No, no es la expresión de uno de esos deseos que nunca se materializan, en plan Año Nuevo; nada de eso. Mañana empieza la segunda temporada del club de lectura dedicado a la literatura fantástica que se organiza en la Biblioteca Jaume Fuster de Barcelona.
Y por esas vicisitudes que son características de la vida, este año le tomo el relevo a Pau en la conducción del club. Al menos nominalmente; en la práctica, acabaremos ayudándonos, o llevándolo a la par, o estorbándonos, o vete a saber qué otras sorpresas nos puede deparar la interacción de nuestras ecuaciones de onda colapsando una vez al mes en la plaça Lesseps.
La tarea será complicada: Pau dejó el listón muy alto el año pasado (no, Pau, no te estoy haciendo la pelota, que yo no soy de esos). Además, me enfrentó a mi proverbial (irónicamente hablando) colapso vocal ante un público de más de dos personas dispuestas en acto oficial (después, en un bar o en un restaurante, no me corto ni un pelo; ¿para qué creéis, si no, que escribo aquí?).
No os voy a ocultar lo que siento ahora, a unas horas de la inauguración del club 2.0: ilusión :)
Las sesiones se celebrarán el cuarto miércoles de cada mes y, según me comentaron la semana pasada, el club ya está lleno. Las fechas en que se celebrarán, y el libro que se repartirá para comentar en la siguiente sesión, serán:
24/10/07 Un mundo feliz, de Aldous Huxley
21/11/07 Aranmanoth, de Ana María Matute
19/12/07 La pell freda, de Albert Sánchez Piñol
23/01/08 La invención de Morel, de Alfredo Bioy Casares
27/02/08 Leyes de mercado, de Richard Morgan
26/03/08 La historia de tu vida, de Ted Chiang
30/04/08 Pedro Páramo, de Juan Rulfo
28/05/08 El prestigio, de Christopher Priest
Un listado ecléctico, condicionado en parte por las restricciones bibliotecarias (algunos libros se aprovechan de otros clubs de lectura), pero con novedades que a Pau y a mí nos parecían suficientemente interesantes para ampliar la panorámica y no quedarnos sólo en los clásicos.
Ya os iré comentando cómo se desarrolla el asunto. Por el momento, Un mundo feliz me ha proporcionado unas cuantas horas intensas de reflexión y de curro.
Deseadme suerte ;)
martes, octubre 23, 2007
miércoles, octubre 17, 2007
Watch more TV
La sociedad que se ha ido generando en torno a la televisión está acostumbrada a no creer salvo lo que ve y creerse todo lo que ve.
Daniel Innerarity, La sociedad invisible
domingo, octubre 14, 2007
El prestigio, Christopher Priest
Retomé su lectura hace poco, pues quedó varado en su nicho en el anaquel, hace algún año o dos, víctima de la procrastinación lectora.
No era buena señal. No tiene por qué ser mala, pero esos hechos, por ser naturales, acostumbran a ser sintomáticos.
Y ahora que he conseguido acabarlo, puedo confirmar mis peores sospechas: me ha aburrido.
No todo va a ser culpa del autor: una traducción que confunde el Middle East con el Levante tiene su miga. Si unimos eso al hecho de que dos de los cinco apartados en que se divide el libro está narrado por dos magos con ínfulas de finales del XIX, con su lenguaje engolado, os podéis hacer una idea de lo difícil que cuesta a veces desgranar pasajes completamente áridos.
Pero es que, además, la narración no ha conseguido interesarme en ningún momento. Quizá, como dice Juanma, gana en la relectura (si uno tiene buena memoria y, tras ese castellano anquilosado y antinatural, uno es capaz de recordar los detalles de la trama), pero sinceramente, no me han quedado ganas. A pesar de ser menos ambicioso que The Separation, y quizá siendo una obra más pulida (en inglés, casi seguro), y más breve, no me han interesado en absoluto las andanzas de los magos. He visto una versión, otra, dos nexos de unión (los descendientes de los magos), y un capítulo final que me ha parecido una llufa, un "¿y para esto las 300 páginas anteriores?".
Viniendo del autor de El mundo invertido, La afirmación y El glamour, el término que se deriva de esta lectura, para mí, es decepción. Igual me equivoco. Ojalá me equivoque. Quizá alguno de vosotros pueda explicarme qué es lo que me he perdido, qué me ha fallado. Aquí dicen que está bien. Y aquí, también. Y aquí. Y conozco a los reseñistas y su criterio es particularmente fiable.
Igual sí que necesita una relectura... Pero es que no me apetece nada, nada, nada, volver a encontrarme con "pasé dos semanas alojado en tal casa, comiendo comida nutritiva y vigorizante". ¡Argh! Además, ni el final me aterró ni, por otra parte, me pareció en absoluto inesperado. Y el ritmo me ha parecido perezoso.
Me quedo una y mil veces antes con El glamour.
domingo, octubre 07, 2007
El verano del Summercase (4.ª parte)
No sería justo empezar esta entrada sin agradecer, y sin pedirles disculpas, a nuestros amigos Òscar y Elena, quienes se casaban el sábado 14 en el Ajuntament de Sant Cugat; una confusión entre Òscar y un servidor nos hizo ir confiados aquel sábado, cuando nos despertamos pasado el mediodía, creyendo que llegábamos a tiempo para la ceremonia: así que aparecimos antes de las 13.30h cuando la boda empezó a las 13.00h y a las 13.15h ya estaba más que finiquitada. Está claro que a los alcaldes la verborrea les dura lo que la campaña electoral, pero cuando se trata de trabajar de verdad para el pueblo... Esta ha sido la única ocasión en que lamenté que una boda no hubiese sido por la iglesia, con su cura y su sermón interminable: hubiéramos llegado al menos para el sí, quiero.
Y aun así, después de la reprimenda cariñosa (y bien merecida) de la novia desde el balcón del Ajuntament (aún correría a esconderme debajo de una piedra cual vulgar alacrán), asistimos a la que, para mi, fue una de las celebraciones más entrañables en las que hemos estado: una parrillada de carne en Can Borrell, sin protocolos ni zarandajas, una celebración entre amigos y familiares.
Nuria estaba rendida, le dolía la cabeza y ante la perspectiva de, tras dormir apenas seis horas, salir corriendo, cambiarse y meterse en el bullicio del Fòrum para ver a grupos que apenas conocía, decidió pasar de la segunda jornada. Se consiguió sacar el brazalete, y con eso y un beso por equipaje, tomé el camino a Barcelona.
Aparqué casi en la puerta de la incineradora, en la parte posterior del recinto, junto a la pasarela que conduce al otro extremo del parque por encima de la Ronda Litoral, extremo en el que estaba ubicada la entrada al recinto, pasarela... cortada al paso de personas por vaya-usted-a-saber-qué-gilipollez-de-motivo. Empezábamos bien el día: tuve que dar la vuelta a la parte terrestre del recinto, atravesando un par de puentes de aspecto desolado junto a la Ronda Litoral, con el consiguiente trasiego de coches, y atacar la entrada casi desde la Vila Olímpica. Media hora a toda castaña: sudor y mala hostia. Si el día anterior fue la inoperancia de la organización con las entradas, el sábado me perdí unas cuantas canciones por culpa de una decisión arbitraria y estúpida.
Para un servidor, las actuaciones más interesantes de aquella jornada iban a concentrarse en la carpa del Infierno, sí, en la que llovía sudor. Supongo que, a tenor de lo que sucedió en la jornada anterior, la organización decidió retirar las lonas laterales y mantener la techumbre. Lo ideal habría sido dejar el escenario al aire libre, pero supongo que por cuestiones de acústica sobre la terminal O, allí al ladito, decidieron dejarla. Así que mi primera visita, todo solito, fue para llegar a ver el final de la actuación del irlandés Perry Blake, artista del cual poco me quedó: una canción acústica, de emoción contenida, pero que sola me dejó frío. Así que la dejaré sin puntuar, aunque me causó una grata impresión. Y, además, siendo natural de Sligo (quizá la ciudad más musical de Europa, y no exagero) seguro que deparará buenos momentos.
Como que mis compinches de andanzas summercaseras no iban a asomarse hasta las ocho y pico, lo justo para llegar a ver a Jarvis Cocker, me dirigí a la terminal O a ver la actuación de Badly Drawn Boy (la otra opción era Miqui factor X Puig; en serio que no podía ir a verlo y no descojonarme en su cara por ser una bad cover version de Risto Mejide. Además, me repatean las gónadas todos los realities). Absolutamente desconocido para mí, su show empezó con un set acústico en el que ejercía de one-man bands, abrigado y bajo un gorro de lana en medio de la canícula que castigaba la terminal O. Aislado, tanto físicamente (solo en medio de un escenario inmenso) como anímicamente, la acogida fue más bien fría, y el grupo que lo apoyó en la segunda parte de la actuación no ejerció la garra suficiente como para remediar la situación. Su pop era, quizá, excesivamente delicado, y si se apoyaba en la lírica, sinceramente, crudo lo tenía para ganarse a través de las palabras al público que se congregó.
Badly Drawn Boy, 14/07/2007, 19:55h, Terminal 0: 6
Si me dan a escoger entre una banda que encarna lo más aburrido de los 80 y una nueva promesa, me voy a la nueva promesa de calle. Si, además, preceden a Jarvis Cocker, estaba cantado que iba a pasar de James como al final hice. Les di una oportunidad, no creáis: crucé por delante de la terminal E y, efectivamente, la canción que estaban interpretando (y que, a la sazón, resultaba ser uno de sus mayores éxitos, según leí en la prensa) no me atrajo lo más mínimo.
La actuación de los Soulsavers fue sobria, y sombría también. Mark Lanegan tomó posesión del micrófono y, como un Leonard Cohen rejuvenecido y vigoroso, describió sombras y claroscuros con voz rasposa y gutural. Los escalofríos que producía los acompañaba un sonido de indudable alma eléctrica, pero al que le encontré a faltar el elemento más melódico, tal como si fuesen unos Radiohead haciendo pruebas de sonido. La crítica especializada aclamó la actuación como el momento estelar del festival, junto al recital de PJ Harvey, pero me temo (y en el caso de Rockdelux me temo que es ser reiterativo) que se debe más a cierto snobismo que no al impacto real del concierto, al menos en cuanto a respuesta del público.
Soulsavers, con Mark Lanegan, 14/07/2007, 20:45h, Terminal S: 8
En cuanto se acabó el denso show de Soulsavers y el público empezó a retirarse (o sea, a los diez segundos de acabar), Kaoss y un servidor nos agarramos a la barandilla frente al escenario para esperar al ex cantante de Pulp. Ya os conté en un post previo las impresiones del concierto del pasado diciembre en el Razzmatazz. Javris seguía ejerciendo como uno de los mejores showmen de la escena rock, pero la brevedad de su discografía y una banda titubeante deslucieron aquel concierto. Pero en el Summercase, ¡dioses de Kóbol!, venían más que rodados. Venían a por todas, a romper, a llevarse a la gente en el bolsillo. Y no les costó más de un par de minutos. Jarvis Cocker, el hijo pródigo de Sheffield, se subío a los monitores, arqueando su espigada figura, lamiendo provocativamente un racimo de uvas y dándose al público sin tregua. No hubo sensación de que el repertorio era escaso, sino de que faltó tiempo para redondear el concierto. Charló, bromeó (el momento más hilarante fue cuando preguntó si la "jungla de cemento" del Fòrum la construyeron para los Juegos Olímpicos y, al contestarle que no, echó mano de su vena cínica para preguntarnos para qué demonios sería aquello. Pregunta que, por otra parte, nunca ha recibido una respuesta satisfactoria por parte de las autoridades). Contundencia pop, melancolía elegante, fina ironía, y talento, un talento que brota en cascadas melódicas y líricas, uno de los mejores storytellers, porque, insisto, es uno de los mejores narradores que existen.
