte de la pineda que la coronaba. En esta noticia se puede apreciar, aunque con dificultad, el estado actual de la construcción.

Me entero por otras fuentes que existían otros terrenos integrados en el casco urbano y cerca de Canaletes donde podrían haber ubicado el nuevo colegio. Que no se me malinterprete: el equipamiento es necesario; es su emplazamiento el que critico o, más bien, el que me duele. Sin lugar a dudas, su actual situación salta a la vista del ciudadano, quien recordará que ahí, hace poco, había una pineda; una especie de enclave seminatural asomándose a la urbe.

Donde pasé tan buenos tiempos en mi infancia; la atalaya que se asomaba al instituto, la que observó mi paso a la adolescencia y a la madurez. Uno de los mejores recuerdos de mi antigua ciudad, a la que no tengo mucho aprecio por ser tan urbanita, tan aliena, tan tosca, gris y asbestosa.

Sentí un arañazo en las entrañas. Un recuerdo que desaparece. Lamenté no haber sacado una instantánea que me recordase cómo era, cómo fue todos estos años.

Y sigo caminando por mi antigua ciudad, y hay tantas cosas que han cambiado y que no volverán que empiezan a llorar.

Navegando por la web, he encontrado un sitio dedicado a Gabriel Escursell, fotógrafo cerdanyolenc que se ha convertido en el ojo de la memoria de una ciudad que, a principios del siglo XX, la formaba unas cuantas casas modernistas de verano de burgueses barceloneses y numerosas viñas, y ahora es una urbe de cerca de 70.000 almas con un parque inmobiliario de desorbitadas hipotecas.

Si tienes una cámara, saca una foto de tu lugar más apreciado. ¿Quién sabe? Igual mañana construirán encima una magnífica promoción de alto standing con dúplex y piscina comunitaria...

1 comentario:

Hugo C. dijo...

Sí, macho, es lo que pasa en el Vallès... Donde antes había bosque y más bosque, ahora sólo hay hipotecas y más hipotecas. En St. Fuckat, lo mismo, pero encima con las hordas del Opus.
Por suerte, este mes me he pirado de allí ;)