No nos vamos a quedar cortos con la valoración, aunque... el 10 no lo conseguirá hasta que no vuelva a cantar "Common People". Pero, si lo cantase, estaría traicionando su ruptura con el pasado, con lo que tampoco se llevaría el 10. Está condenado a menos :)
Jarvis Cocker, 14/07/2007, 22:00h, Terminal E: 9,8
(Ah, y la primera canción del set, "Fat Children", la escuchó Nuria a través del móvil.)
Y aun así, después de la reprimenda cariñosa (y bien merecida) de la novia desde el balcón del Ajuntament (aún correría a esconderme debajo de una piedra cual vulgar alacrán), asistimos a la que, para mi, fue una de las celebraciones más entrañables en las que hemos estado: una parrillada de carne en Can Borrell, sin protocolos ni zarandajas, una celebración entre amigos y familiares.
Nuria estaba rendida, le dolía la cabeza y ante la perspectiva de, tras dormir apenas seis horas, salir corriendo, cambiarse y meterse en el bullicio del Fòrum para ver a grupos que apenas conocía, decidió pasar de la segunda jornada. Se consiguió sacar el brazalete, y con eso y un beso por equipaje, tomé el camino a Barcelona.
Aparqué casi en la puerta de la incineradora, en la parte posterior del recinto, junto a la pasarela que conduce al otro extremo del parque por encima de la Ronda Litoral, extremo en el que estaba ubicada la entrada al recinto, pasarela... cortada al paso de personas por vaya-usted-a-saber-qué-gilipollez-de-motivo. Empezábamos bien el día: tuve que dar la vuelta a la parte terrestre del recinto, atravesando un par de puentes de aspecto desolado junto a la Ronda Litoral, con el consiguiente trasiego de coches, y atacar la entrada casi desde la Vila Olímpica. Media hora a toda castaña: sudor y mala hostia. Si el día anterior fue la inoperancia de la organización con las entradas, el sábado me perdí unas cuantas canciones por culpa de una decisión arbitraria y estúpida.
Para un servidor, las actuaciones más interesantes de aquella jornada iban a concentrarse en la carpa del Infierno, sí, en la que llovía sudor. Supongo que, a tenor de lo que sucedió en la jornada anterior, la organización decidió retirar las lonas laterales y mantener la techumbre. Lo ideal habría sido dejar el escenario al aire libre, pero supongo que por cuestiones de acústica sobre la terminal O, allí al ladito, decidieron dejarla. Así que mi primera visita, todo solito, fue para llegar a ver el final de la actuación del irlandés Perry Blake, artista del cual poco me quedó: una canción acústica, de emoción contenida, pero que sola me dejó frío. Así que la dejaré sin puntuar, aunque me causó una grata impresión. Y, además, siendo natural de Sligo (quizá la ciudad más musical de Europa, y no exagero) seguro que deparará buenos momentos.
Como que mis compinches de andanzas summercaseras no iban a asomarse hasta las ocho y pico, lo justo para llegar a ver a Jarvis Cocker, me dirigí a la terminal O a ver la actuación de Badly Drawn Boy (la otra opción era Miqui factor X Puig; en serio que no podía ir a verlo y no descojonarme en su cara por ser una bad cover version de Risto Mejide. Además, me repatean las gónadas todos los realities). Absolutamente desconocido para mí, su show empezó con un set acústico en el que ejercía de one-man bands, abrigado y bajo un gorro de lana en medio de la canícula que castigaba la terminal O. Aislado, tanto físicamente (solo en medio de un escenario inmenso) como anímicamente, la acogida fue más bien fría, y el grupo que lo apoyó en la segunda parte de la actuación no ejerció la garra suficiente como para remediar la situación. Su pop era, quizá, excesivamente delicado, y si se apoyaba en la lírica, sinceramente, crudo lo tenía para ganarse a través de las palabras al público que se congregó.
Badly Drawn Boy, 14/07/2007, 19:55h, Terminal 0: 6
Si me dan a escoger entre una banda que encarna lo más aburrido de los 80 y una nueva promesa, me voy a la nueva promesa de calle. Si, además, preceden a Jarvis Cocker, estaba cantado que iba a pasar de James como al final hice. Les di una oportunidad, no creáis: crucé por delante de la terminal E y, efectivamente, la canción que estaban interpretando (y que, a la sazón, resultaba ser uno de sus mayores éxitos, según leí en la prensa) no me atrajo lo más mínimo.
La actuación de los Soulsavers fue sobria, y sombría también. Mark Lanegan tomó posesión del micrófono y, como un Leonard Cohen rejuvenecido y vigoroso, describió sombras y claroscuros con voz rasposa y gutural. Los escalofríos que producía los acompañaba un sonido de indudable alma eléctrica, pero al que le encontré a faltar el elemento más melódico, tal como si fuesen unos Radiohead haciendo pruebas de sonido. La crítica especializada aclamó la actuación como el momento estelar del festival, junto al recital de PJ Harvey, pero me temo (y en el caso de Rockdelux me temo que es ser reiterativo) que se debe más a cierto snobismo que no al impacto real del concierto, al menos en cuanto a respuesta del público.
Soulsavers, con Mark Lanegan, 14/07/2007, 20:45h, Terminal S: 8
En cuanto se acabó el denso show de Soulsavers y el público empezó a retirarse (o sea, a los diez segundos de acabar), Kaoss y un servidor nos agarramos a la barandilla frente al escenario para esperar al ex cantante de Pulp. Ya os conté en un post previo las impresiones del concierto del pasado diciembre en el Razzmatazz. Javris seguía ejerciendo como uno de los mejores showmen de la escena rock, pero la brevedad de su discografía y una banda titubeante deslucieron aquel concierto. Pero en el Summercase, ¡dioses de Kóbol!, venían más que rodados. Venían a por todas, a romper, a llevarse a la gente en el bolsillo. Y no les costó más de un par de minutos. Jarvis Cocker, el hijo pródigo de Sheffield, se subío a los monitores, arqueando su espigada figura, lamiendo provocativamente un racimo de uvas y dándose al público sin tregua. No hubo sensación de que el repertorio era escaso, sino de que faltó tiempo para redondear el concierto. Charló, bromeó (el momento más hilarante fue cuando preguntó si la "jungla de cemento" del Fòrum la construyeron para los Juegos Olímpicos y, al contestarle que no, echó mano de su vena cínica para preguntarnos para qué demonios sería aquello. Pregunta que, por otra parte, nunca ha recibido una respuesta satisfactoria por parte de las autoridades). Contundencia pop, melancolía elegante, fina ironía, y talento, un talento que brota en cascadas melódicas y líricas, uno de los mejores storytellers, porque, insisto, es uno de los mejores narradores que existen.
No nos vamos a quedar cortos con la valoración, aunque... el 10 no lo conseguirá hasta que no vuelva a cantar "Common People". Pero, si lo cantase, estaría traicionando su ruptura con el pasado, con lo que tampoco se llevaría el 10. Está condenado a menos :)
Jarvis Cocker, 14/07/2007, 22:00h, Terminal E: 9,8
(Ah, y la primera canción del set, "Fat Children", la escuchó Nuria a través del móvil.)
martes, octubre 02, 2007
Crossposweezerando
No es que Weezer se parezcan mucho a Talking Heads (su influencia más clara es de los Pixies, aunque del grupo de David Byrne no descartaría la estructura y el amor por el pop; vamos, algo así como si hiciesen new noise), aunque si echáis un vistazo a este simpático post de Juanma y le dais al play al siguiente vídeo que os traigo, veréis que tienen, cuanto menos, algunos "músicos" en común.
Bueno, a ver si me pongo las pilas y sigo con la serie de canciones de una vida, donde incluiré "Buddy Holly". Y aprovecho y hago un post sobre Weezer, un grupo no desconocido, pero tampoco bien conocido (por culpa de un anuncio de telefonía móvil, básicamente). Y acabo la crónica del Summercase, amén de acabar cierta reseña que debo de hace meses, y me pongo también con la novela, y... y... y...
(Overflow at 2007)
Bueno, a ver si me pongo las pilas y sigo con la serie de canciones de una vida, donde incluiré "Buddy Holly". Y aprovecho y hago un post sobre Weezer, un grupo no desconocido, pero tampoco bien conocido (por culpa de un anuncio de telefonía móvil, básicamente). Y acabo la crónica del Summercase, amén de acabar cierta reseña que debo de hace meses, y me pongo también con la novela, y... y... y...
(Overflow at 2007)
jueves, septiembre 27, 2007
El atlas de las nubes, David Mitchell
Prolijo. Fascinante. Vasto. Tres adjetivos a bote pronto para este libro. Una magnífica muestra de que si la ciencia ficción está estancada... Bueno, ni es toda la ciencia ficción, ni toda está junto a los libros de Tolkien y Asimov en el estante de El Tajo Británico.
Y eso aunque, al cerrar el libro, quedan más preguntas en el aire que respuestas a los enigmas planteados. De no ser por la calidad del libro, ahora mismo me estaría acordando de los ancestros del autor hasta el Australopitecos. Pero sólo está al alcance de los buenos libros dejar tan buen sabor de boca a base de interrogantes sin resolver.
Vale, y ¿de qué va el libro? Pues decinco seis historias diferentes, narradas con distintas técnicas, distintos ritmos, distintos lenguajes, que abarcan desde el siglo XIX hasta un futuro postapocalíptico, engarzadas cual matriuskas, cada historia conteniendo a la siguiente y cerrándose desde el futuro hasta el pasado. Los hilos que las unen son, en su mayor parte, azarosos, y el motivo de que estén así enlazados es uno de los misterios que, al menos yo, no he sabido resolver.
Pero, además de lascinco seis historias, cuando uno menos se lo espera, estallan las auténticas minas que Mitchell ha dejado plantadas, agazapadas en diálogos, observaciones, hechos cotidianos que, sin sospecharlo, conducen al lector a reflexionar sobre los aspectos más diversos de la naturaleza humana: su destino, su impronta en el mundo, su aparentemente innata crueldad, la validez de los códigos morales...
Contenido brillante, estructura asombrosa, dominio de las técnicas literarias completo (y diría que casi un pelín exhibicionista, pero se le perdona)... y una traducción limpia y muy bien resuelta en sus capítulos más complicados. El mejor libro que llevo leído este año.
Y, además, está en la biblioteca Ca n'Altimira. Si eres de Cerdanyola y te gusta la ciencia ficción, es que no tienes excusa. Está disponible, que lo acabo de soltar hoy :)
Editando: Creo que pasé demasiado de puntillas sobre el tema de la traducción. Ya, trabajando donde trabajo, estoy excesivamente sensibilizado con el tema; por otra parte, como muchos de los lectores que crecieron con las traducciones de Ultramar y otros, mamé falsos amigos, modismos y otros errores que incorporé (como muchos) a nuestro lenguaje.
Así que, cuando nos encontramos con una buena traducción, es que ni reparamos en ella. Y si nos quejamos de otra, es que acostumbra a ser deleznable. Pero en el libro que aquí nos ocupa, el traductor ha realizado una labor encomiable que le tuvo que costar su buen trabajo. Cada historia está narrada en un registro diferente (culto, jocoso, policiaco, diario, cyberpunk, postapocalíptico con jerga) y en todos ellos la narración-traducción fluye y refleja casi a la perfección el tono y el estilo, resolviendo además a la perfección (bueno, sí, hay algún gazapo, pero ¿en qué libro no hay?) las dificultades, que en el caso de la narración postapocalíptica estan presentes en cada frase.
Y eso aunque, al cerrar el libro, quedan más preguntas en el aire que respuestas a los enigmas planteados. De no ser por la calidad del libro, ahora mismo me estaría acordando de los ancestros del autor hasta el Australopitecos. Pero sólo está al alcance de los buenos libros dejar tan buen sabor de boca a base de interrogantes sin resolver.
Vale, y ¿de qué va el libro? Pues de
Pero, además de las
Contenido brillante, estructura asombrosa, dominio de las técnicas literarias completo (y diría que casi un pelín exhibicionista, pero se le perdona)... y una traducción limpia y muy bien resuelta en sus capítulos más complicados. El mejor libro que llevo leído este año.
Y, además, está en la biblioteca Ca n'Altimira. Si eres de Cerdanyola y te gusta la ciencia ficción, es que no tienes excusa. Está disponible, que lo acabo de soltar hoy :)
Editando: Creo que pasé demasiado de puntillas sobre el tema de la traducción. Ya, trabajando donde trabajo, estoy excesivamente sensibilizado con el tema; por otra parte, como muchos de los lectores que crecieron con las traducciones de Ultramar y otros, mamé falsos amigos, modismos y otros errores que incorporé (como muchos) a nuestro lenguaje.
Así que, cuando nos encontramos con una buena traducción, es que ni reparamos en ella. Y si nos quejamos de otra, es que acostumbra a ser deleznable. Pero en el libro que aquí nos ocupa, el traductor ha realizado una labor encomiable que le tuvo que costar su buen trabajo. Cada historia está narrada en un registro diferente (culto, jocoso, policiaco, diario, cyberpunk, postapocalíptico con jerga) y en todos ellos la narración-traducción fluye y refleja casi a la perfección el tono y el estilo, resolviendo además a la perfección (bueno, sí, hay algún gazapo, pero ¿en qué libro no hay?) las dificultades, que en el caso de la narración postapocalíptica estan presentes en cada frase.
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lunes, septiembre 24, 2007
Con los ojos puestos en las estrellas...
... los codos hincados en la mesa y, algo que no se prodigaba hace diez años, con prácticas en observatorios y empresas. Si estás estudiando Física y sueñas con entender qué pasa ahí fuera, no dejes escapar esta oportunidad. Yo lo hice, aunque no me puedo quejar del camino por el que transitó mi currículum. Aunque aún hoy es un sueño por cumplir, aunque quede para otra próxima vida:
Artículo de El País sobre másters en astrofísica.
Artículo de El País sobre másters en astrofísica.
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sábado, septiembre 22, 2007
Desplazándose por la Ciutat
Pues no que ahora que el Ajuntament de Barcelona aplica la nueva ordenanza sobre circulación, voy y me saco el carnet del Bicing...
Es, simplemente, fascinante (el servicio, y en concreto el hecho de ponerlo en marcha; no, desde luego, que un patoso a dos ruedas como yo se abone al mismo): una idea tan sencilla que, supongo, necesitaba de una tecnología lo suficientemente "barata" para implementarse en una ciudad de más de millón y medio de almas, más de tres si contamos el área metropolitana, pues, al fin y al cabo, gran parte de la población de los aledaños trabajamos y/o hacemos vida social en la capital. Una idea que, vistos los malos humos que se gasta la ciudad, era necesaria: ahora mismo, 1.500 bicicletas adicionales al parque ciclístico que, hagamos una suposición a vuelapluma, puede suponer dejar aparcados unos 200 vehículos de motor. Ya es un inicio. Y no tan sólo por la contaminación: pensemos en el volumen que "gasta" un utilitario. Y el ruido. Y los precios del seguro. Y...
Pero, ¡ay!, la ciudad no está construida pensando en las bicicletas. Y, en ocasiones y en ciertos rincones, juraría que ni siquiera para el peatón. Queramos o no, la ciudad tiene arterias de asfalto y gasolina por sangre, y los vehículos a motor tienen coraza, mientras peatones y ciclistas sólo tienen su pericia para no dejarse la piel.
Si nos ceñimos a los carriles bici, comprobamos que no hay suficientes para circular con seguridad por la ciudad, e ir entre dos puntos relativamente cercanos implica, en muchas ocasiones, subirse a la acera o bajarse a la calzada.
Yo, en serio, alabo que se haya tenido en cuenta desde el consistorio el problema y se haya intentado regular. Y creo que, en un mundo ideal, esas leyes asegurarían una convivencia en torno a la movilidad encomiable. En un mundo ideal donde el peatón no se mostraría huraño con el ciclista, el ciclista no torcería el gesto al güevón que bloquea su carril y el conductor no se pondría a dos palmos del ciclista para pegarle un grito e intentar arrojarlo al suelo del susto. (Que, por cierto, si el espongiforme del conductor del Opel plateado que me abordó de esta guisa, cuando circulaba tranquilamente por el carril izquierdo de Bruc, entre Gran Via y Diputació, está leyendo esto, que sepas que maldigo el día en que a tus padres les reventó el condón).
Es cierto: el espacio para la convivencia entre peatones, ciclistas y tráfico rodado es realmente estrecho. Y es justo en este momento en que me decido a dar el paso y transformarme de peatón empedernido a ciclista ocasional. Peatón, por cierto, que siempre ha respetado el carril bici (que para algo estaba allí) y se maravillaba de ver cómo muchos invadían un espacio que no era suyo (no me escandalizaba, qué va: la ciudad del civismo es la ciudad de los coches aparcados en la acera y de las papeleras vacías rodeadas de desperdicios).
Uso los términos peatón, ciclista y conductor a la manera platoniana; en ningún caso un colectivo es monolítico, y desde luego hay peatones cívicos e incívicos, ciclistas cautos y temerarios, conductores prudentes y auténticos kamikazes. Yo apuesto por un sistema divertido, ecológico (aunque no exento de malos olores: pedalear en verano es acabar con la ropa empapada) y "pacificador" de la movilidad. Pero queda claro que no hay espacios adecuados. Y hay actitudes personales nada adecuadas. Para ilustrarlo, dos artículos casi antagónicos, uno empático, racional y, aun así, hermoso de Joan Barril y otro, realmente estúpido (en cuanto la tesis central traslada toda responsabilidad al otro, en este caso al ciclista como generalidad, negando que una ciudad sea la suma de actos de la colectividad que la conforma), de Antoni Bassas. El problema está ahí, y en las manos y la voz de cada uno, la posibilidad de señalar los defectos e indicárselos a las instituciones para que les pongan remedio.
Está claro que de las infracciones y de los accidentes no nos va a proteger las leyes, sino la educación. Esperemos que, hasta que alcancemos ese nivel, no tengamos que lamentar ninguna desgracia.
Es, simplemente, fascinante (el servicio, y en concreto el hecho de ponerlo en marcha; no, desde luego, que un patoso a dos ruedas como yo se abone al mismo): una idea tan sencilla que, supongo, necesitaba de una tecnología lo suficientemente "barata" para implementarse en una ciudad de más de millón y medio de almas, más de tres si contamos el área metropolitana, pues, al fin y al cabo, gran parte de la población de los aledaños trabajamos y/o hacemos vida social en la capital. Una idea que, vistos los malos humos que se gasta la ciudad, era necesaria: ahora mismo, 1.500 bicicletas adicionales al parque ciclístico que, hagamos una suposición a vuelapluma, puede suponer dejar aparcados unos 200 vehículos de motor. Ya es un inicio. Y no tan sólo por la contaminación: pensemos en el volumen que "gasta" un utilitario. Y el ruido. Y los precios del seguro. Y...
Pero, ¡ay!, la ciudad no está construida pensando en las bicicletas. Y, en ocasiones y en ciertos rincones, juraría que ni siquiera para el peatón. Queramos o no, la ciudad tiene arterias de asfalto y gasolina por sangre, y los vehículos a motor tienen coraza, mientras peatones y ciclistas sólo tienen su pericia para no dejarse la piel.
Si nos ceñimos a los carriles bici, comprobamos que no hay suficientes para circular con seguridad por la ciudad, e ir entre dos puntos relativamente cercanos implica, en muchas ocasiones, subirse a la acera o bajarse a la calzada.
Yo, en serio, alabo que se haya tenido en cuenta desde el consistorio el problema y se haya intentado regular. Y creo que, en un mundo ideal, esas leyes asegurarían una convivencia en torno a la movilidad encomiable. En un mundo ideal donde el peatón no se mostraría huraño con el ciclista, el ciclista no torcería el gesto al güevón que bloquea su carril y el conductor no se pondría a dos palmos del ciclista para pegarle un grito e intentar arrojarlo al suelo del susto. (Que, por cierto, si el espongiforme del conductor del Opel plateado que me abordó de esta guisa, cuando circulaba tranquilamente por el carril izquierdo de Bruc, entre Gran Via y Diputació, está leyendo esto, que sepas que maldigo el día en que a tus padres les reventó el condón).
Es cierto: el espacio para la convivencia entre peatones, ciclistas y tráfico rodado es realmente estrecho. Y es justo en este momento en que me decido a dar el paso y transformarme de peatón empedernido a ciclista ocasional. Peatón, por cierto, que siempre ha respetado el carril bici (que para algo estaba allí) y se maravillaba de ver cómo muchos invadían un espacio que no era suyo (no me escandalizaba, qué va: la ciudad del civismo es la ciudad de los coches aparcados en la acera y de las papeleras vacías rodeadas de desperdicios).
Uso los términos peatón, ciclista y conductor a la manera platoniana; en ningún caso un colectivo es monolítico, y desde luego hay peatones cívicos e incívicos, ciclistas cautos y temerarios, conductores prudentes y auténticos kamikazes. Yo apuesto por un sistema divertido, ecológico (aunque no exento de malos olores: pedalear en verano es acabar con la ropa empapada) y "pacificador" de la movilidad. Pero queda claro que no hay espacios adecuados. Y hay actitudes personales nada adecuadas. Para ilustrarlo, dos artículos casi antagónicos, uno empático, racional y, aun así, hermoso de Joan Barril y otro, realmente estúpido (en cuanto la tesis central traslada toda responsabilidad al otro, en este caso al ciclista como generalidad, negando que una ciudad sea la suma de actos de la colectividad que la conforma), de Antoni Bassas. El problema está ahí, y en las manos y la voz de cada uno, la posibilidad de señalar los defectos e indicárselos a las instituciones para que les pongan remedio.
Está claro que de las infracciones y de los accidentes no nos va a proteger las leyes, sino la educación. Esperemos que, hasta que alcancemos ese nivel, no tengamos que lamentar ninguna desgracia.
lunes, septiembre 03, 2007
¿Cómo se dice Pulp en hindi?
Ni idea. Supongo que igual, como aquí. Aunque se dice (o, al menos, eso me dijeron cuando estudiaba) que en este gran país se habla el mejor inglés del mundo (o sea, es donde mejor se pronuncia). Aunque soy duro de oído y no he conseguido entender toda la letra de esta versión. A ver si alguno de vosotros lo consigue. Y que pase los subtítulos, claro. Os dejo, pues, con "Hindi People":
(Gracias, Kaoss, me he reído un buen rato con la interpretación)
(Gracias, Kaoss, me he reído un buen rato con la interpretación)
Formas de orar
—Los dioses hicieron nuestros cuerpos, así como nuestras almas, ¿no es verdad? Nos dieron voces para que los pudiéramos adorar con cánticos. Nos dieron manos para que pudiéramos construirles templos. Y nos dieron el deseo, para que copuláramos y los adorásemos de esa manera.
—Tengo que acordarme de comentárselo al Septón Supremo —dijo Tyrion—. Si me dejaran rezar con la polla, sería mucho más religioso. —Hizo un gesto con la mano—. Acepto encantado tu sugerencia.
George R.R. Martin, Choque de reyes
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jueves, agosto 30, 2007
Foteu lo camp!
Estuvimos durante la segunda semana de agosto en la hermosa Vall d'Àneu disfrutando, como muchos otros pixapins durante las vacaciones estivales, de aquello que se ha venido a denominar deportes de aventura. (En invierno llega la temporada alta de verdad, colgando el letrero de "completo" por la afluencia de esquiadores.)
Al llegar a Llavorsí, donde habíamos alquilado un par de apartamentos para los ocho urbanitas que subíamos desde el Vallès, aparcamos justo delante de este letrero.

(Foteu lo camp: expresión soez y divertida, derivado del verbo fotre, una especie de comodín cuya primera acepción es "follar", y escrita en catalán occidental, donde en vez del artículo masculino del estándar el se usa lo. La traducción más aproximada sería algo así como iros a tomalpolculo, más finamente largo.)
Así que, de valles pirenaicos que conservan sus tradiciones, nada de nada: la especulación inmobiliaria se esparce por todos los resquicios del territorio. Aquí arriba, más o menos camuflados con fachadas de piedra pero, ya os lo digo, el interior no tiene nada que ver con esas paredes recias, sino con los mismos tabiques de hoja de papel a los que estamos acostumbrados en las ciudades.
En Sort, capital de la comarca (Pallars Sobirà), nos encontramos también con este cartel:

Además de las constantes e insidiosas amenazas a la morfología urbana y paisajística, el aluvión de visitantes debe tener a los habitantes de la Vall contentos contentos.
En fin, espero no haberlos molestado mucho. Y sí, el agua de la Noguera Pallaresa, incluso en pleno verano, está helada :)

¿A que parece como si llevase haciendo ráfting toda la vida?
Al llegar a Llavorsí, donde habíamos alquilado un par de apartamentos para los ocho urbanitas que subíamos desde el Vallès, aparcamos justo delante de este letrero.
(Foteu lo camp: expresión soez y divertida, derivado del verbo fotre, una especie de comodín cuya primera acepción es "follar", y escrita en catalán occidental, donde en vez del artículo masculino del estándar el se usa lo. La traducción más aproximada sería algo así como iros a tomalpolculo, más finamente largo.)
Así que, de valles pirenaicos que conservan sus tradiciones, nada de nada: la especulación inmobiliaria se esparce por todos los resquicios del territorio. Aquí arriba, más o menos camuflados con fachadas de piedra pero, ya os lo digo, el interior no tiene nada que ver con esas paredes recias, sino con los mismos tabiques de hoja de papel a los que estamos acostumbrados en las ciudades.
En Sort, capital de la comarca (Pallars Sobirà), nos encontramos también con este cartel:
Además de las constantes e insidiosas amenazas a la morfología urbana y paisajística, el aluvión de visitantes debe tener a los habitantes de la Vall contentos contentos.
En fin, espero no haberlos molestado mucho. Y sí, el agua de la Noguera Pallaresa, incluso en pleno verano, está helada :)
¿A que parece como si llevase haciendo ráfting toda la vida?
viernes, agosto 24, 2007
Ciencia y sociedad
Un día, William Gladstone, entonces ministro de Hacienda, visitó a [Michael] Faraday en su laboratorio. Sin saber nada de ciencia, Gladstone preguntó sarcásticamente a Faraday qué utilidad podían tener para Inglaterra los enormes aparatos eléctricos de su laboratorio. Faraday respondió: "Señor, no sé para qué servirán estas máquinas, pero estoy seguro que un día usted les pondrá impuestos".
Michiu Kaku, Hiperespacio
El verano del Summercase (3.ª parte)
Pues tras los canadienses, fuimos a ver el concierto de una de las bandas inglesas que andan en boca de todos: Bloc Party. Mis expectativas no eran muy elevadas: sus dos discos hasta el momento, Silent Alarm y A Weekend in the City, me parecen bien, correctos: potentes, con garra, con una actitud sincera que no buscan enmascarar defectos con arreglos ni trucos de presdigitación, pero un pelín demasiado monótonos para mí, que no veo gran diferencia entre sus dos trabajos (cuando todo el mundo dice que el Weekend es más flojo que el Alarm. Buenos, pero no precisamente para marcar época.
Salieron al escenario tal como suenan en los discos: sobrios, recios, con un sonido bien rodado y contundente. Como decía: una muy buena actitud. Ellos cuatro en el escenario, cuatro focos y a currárselo. Muy bien, aunque no me hicieron dejar las gradas y bajar a dar botes, ni a cantar, ni... A la séptima canción, cuando empezó el segmento más relajado (dentro de lo que cabe: quiero decir, las canciones a medio tiempo), Juanma y Jordi nos preguntaron si íbamos a ver a LCD Soundsystem. Fue el momento adecuado para retirarse, me parece, aunque nos perdiésemos "Banquet".
Bloc Party, 14/07/2007, 02:05h, Terminal E: 8,5
Así que salimos disparados hacia la Terminal S, o más bien disparados tras aquellos dos que nos preguntaron si queríamos ver a la banda de James Murphy y que, cuando me giré para preguntarle a Nuria y a Kaoss, se largaron sin esperar respuesta. Tras cruzar la explanada ya sembrada de restos de vasos de plástico y demás residuos (tanto en contra para la organización) y de asistentes en pleno proceso de scattering, llegamos a la carpa del infierno y, evidentemente, no los encontramos. Así que, tras la experiencia de la "lluvia de sudor" durante la actuación de PJ Harvey, Nuria y yo decidimos quedarnos en el exterior.
Lo cual fue en detrimento de una actuación tan vigorosa como la de los chicos de Kele Okereke, pero en plan bailable. Y con una banda versátil que reinterpretaba las piezas de sus dos álbumes, el primero homónimo y el reciente Sound of Silver. La reinterpretación funky e hipervitamínica de "Daft Punk Is Playing In My House" fue soberbia. Aquello era una fiesta para esqueletos inquietos, pero la distancia, el continuo revoloteo de gente a nuestro alrededor, más difusos que una ecuación de onda de una partícula, y la de humo de tabaco que tragué por aquellos alrededores (que me hicieron volverme verde) acabó fastidiándome el espectáculo (fastidiándome a mí, porque no son santos de la devoción de Nuria).
LCD Soundsystem, 14/07/2007, 02:45h, Terminal S: 8,9
Así que, agobiados del ambiente en la carpa de la Terminal S (y ciscándome en todo lo que se meneaba, con lo que me gusta la apuesta electrodance de James Murphy a mí, que la electrónica no me dice gran cosa), fuimos tirando xino-xano de vuelta a la Terminal O, donde pocas horas antes Arcade Fire nos habían deslumbrado, con la intención de asegurarnos un buen puesto a medio camino entre el escenario y la zona de césped más cercana al mar, lo suficientemente lejos de la multitud pero con la mejor vista posible, más o menos donde Nuria se había retirado para no agobiarse con la muchedumbre que nos agolpamos para ver a los canadienses. Sospechaba, y me reafirmo en ello, que lo mejor de este combo novayorqués es el espectáculo, y es que Scissors Sisters han devuelto el glam a las ondas de las radiofórmulas por la puerta grande. Música hecha por y para el baile, para disfrutar, hedonismo con total desparpajo, sin complejos. Sin ningún tipo de complejos. Grandes músicos y showpeople que pusieron a todo el mundo a bailar... aun a pesar de sus carencias compositoras: "Laura", "Kiss You Off", "I Don't Feel Like Dancing" y el resto de sencillos de sus dos discos son magníficas composiciones pop, de melodías alegres e insidiosas (en cuanto no te las puedes sacar de la cabeza en días), peeero el resto de sus canciones (sobre todo del reciente Ta-Dah) caen en farragosas repeticiones de lugares comunes.

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Aun con sus notables carencias, el espectáculo es arrollador. Jake Shears emana energía y buen karma por los cuatro costados, cada vez más visible a medida que su vestuario (deportivas, bermudas ajustadas por debajo de la rodilla, camiseta ceñida y americana de manga larga blanca, toma conjunto) iba desperdigándose por el escenario (no se quedó en bolas, pero poco le faltó). Ana Matronic iba lanzando mensajes de amor y de amor incendiario en un castellano más que aceptable (y con un encantador deje anglo: suyas fueron las frases de la noche "¿Dónde estánnn esasss lesbiaaanasss, con sus vaginnnasss de algooodóooON?", o cuando se metió con el único componente casado (y hetero) que no quería salir de fiesta por la noche y que le auguraban una noche íntima con su mano), alabando Barcelona, la gente y sus ganas de divertirse.
Porque estar bailando hasta pasadas las cinco de la madrugada, desde luego, tiene mérito.
Scissor Sisters, 14/07/2007, 03:30h, Terminal O: 9,25
Después de un concierto hecho por y para la diversión, cuya misión cumplió sobradamente, Nuria y yo estábamos derrengados. Y, además, a la mañana siguiente teníamos una boda, a la que, por una confusión de una media hora, llegamos tarde. Aunque lo importante, según los novios, fue el convite posterior y poder estar con los amigos. Pero qué mal que nos supo, aunque esta, como decía Michael Ende, ya es otra historia.
Hala, os dejo con el vídeo de una de las canciones más divertidas de los últimos años:
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Bloc Party, 14/07/2007, 02:05h, Terminal E: 8,5
Así que salimos disparados hacia la Terminal S, o más bien disparados tras aquellos dos que nos preguntaron si queríamos ver a la banda de James Murphy y que, cuando me giré para preguntarle a Nuria y a Kaoss, se largaron sin esperar respuesta. Tras cruzar la explanada ya sembrada de restos de vasos de plástico y demás residuos (tanto en contra para la organización) y de asistentes en pleno proceso de scattering, llegamos a la carpa del infierno y, evidentemente, no los encontramos. Así que, tras la experiencia de la "lluvia de sudor" durante la actuación de PJ Harvey, Nuria y yo decidimos quedarnos en el exterior.
Lo cual fue en detrimento de una actuación tan vigorosa como la de los chicos de Kele Okereke, pero en plan bailable. Y con una banda versátil que reinterpretaba las piezas de sus dos álbumes, el primero homónimo y el reciente Sound of Silver. La reinterpretación funky e hipervitamínica de "Daft Punk Is Playing In My House" fue soberbia. Aquello era una fiesta para esqueletos inquietos, pero la distancia, el continuo revoloteo de gente a nuestro alrededor, más difusos que una ecuación de onda de una partícula, y la de humo de tabaco que tragué por aquellos alrededores (que me hicieron volverme verde) acabó fastidiándome el espectáculo (fastidiándome a mí, porque no son santos de la devoción de Nuria).
LCD Soundsystem, 14/07/2007, 02:45h, Terminal S: 8,9
Así que, agobiados del ambiente en la carpa de la Terminal S (y ciscándome en todo lo que se meneaba, con lo que me gusta la apuesta electrodance de James Murphy a mí, que la electrónica no me dice gran cosa), fuimos tirando xino-xano de vuelta a la Terminal O, donde pocas horas antes Arcade Fire nos habían deslumbrado, con la intención de asegurarnos un buen puesto a medio camino entre el escenario y la zona de césped más cercana al mar, lo suficientemente lejos de la multitud pero con la mejor vista posible, más o menos donde Nuria se había retirado para no agobiarse con la muchedumbre que nos agolpamos para ver a los canadienses. Sospechaba, y me reafirmo en ello, que lo mejor de este combo novayorqués es el espectáculo, y es que Scissors Sisters han devuelto el glam a las ondas de las radiofórmulas por la puerta grande. Música hecha por y para el baile, para disfrutar, hedonismo con total desparpajo, sin complejos. Sin ningún tipo de complejos. Grandes músicos y showpeople que pusieron a todo el mundo a bailar... aun a pesar de sus carencias compositoras: "Laura", "Kiss You Off", "I Don't Feel Like Dancing" y el resto de sencillos de sus dos discos son magníficas composiciones pop, de melodías alegres e insidiosas (en cuanto no te las puedes sacar de la cabeza en días), peeero el resto de sus canciones (sobre todo del reciente Ta-Dah) caen en farragosas repeticiones de lugares comunes.
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Aun con sus notables carencias, el espectáculo es arrollador. Jake Shears emana energía y buen karma por los cuatro costados, cada vez más visible a medida que su vestuario (deportivas, bermudas ajustadas por debajo de la rodilla, camiseta ceñida y americana de manga larga blanca, toma conjunto) iba desperdigándose por el escenario (no se quedó en bolas, pero poco le faltó). Ana Matronic iba lanzando mensajes de amor y de amor incendiario en un castellano más que aceptable (y con un encantador deje anglo: suyas fueron las frases de la noche "¿Dónde estánnn esasss lesbiaaanasss, con sus vaginnnasss de algooodóooON?", o cuando se metió con el único componente casado (y hetero) que no quería salir de fiesta por la noche y que le auguraban una noche íntima con su mano), alabando Barcelona, la gente y sus ganas de divertirse.
Porque estar bailando hasta pasadas las cinco de la madrugada, desde luego, tiene mérito.
Scissor Sisters, 14/07/2007, 03:30h, Terminal O: 9,25
Después de un concierto hecho por y para la diversión, cuya misión cumplió sobradamente, Nuria y yo estábamos derrengados. Y, además, a la mañana siguiente teníamos una boda, a la que, por una confusión de una media hora, llegamos tarde. Aunque lo importante, según los novios, fue el convite posterior y poder estar con los amigos. Pero qué mal que nos supo, aunque esta, como decía Michael Ende, ya es otra historia.
Hala, os dejo con el vídeo de una de las canciones más divertidas de los últimos años:
miércoles, agosto 22, 2007
Enganchado irremisiblemente (de nuevo)
Lo bueno de maquetar (o compaginar, como queráis llamarlo) es que, quieras o no, al final acabas viendo (aunque no del todo, eso nunca) los entresijos de la, llamémosle así, "arquitectura literaria".
Lo malo: aunque no estás leyendo, porque no estás leyendo, los acontecimientos narrados se te filtran como por ósmosis.
Como sabéis (y si no, deberíais), a principios de agosto se puso a la venta la edición de bolsillo de Juego de tronos (para más info, aquí).
Martin es una de mis debilidades lectoras. Y lo descubrí con Muerte de la luz, maquetándola para Gigamesh.
Me encantan los libros de bolsillo. Los encuentro más cómodos y manejables; también más baratos y, para los que tenemos la estantería a reventar, muy prácticos.
Así que me hice con un ejemplar, lo abrí para disfrutar del prólogo... Y ya voy por la página 200. Pero con un aliciente: me lo estoy leyendo. De verdad. Y, ¡por los dioses antiguos y nuevos!, qué gustazo sentir el viento frío del Muro en los huesos, el humo de los banquentes en Invernalia y Desembarco del Rey, el vozarrón de pendenciero del rey Robert y, sobre todo, las sensaciones de cada uno de los personajes. Y descubrir unas cuantas premoniciones que me habían pasado desapercibidas. Y disfrutar con detalles que había leído a vuela pluma. Y engancharme a la trama de nuevo.
Y, claro, encontrarme con alguna errata :(
Lo malo: aunque no estás leyendo, porque no estás leyendo, los acontecimientos narrados se te filtran como por ósmosis.
Como sabéis (y si no, deberíais), a principios de agosto se puso a la venta la edición de bolsillo de Juego de tronos (para más info, aquí).
Martin es una de mis debilidades lectoras. Y lo descubrí con Muerte de la luz, maquetándola para Gigamesh.
Me encantan los libros de bolsillo. Los encuentro más cómodos y manejables; también más baratos y, para los que tenemos la estantería a reventar, muy prácticos.
Así que me hice con un ejemplar, lo abrí para disfrutar del prólogo... Y ya voy por la página 200. Pero con un aliciente: me lo estoy leyendo. De verdad. Y, ¡por los dioses antiguos y nuevos!, qué gustazo sentir el viento frío del Muro en los huesos, el humo de los banquentes en Invernalia y Desembarco del Rey, el vozarrón de pendenciero del rey Robert y, sobre todo, las sensaciones de cada uno de los personajes. Y descubrir unas cuantas premoniciones que me habían pasado desapercibidas. Y disfrutar con detalles que había leído a vuela pluma. Y engancharme a la trama de nuevo.
Y, claro, encontrarme con alguna errata :(
miércoles, agosto 15, 2007
Bailando hasta la extenuación (Summercase spin-off #02)
Me estoy adelantando a acontecimientos aún no narrados en este cuaderno de bitácora, pero las circunstancias me obligan a avisaros: !!! estarán de nuevo en concierto el 2 de noviembre (del 2007, se entiende) en la sala Razz Club (o sea, la sala grande) del complejo Razzmatazz de Barcelona.

Decidí ver a los !!! en vez de a Kaiser Chiefs porque a estos ya los había visto teloneando a U2 dos años atrás y porque, como ya comenté por aquí, la música de este grupo neoyorkaliforniano es visceral, sexual y orgánica, de esas que se te cuelan entre los huesos y te hace menear el esqueleto. Fui con las expectativas muy elevadas... y las superaron, vaya si las superaron, y con muchas, muchas creces. Aquello fue un sindiós de baile, sudor y extenuación. ¿Que no me creéis?
Must Be the Moon (Summercase 07 Barcelona)
Heart of Hearts (fragmento - Summercase 07 Barcelona)
Desafortunadamente, este concierto coincide, en fechas, con otro evento al que tenía previsto asistir: la HispaCon 2007. Pero, dado que cierto proyecto aún está en estado embrionario, que ya he visto muchas HispaCones, que estas se me van haciendo monótonas (porque el modelo no dé para más, porque no haya mucho más que tratar, porque no conseguimos que haya una auténtica financiación o porque, simplemente, me aburren) y que la música me tira más que estar encerrado entre cuatro (o dieciséis: la planta del pabellón Hassan II forma una estrella de ocho puntas)... Nos vemos el 2 de noviembre en el Razzmatazz.
Página web
MySpace targ
Decidí ver a los !!! en vez de a Kaiser Chiefs porque a estos ya los había visto teloneando a U2 dos años atrás y porque, como ya comenté por aquí, la música de este grupo neoyorkaliforniano es visceral, sexual y orgánica, de esas que se te cuelan entre los huesos y te hace menear el esqueleto. Fui con las expectativas muy elevadas... y las superaron, vaya si las superaron, y con muchas, muchas creces. Aquello fue un sindiós de baile, sudor y extenuación. ¿Que no me creéis?
Must Be the Moon (Summercase 07 Barcelona)
Heart of Hearts (fragmento - Summercase 07 Barcelona)
Desafortunadamente, este concierto coincide, en fechas, con otro evento al que tenía previsto asistir: la HispaCon 2007. Pero, dado que cierto proyecto aún está en estado embrionario, que ya he visto muchas HispaCones, que estas se me van haciendo monótonas (porque el modelo no dé para más, porque no haya mucho más que tratar, porque no conseguimos que haya una auténtica financiación o porque, simplemente, me aburren) y que la música me tira más que estar encerrado entre cuatro (o dieciséis: la planta del pabellón Hassan II forma una estrella de ocho puntas)... Nos vemos el 2 de noviembre en el Razzmatazz.
Página web
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sábado, agosto 04, 2007
Cuando conocía los secretos del Universo
En septiembre hará ya once años que aprobé el último examen (Mecánica Clásica de cuarto, cómo no, como casi todos los alumnos de aquellas promociones que teníamos como profesor a Joan Solà) y me titulé en Físicas.
Once años. ¡Guau! Cómo pasa el tiempo...
Como todos los recuerdos, estos están destilados por las sensaciones, idealizadas por la juventud: los sueños que urdía y que aún no habían empezado a caer, por el círculo de amigos que parecía que iba a durar eternamente, por los amoríos (dos sólo, ¿ein? Uno que acabó en calabazas y otro que aún dura y perdura y que mantenemos encendido desde hace doce años) y, sobre todo, volviendo a este caso en concreto, por los conocimientos que, momentáneamente, adquirí en los seis años que pasé en la UAB.
Momentáneamente porque, si hace once años podía calcular el movimiento orbital, comprender la deformación espaciotemporal en las inmediaciones de una estrella masiva o describir los orbitales mediante funciones de probabilidad, hoy no os sabría calcular ni una triste y sencilla trayectoria parabólica.
Pero hace once años me sentía como si, mirando a mi alrededor, pudiese declamar: "Universo, conozco tus secretos".
De chiquitín ya quise cursar físicas. Bueno, mi primera vocación fue veterinaria, pero a los siete u ocho años tuve un arrebato de sensatez, y con mis pocos redaños para matar una mosca y mi pulso más bien azaroso, me decanté por algo menos peligroso para los animales (quizá no me habría importado tanto si hubiese decidido ser cirujano). Mi ilusión era conocer aquellos secretos guardados en el interior de las estrellas, en la vastedad del océano de la noche. ¿Por qué? Bueno, para aquellos que no lo sepáis, ese amor por el Universo nació cuando, con cinco años, mi hermano me llevó al cine a ver:
Star Wars
(Sí, sí: Star Wars. La culpa de todo esto la tiene, en el fondo, George Lucas. Si cuando digo que soy friqui, lo digo con conocimiento de causa.)
Pero, si la vocación hubiese quedado restringida a ese impacto infantil, en bachillerato ya me habría dado de bruces con la realidad. Pero hubo otros estímulos, tanto externos (las revistas Algo 2000 y Muy Interesante -por aquel entonces, algo más científica y mucho menos sensacionalista-, la magnífica serie Cosmos, de Carl Sagan) como internos: el conocimiento de cómo funcionan las cosas en su sustancia más íntima. Pocas cosas me parecían, y me parecen, más maravillosas que la conexión entre las fuerzas nucleares y la combustión de las estrellas que nos permiten existir y preguntarnos y, poco a poco, ir desvelando la naturaleza de esas fuerzas.
Once años. Después, unos cinco meses de paro, dos meses de cursillo en Madrid, "becado" (o sea, 70.000 pesetas en negro pagados por la empresa) por ProfIT para recibir formación en Cobol, que después no me sirvió para el año largo que estuve desarrollando aplicaciones a medida en entorno Oracle (y en un entorno empresarial que, para esta cándida alma comunista, como que se la traía al pairo); tras eso, seis meses en Cruz-Verde bajo la dirección cuanto menos caprichosa de un inepto que simplemente quería comprobar cómo se desenvolvía un físico sin tutela en un laboratorio de ambientadores; dos años y medio ejerciendo de help-desk en Whirlpool (una experiencia maravillosa en cuanto a adquisición de conocimientos y, sobre todo, en aprender a tratar con un equipo humano; y que abandoné tan sólo porque el trepa que apartó de enmedio a dos superiores me tomó como una amenaza en el trabajo y ejerció lo que hoy se conoce como mobbing, y que entonces era, en mi caso, o me largo o le parto las piernas), y, finalmente, en Esta Santa Casa... lugar donde he sacado el máximo rendimiento de mis conocimientos al "corregir" a algún autor no demasiado versado en esto de la astronomía.
Y no me arrepiento en absoluto. Trabajo en mi afición, y eso es impagable (bueno, Alejo, eso no quiere decir que no agradezca aumentos...). Lo único que lamento es haberme olvidado de tantos secretos de la naturaleza.
Pero todo tiene arreglo.
Cuando estaba en el instituto, mis amigos me tachaban de loco por querer cursar una carrera de una materia tan difícil. Y, cierto es, cuando estás en el colegio y en el instituto y, un lunes por la mañana, por poner un ejemplo, entra un profesor o profesora, se planta ante la pizarra y empieza a desarrollar las ecuaciones del movimiento... como que desanima. A mí me desanimaba. Sólo más tarde te das cuenta (porque nadie te lo explica) que la cinemática y la dinámica son básicas para algo tan imprescindible en la ciencia como calibrar los detectores.
Porque si no detectas ningún movimiento, no eres capaz de interaccionar con la Naturaleza. Y la física trata de eso: describir la Naturaleza hasta su más íntimo detalle.
El problema es: ¿Cuándo se da cuenta el alumno? ¿En segundo, tercero de carrera? ¿Y qué hay de los alumnos que afrontan su primer curso de física en el colegio? Yo tenía claro qué carrera quería cursar, y consideraba la cinemática, la óptica y otros campos de la física como los obstáculos a vadear para que me enseñaran los secretos de la relatividad y de la cuántica, pero a los chavales de doce años, o a cualquiera que quiera acercarse a tan apasionante área del conocimiento, o se le muestra desde el principio los objetivos o, desde luego, no tendrán la paciencia de aprender hasta alcanzar el punto de comprensión necesario para que todo haga click en la mente y adquiera todo el sentido.
Transmitir la fascinación de la ciencia, y la pasión por ella (lo que implica, además, una perspectiva mucho más amplia, que va más allá de las frías ecuaciones) es lo que caracteriza a los buenos profesores.
Uno de ellos, uno de los más míticos, fue Richard P. Feynman. Un científico heterodoxo que no se preocupaba sólo por arrojar luz a lo desconocido, sino por hacer más inteligible y más fascinante para cualquiera que se acercase a escucharlo las materias más arduas.
Así que, para todo aquel que siempre se ha sentido cohibido bajo la aparente complejidad de la física, o tiene curiosidad por entender la "filosofía de la naturaleza" sin necesidad de comprender multitud de fórmulas, Seis piezas fáciles puede ser un buen inicio. Extracto de un libro más "completo", Lecciones de física, este título que hace poco ha aparecido en edición de bolsillo es un extracto de las clases magistrales que el premio Nobel impartió durante dos cursos en la asignatura de Introducción a la Física. Un enfoque que se aparta, como comentaba, de la línea ortodoxa (la de las fórmulas) y se dedica a explicar los fenómenos de la naturaleza que yacen tras la teoría. Desde por qué la evaporación enfría un líquido hasta los rudimentos de las cuatro fuerzas (que conocemos; nunca se sabe del todo) fundamentales: ojalá mis profesores de instituto, y más de tres o cuatro de la facultad, hubiesen sabido transmitir esa fascinación y no se hubiesen dedicado a vomitar fórmulas sin más; quizá no se me habrían olvidado tantas cosas.
Si deseáis comprender los "secretos de la física", no lo dudéis: haceos con este libro. Aunque no nos engañemos, la física no es tan sencilla, como, eh, no sé (a ver qué digo para no molestar con la comparación)... como ser jefe de realización en televisión, pero os aseguro que el esfuerzo acaba siendo gratificante. Y mucho más sencillo que aquellas lecciones de cinemática del bachillerato.
Once años. ¡Guau! Cómo pasa el tiempo...
Como todos los recuerdos, estos están destilados por las sensaciones, idealizadas por la juventud: los sueños que urdía y que aún no habían empezado a caer, por el círculo de amigos que parecía que iba a durar eternamente, por los amoríos (dos sólo, ¿ein? Uno que acabó en calabazas y otro que aún dura y perdura y que mantenemos encendido desde hace doce años) y, sobre todo, volviendo a este caso en concreto, por los conocimientos que, momentáneamente, adquirí en los seis años que pasé en la UAB.
Momentáneamente porque, si hace once años podía calcular el movimiento orbital, comprender la deformación espaciotemporal en las inmediaciones de una estrella masiva o describir los orbitales mediante funciones de probabilidad, hoy no os sabría calcular ni una triste y sencilla trayectoria parabólica.
Pero hace once años me sentía como si, mirando a mi alrededor, pudiese declamar: "Universo, conozco tus secretos".
De chiquitín ya quise cursar físicas. Bueno, mi primera vocación fue veterinaria, pero a los siete u ocho años tuve un arrebato de sensatez, y con mis pocos redaños para matar una mosca y mi pulso más bien azaroso, me decanté por algo menos peligroso para los animales (quizá no me habría importado tanto si hubiese decidido ser cirujano). Mi ilusión era conocer aquellos secretos guardados en el interior de las estrellas, en la vastedad del océano de la noche. ¿Por qué? Bueno, para aquellos que no lo sepáis, ese amor por el Universo nació cuando, con cinco años, mi hermano me llevó al cine a ver:
Star Wars
(Sí, sí: Star Wars. La culpa de todo esto la tiene, en el fondo, George Lucas. Si cuando digo que soy friqui, lo digo con conocimiento de causa.)
Pero, si la vocación hubiese quedado restringida a ese impacto infantil, en bachillerato ya me habría dado de bruces con la realidad. Pero hubo otros estímulos, tanto externos (las revistas Algo 2000 y Muy Interesante -por aquel entonces, algo más científica y mucho menos sensacionalista-, la magnífica serie Cosmos, de Carl Sagan) como internos: el conocimiento de cómo funcionan las cosas en su sustancia más íntima. Pocas cosas me parecían, y me parecen, más maravillosas que la conexión entre las fuerzas nucleares y la combustión de las estrellas que nos permiten existir y preguntarnos y, poco a poco, ir desvelando la naturaleza de esas fuerzas.
Once años. Después, unos cinco meses de paro, dos meses de cursillo en Madrid, "becado" (o sea, 70.000 pesetas en negro pagados por la empresa) por ProfIT para recibir formación en Cobol, que después no me sirvió para el año largo que estuve desarrollando aplicaciones a medida en entorno Oracle (y en un entorno empresarial que, para esta cándida alma comunista, como que se la traía al pairo); tras eso, seis meses en Cruz-Verde bajo la dirección cuanto menos caprichosa de un inepto que simplemente quería comprobar cómo se desenvolvía un físico sin tutela en un laboratorio de ambientadores; dos años y medio ejerciendo de help-desk en Whirlpool (una experiencia maravillosa en cuanto a adquisición de conocimientos y, sobre todo, en aprender a tratar con un equipo humano; y que abandoné tan sólo porque el trepa que apartó de enmedio a dos superiores me tomó como una amenaza en el trabajo y ejerció lo que hoy se conoce como mobbing, y que entonces era, en mi caso, o me largo o le parto las piernas), y, finalmente, en Esta Santa Casa... lugar donde he sacado el máximo rendimiento de mis conocimientos al "corregir" a algún autor no demasiado versado en esto de la astronomía.
Y no me arrepiento en absoluto. Trabajo en mi afición, y eso es impagable (bueno, Alejo, eso no quiere decir que no agradezca aumentos...). Lo único que lamento es haberme olvidado de tantos secretos de la naturaleza.
Pero todo tiene arreglo.
Cuando estaba en el instituto, mis amigos me tachaban de loco por querer cursar una carrera de una materia tan difícil. Y, cierto es, cuando estás en el colegio y en el instituto y, un lunes por la mañana, por poner un ejemplo, entra un profesor o profesora, se planta ante la pizarra y empieza a desarrollar las ecuaciones del movimiento... como que desanima. A mí me desanimaba. Sólo más tarde te das cuenta (porque nadie te lo explica) que la cinemática y la dinámica son básicas para algo tan imprescindible en la ciencia como calibrar los detectores.
Porque si no detectas ningún movimiento, no eres capaz de interaccionar con la Naturaleza. Y la física trata de eso: describir la Naturaleza hasta su más íntimo detalle.
El problema es: ¿Cuándo se da cuenta el alumno? ¿En segundo, tercero de carrera? ¿Y qué hay de los alumnos que afrontan su primer curso de física en el colegio? Yo tenía claro qué carrera quería cursar, y consideraba la cinemática, la óptica y otros campos de la física como los obstáculos a vadear para que me enseñaran los secretos de la relatividad y de la cuántica, pero a los chavales de doce años, o a cualquiera que quiera acercarse a tan apasionante área del conocimiento, o se le muestra desde el principio los objetivos o, desde luego, no tendrán la paciencia de aprender hasta alcanzar el punto de comprensión necesario para que todo haga click en la mente y adquiera todo el sentido.
Transmitir la fascinación de la ciencia, y la pasión por ella (lo que implica, además, una perspectiva mucho más amplia, que va más allá de las frías ecuaciones) es lo que caracteriza a los buenos profesores.
Uno de ellos, uno de los más míticos, fue Richard P. Feynman. Un científico heterodoxo que no se preocupaba sólo por arrojar luz a lo desconocido, sino por hacer más inteligible y más fascinante para cualquiera que se acercase a escucharlo las materias más arduas.
Así que, para todo aquel que siempre se ha sentido cohibido bajo la aparente complejidad de la física, o tiene curiosidad por entender la "filosofía de la naturaleza" sin necesidad de comprender multitud de fórmulas, Seis piezas fáciles puede ser un buen inicio. Extracto de un libro más "completo", Lecciones de física, este título que hace poco ha aparecido en edición de bolsillo es un extracto de las clases magistrales que el premio Nobel impartió durante dos cursos en la asignatura de Introducción a la Física. Un enfoque que se aparta, como comentaba, de la línea ortodoxa (la de las fórmulas) y se dedica a explicar los fenómenos de la naturaleza que yacen tras la teoría. Desde por qué la evaporación enfría un líquido hasta los rudimentos de las cuatro fuerzas (que conocemos; nunca se sabe del todo) fundamentales: ojalá mis profesores de instituto, y más de tres o cuatro de la facultad, hubiesen sabido transmitir esa fascinación y no se hubiesen dedicado a vomitar fórmulas sin más; quizá no se me habrían olvidado tantas cosas.
Si deseáis comprender los "secretos de la física", no lo dudéis: haceos con este libro. Aunque no nos engañemos, la física no es tan sencilla, como, eh, no sé (a ver qué digo para no molestar con la comparación)... como ser jefe de realización en televisión, pero os aseguro que el esfuerzo acaba siendo gratificante. Y mucho más sencillo que aquellas lecciones de cinemática del bachillerato.
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jueves, julio 26, 2007
El verano del Summercase (2.ª parte)
Nos encontramos los sospechosos habituales (por orden alfabético Jordi, Juanma, Kaoss, Nuria y servidor) en el exterior de la carpa de la Terminal S tras el concierto de Guillemots, buscando el alivio de la brisa (que traía a su vez los efluvios de la depuradora del Besós) y de la cerveza en vaso de plástico. El caudal de público era claramente neto hacia el interior de la carpa, y para cuando PJ Harvey apareció en escena se podía decir que estaba llena hasta... los soportales, donde, ya acuclillados sobre los bloques de cemento o colgados en la estructura, los que ya no cabían bajo la lona buscaban un buen ángulo de visión.
Permanecimos a la derecha, mirando en dirección al escenario, cerca de la pantalla situada junto a la carpa por aquel lado. Jordi y Juanma se aventuraban de vez en cuando a la linde del espacio, para salir enseguida abofeteados por la calor asfixiante ¡y mojados por las gotas que se desprendían del interior de la lona! Sí, damas y caballeros; el calor era tan intenso que la humedad se condensaba, resbalaba y caía cual lluvia de sudor (no es así exactamente, puesto que los componentes más pesados del sudor no se evaporan como el agua; aun así, la impresión era realmente... bueno, dejémoslo). A medida que PJ Harvey desgranaba un repertorio que no por íntimo era menos sobrecogedor, chicos y chicas abandonaban el recinto empapados en sudor, algunos con síntomas evidentes de deshidratación, y al pasar al lado dejaban tras de sí una estela de bochorno que parecía consumir el aire a nuestro alrededor, como si tras ellos hubiesen dejado abierta la puerta al Infierno. Mediado el recital, un grupo de cinco personas pasó delante nuestro, y el último me dijo:
Por lo menos, que el buen humor no decaiga.
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Y a pesar de las vaharadas avernales, el típico alto que se te pone siempre delante estés donde estés y te entorpece la visión, a pesar de la distancia al escenario y del barullo en derredor, aun así, la actuación de Polly Jean alcanzó cotas de intensidad que no recordaba en la vida. Ataviada con un vestido blanco con mangas largas de encaje, bordados y fruncidos, más cercana en suntuosidad a Björk que a la imagen de una sexualidad enfermiza que otorga su figura enjuta, guitarra cruda y voz desnuda, rasgada, brutalmente sincera: letras sobre el sexo, el amor obsesivo, las relaciones insanas, que caldearon el ambiente hasta una completa adoración que, insisto, no he visto ni en los conciertos de U2. Polly Jean se vio superada al acabar "Rid On Me", y al dejar la guitarra empezó a deambular por el escenario, musitando "gracias" en impecable castellano una y otra vez, desarmada como una niña agasajada en una celebración familiar. Y, a pesar de las tres canciones, si mal no recuerdo, que en mitad del set entonó al piano, nuevas composiciones del próximo álbum que tuvo la cortesía de presentarnos en directo, la intensidad y la maestría fueron de matrícula.
Así que, aunque me gusten más otros grupos:
PJ Harvey, 13/07/2007, 22:00h, Terminal S: 10,0
Al finalizar el concierto, decidimos separarnos: Nuria y yo íbamos a avituallarnos; el resto de SA, a la Terminal E a ver The Flaming Lips, grupo no demasiado de mi agrado. Me las prometía felices, pensando que a las once de la noche no habría tanta cola en las barras de los bares... Diez minutos para comprar los tíquets; media hora para conseguir dos tristes bocatas de pan recién descongelado, con miga en mazacote, tortilla de patata helada y con restos de cáscara de huevo en el interior. Menos mal que la cerveza... bueno, sigue siendo cerveza y ayuda a deshacer el bolo alimenticio.
Así, pues, escuchamos las cinco primeras canciones viéndoles el culo a los que se agolpaban para atraer la atención de los camareros. Aunque me dijeron que el espectáculo del grupo de Wayne Coyne, los "Morritos calientes", fue el más vistoso del festival, musicalmente era calcado a las grabaciones; y, a mí, la psicodelía me gusta... la justa. Sí, para mí el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band es uno de los diez mejores discos de todos los tiempos, y el Your Satanic Majesties Request me parece absolutamente soporífero. Lo dicho: psicodelia, la justa.
Os dejo un pequeño preview de un asistente al concierto, que ha colgado en YouTube:
Nuria estaba rendida, así que nos echamos en uno de los dos parterres del recinto para digerir "aquello" con tranquilidad, pero soy un culo de mal asiento, sobre todo teniendo en cuenta que faltaba menos de una hora para ver a los Arcade Fire, la convencí para ir a tomar posiciones ante el escenario de la Terminal O.
Sí, si, posiciones: del escenario a la torre de sonido la muchedumbre ya era bastante tupida. Me quedé a unos diez metros del escenario, frente a la pantalla izquierda. Menos de un cuarto de hora para el inicio de la actuación, Nuria se vio superada por el ambiente (apretujones, empujones, los Tíos Altos que Siempre Se Ponen Delante, sofoco) y se retiró hacia el exterior. Así que ahí me quedé, solo, armado de valor, de ganas de saltar y de codos para responder a algún americano beodo que no sabía comportarse en un concierto.
Y salieron. Y el mundo ya no volvió a ser igual.

PJ Harvey se ganó a un público entregado de antemano, pero la expectación generada por estos muchachos canadienses no tiene parangón. Creo que mi voz ya se había desgarrado al acabar "Keep the Car Running", pero después encadenaron "No Cars Go", y cuando creían que se iban a cascar el Neon Bible entero, dieron un golpe de timón emocional y atacaron "Haiti". Fueron a por todas, tan intensos como Polly Jean, pero sin contención: rabia y lírica para subrayar las tensiones sobre un mundo que no les gusta. Recordemos que, tras el Funeral, u once formas diferentes de encarar la muerte, Neon Bible es un disco extrovertido, en cuanto que la mirada brota del interior de los compositores a un mundo donde se juega con las creencias, con la credulidad y con la comunicación.
Tan intensos se muestran en el escenario, tan contundentes, tan emocionantes, que desde mi punto de vista el sonido fue demasiado arrollador, una apisonadora sónica que nos ganó a todos en sentimiento, pero que se dejaron en algún punto los ricos matices de su música.
Y para ejemplo de intensidad, esta actuación en el show de Jonathan Ross:
El set fue:
Os juro que en "Rebellion (Lies)" estuve a cerca de sufrir el síndrome de Stendhal pero, como bien dijo Juanma, tuvieron un fallo imperdonable: que la actuación acabó.
Arcade Fire, 13-14/07/2007, 00:40h, Terminal 0: 9,6
Salí del mogollón exhausto, ronco, cansado... y muy feliz. ¿Qué grupo iría a ver a continuación, que se acercase siquiera a la intensidad de Polly Jean y Arcade Fire?
(continuará)
Permanecimos a la derecha, mirando en dirección al escenario, cerca de la pantalla situada junto a la carpa por aquel lado. Jordi y Juanma se aventuraban de vez en cuando a la linde del espacio, para salir enseguida abofeteados por la calor asfixiante ¡y mojados por las gotas que se desprendían del interior de la lona! Sí, damas y caballeros; el calor era tan intenso que la humedad se condensaba, resbalaba y caía cual lluvia de sudor (no es así exactamente, puesto que los componentes más pesados del sudor no se evaporan como el agua; aun así, la impresión era realmente... bueno, dejémoslo). A medida que PJ Harvey desgranaba un repertorio que no por íntimo era menos sobrecogedor, chicos y chicas abandonaban el recinto empapados en sudor, algunos con síntomas evidentes de deshidratación, y al pasar al lado dejaban tras de sí una estela de bochorno que parecía consumir el aire a nuestro alrededor, como si tras ellos hubiesen dejado abierta la puerta al Infierno. Mediado el recital, un grupo de cinco personas pasó delante nuestro, y el último me dijo:
-Mira, os hemos dejado cinco puestos ahí dentro. Podéis entrar y quedaros con ellos.
-No gracias, ya os los guardamos.
-No vamos a volver a entrar, así que en serio, es para vosotros.
-Te lo agradezco un montón, pero en serio que me sabría mal y os lo guardamos. Además, ya se ve bien desde aquí.
-Como quieras, ya te digo que los podéis aprovechar.
Por lo menos, que el buen humor no decaiga.
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Y a pesar de las vaharadas avernales, el típico alto que se te pone siempre delante estés donde estés y te entorpece la visión, a pesar de la distancia al escenario y del barullo en derredor, aun así, la actuación de Polly Jean alcanzó cotas de intensidad que no recordaba en la vida. Ataviada con un vestido blanco con mangas largas de encaje, bordados y fruncidos, más cercana en suntuosidad a Björk que a la imagen de una sexualidad enfermiza que otorga su figura enjuta, guitarra cruda y voz desnuda, rasgada, brutalmente sincera: letras sobre el sexo, el amor obsesivo, las relaciones insanas, que caldearon el ambiente hasta una completa adoración que, insisto, no he visto ni en los conciertos de U2. Polly Jean se vio superada al acabar "Rid On Me", y al dejar la guitarra empezó a deambular por el escenario, musitando "gracias" en impecable castellano una y otra vez, desarmada como una niña agasajada en una celebración familiar. Y, a pesar de las tres canciones, si mal no recuerdo, que en mitad del set entonó al piano, nuevas composiciones del próximo álbum que tuvo la cortesía de presentarnos en directo, la intensidad y la maestría fueron de matrícula.
Así que, aunque me gusten más otros grupos:
PJ Harvey, 13/07/2007, 22:00h, Terminal S: 10,0
Al finalizar el concierto, decidimos separarnos: Nuria y yo íbamos a avituallarnos; el resto de SA, a la Terminal E a ver The Flaming Lips, grupo no demasiado de mi agrado. Me las prometía felices, pensando que a las once de la noche no habría tanta cola en las barras de los bares... Diez minutos para comprar los tíquets; media hora para conseguir dos tristes bocatas de pan recién descongelado, con miga en mazacote, tortilla de patata helada y con restos de cáscara de huevo en el interior. Menos mal que la cerveza... bueno, sigue siendo cerveza y ayuda a deshacer el bolo alimenticio.
Así, pues, escuchamos las cinco primeras canciones viéndoles el culo a los que se agolpaban para atraer la atención de los camareros. Aunque me dijeron que el espectáculo del grupo de Wayne Coyne, los "Morritos calientes", fue el más vistoso del festival, musicalmente era calcado a las grabaciones; y, a mí, la psicodelía me gusta... la justa. Sí, para mí el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band es uno de los diez mejores discos de todos los tiempos, y el Your Satanic Majesties Request me parece absolutamente soporífero. Lo dicho: psicodelia, la justa.
Os dejo un pequeño preview de un asistente al concierto, que ha colgado en YouTube:
Nuria estaba rendida, así que nos echamos en uno de los dos parterres del recinto para digerir "aquello" con tranquilidad, pero soy un culo de mal asiento, sobre todo teniendo en cuenta que faltaba menos de una hora para ver a los Arcade Fire, la convencí para ir a tomar posiciones ante el escenario de la Terminal O.
Sí, si, posiciones: del escenario a la torre de sonido la muchedumbre ya era bastante tupida. Me quedé a unos diez metros del escenario, frente a la pantalla izquierda. Menos de un cuarto de hora para el inicio de la actuación, Nuria se vio superada por el ambiente (apretujones, empujones, los Tíos Altos que Siempre Se Ponen Delante, sofoco) y se retiró hacia el exterior. Así que ahí me quedé, solo, armado de valor, de ganas de saltar y de codos para responder a algún americano beodo que no sabía comportarse en un concierto.
Y salieron. Y el mundo ya no volvió a ser igual.

PJ Harvey se ganó a un público entregado de antemano, pero la expectación generada por estos muchachos canadienses no tiene parangón. Creo que mi voz ya se había desgarrado al acabar "Keep the Car Running", pero después encadenaron "No Cars Go", y cuando creían que se iban a cascar el Neon Bible entero, dieron un golpe de timón emocional y atacaron "Haiti". Fueron a por todas, tan intensos como Polly Jean, pero sin contención: rabia y lírica para subrayar las tensiones sobre un mundo que no les gusta. Recordemos que, tras el Funeral, u once formas diferentes de encarar la muerte, Neon Bible es un disco extrovertido, en cuanto que la mirada brota del interior de los compositores a un mundo donde se juega con las creencias, con la credulidad y con la comunicación.
Tan intensos se muestran en el escenario, tan contundentes, tan emocionantes, que desde mi punto de vista el sonido fue demasiado arrollador, una apisonadora sónica que nos ganó a todos en sentimiento, pero que se dejaron en algún punto los ricos matices de su música.
Y para ejemplo de intensidad, esta actuación en el show de Jonathan Ross:
El set fue:
Keep the car running
No cars go
Haiti
Poupee de Cire
Black Mirror
Laika
Ocean of Noise
Tunnels
Power Out
Rebellion
Intervention
-bises-
(Antichrist Television Blues)
Wake up
Os juro que en "Rebellion (Lies)" estuve a cerca de sufrir el síndrome de Stendhal pero, como bien dijo Juanma, tuvieron un fallo imperdonable: que la actuación acabó.
Arcade Fire, 13-14/07/2007, 00:40h, Terminal 0: 9,6
Salí del mogollón exhausto, ronco, cansado... y muy feliz. ¿Qué grupo iría a ver a continuación, que se acercase siquiera a la intensidad de Polly Jean y Arcade Fire?
(continuará)
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martes, julio 24, 2007
Canción de amor maquillada número 43 (Summercase spin-off #01)
La mezcolanzano es exclusiva de la música de este grupo canabrasiesconglés. Sus miembros tienen una formación musical de lo más diversa, y por eso su conjunción resulta de lo más fresca. Su propuesta no es, por ello, sorprendente en lo musical, pero sí curiosamente sincera en su ejecución.
Y a pesar del sonido deslavazado de la Terminal S en el primer día del Summercase, no puedo dejar de recomendar su único largo, Through the Windowpane, y aconsejar seguir sus pasos, porque me huelo que van a dar mucho de qué hablar en un próximo futuro.
Guillemots:
Fyfe Dangerfield - teclados, voz
MC Lord Magrao - guitarras
Aristazabal Hawkes - contrabajo, voz
Greig Stewart - batería
MySpace
Cuaderno de bitácora
Esto... otro cuaderno de bitácora (WTF?)
Página web (con registro)
Made Up Love Song #43
Trains to Brazil
Annie Let's Not Wait (de la Blogothèque)
Y a pesar del sonido deslavazado de la Terminal S en el primer día del Summercase, no puedo dejar de recomendar su único largo, Through the Windowpane, y aconsejar seguir sus pasos, porque me huelo que van a dar mucho de qué hablar en un próximo futuro.
Guillemots:
Fyfe Dangerfield - teclados, voz
MC Lord Magrao - guitarras
Aristazabal Hawkes - contrabajo, voz
Greig Stewart - batería
MySpace
Cuaderno de bitácora
Esto... otro cuaderno de bitácora (WTF?)
Página web (con registro)
Made Up Love Song #43
Trains to Brazil
Annie Let's Not Wait (de la Blogothèque)
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lunes, julio 23, 2007
El verano del Summercase (1.ª parte)
All those ... moments will be lost in time, like tears...in rain.
No llovió precisamente el fin de semana del Summercase, pero antes de que aquellos momentos de un fin de semana mágico se desvanezcan... bien, para eso creé este cuaderno de bitácora. Por desgracia, los recuerdos son por naturaleza imprecisos, falsos si nos atenemos a un criterio restrictivo de lo que sería un registro temporal (sólo al alcance, por el momento, de las grabadoras de vídeo, y según y como ni aun así), así que, como todo en esta página, las impresiones están tamizadas por el punto de vista del autor de estas líneas, para bien o para mal.
Y es una pena, insisto, porque fue un fin de semana memorable, de aquellos que te gustaría revivir cada poco tiempo. Como el primer beso, el paso de una estrella fugaz o aquel verano de ligue ocasional. Momentos que se pierden con el tiempo...
... pero démosle una patada en el culo a la melancolía musical, pues los grupos que acudieron a la cita están más que vivos (bueno, si quitamos The Jesus and Mary Chain y O.M.D., que me huelo que no están para demasiadas alegrías).
Viernes a las 18.05h, preso de una impaciencia netamente irracional, arrastro a Nuria hacia la entrada del recinto del Fòrum bajo un sol de justicia. Hubiese danzado por lluvia, pero no me sé los pasos. 18.15h, más o menos: pasamos el primer control; revisión de mochilas y tal. Aparece el primer signo de desorganización: un personaje, megáfono en mano, vocifera que la puerta de la derecha es para abonos, y la de la izquierda es para pases de un día. Cuando llega mi turno, le pregunto al segurata si podemos pasar con el abono, y le muestro la entrada, adquirida a través del Tel-Entrades. El segurata me responde, con una sonrisa sardónica, que eso es un abono. Le repito que si puedo pasar, que... No me deja acabar la pregunta: "Aquí pone abonament, és que està en català." Ya, como si yo fuese de Bosnia-Herzagovina. Golpecito amical en el hombro y empujón pa'entro. Maldigo el día en que, en mi código genético, mis padres omitieron el don del habla. En fin. Segundo control: jovencitos de la organización que pasan las entradas por un lector de código de barras... Y nuestras entradas no disponen de esos códigos. ¡Casunlolla! Si compré los abonos el primer día en que se pusieron a la venta y en un puesto autorizado. Le muestro las entradas. Efectivamente, nos mandan a una cola de una cincuentena de personas que esperan bajo el susodicho sol de justicia ante una única ventanilla que canjea las entradas previa comprobación. Comprobación que, como os podéis imaginar, no es cosa de dos segundos. Así que pasamos casi una hora en la cola, y eso que llegamos nada más abrir el recinto; a saber cuánto tardarían en canjear todas las entradas. Suerte, además, que llevaba el comprobante de la compra porque, por lo visto, los abonos adquiridos a través del Tel-Entradas no eran nada fáciles de comprobar, a tenor de los compradores a los que pidieron mantenerse cerca de la taquilla mientras la esforzada taquillera seguían canjeando entradas.
Así, pues, me perdí la actuación de Fionn Regan, la única que, por cuestión de solapamiento de horarios, tenía intención de ver en la carpa de la Terminal N.
Mientras esperábamos a que asomasen por el recinto Juanma, Jordi y Kaoss, Nuria y yo nos sentamos en las gradas de la Terminal E, coronada por el mar de fondo, para ver a The Hidden Cameras. Al ser el primer grupo cabeza de cartel del festival no le hizo justicia: empezaron la actuación con las gradas a medio ocupar y la explanada muy holgada para los asistentes. Una lástima para un conjunto con un sonido nítido, a medio camino entre el folk yel pop à la Belle & Sebastian, que salen a divertirse (siete músicos y un entertainer más seco que una mojama, tocados con capa y capucha como espermatozoides tamaño XXL, saltando y coreando sin un respiro) y a divertir a la audiencia. Así que, al acabar su set, Joel Gibb espetó un "Hey you, those on the seat, get up your fucking assess and come down to dance" antes de atacar "Ban Marriage". Dado que Juanma puntuó las actuaciones en su bitácora, no voy a ser menos en este crossposteo.
Hidden Cameras, 13/07/2007, 19:20h, Terminal E: 8,0
Una de los grupos que más gente congregó al inicio del crepúsculo barcelonés eran Editors, aunque a mí, su sonido excesivamente lánguido y pesado no me convence, así que convencí a Nuria para ir a ver a Guillemots. Su álbum Through the Windowpane es una mezcolanza exquisita de melodías delicadas, armonías jazzísticas, visceralidad a medio camino entre el blues y el ragtime y toques sinfónicos -aunque a partir del último tercio las composiciones se tornan más difusas y mediocres- que hacen de este combo una de las atracciones más exóticas del festival. Para mi sorpresa (y para decepción de Nuria), el sonido en directo es contundente, más visceral si cabe y sin concesiones. Fyfe Dangerfield aporreaba el teclado como poseído por el espíritu de Jerry Lee Lewis (que el rock conserve por muchos años aún en este mundo) y su potencia vocal me recordaba a un Peter Gabriel dejado de tonterías. Por desgracia, el sonido fue mucho más infame si cabe que en el de Hidden Cameras, estropeando gran parte de la rica textura musical. Para mí, el descubrimiento musical del Summercase... del sábado.
Guillemots, 13/07/2007, 20:45h, Terminal S: 8,5
Tras el concierto nos encontramos con Juanma, Jordi y Kaoss, nos tomamos la primera cerveza y esperamos en el exterior de la "carpa del infierno" a que apareciese la dama del indie...
(continuará)
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